Por: Lupo
Irán nunca ha atacado ni amenazado seriamente a otro país. Pero es evidente que su tamaño, su riqueza (no sólo petrolera y gasera) y su muy estratégica posición geográfica lo han convertido en ‘una presa’ muy apetecida por las grandes potencias y las grandes corporaciones transnacionales.
El débil argumento de la ‘rivalidad’ entre chiitas y sunitas no es -ni remotamente- suficiente para encender y mantener mortales enemistades entre países (fundamental y milenariamente) hermanos y vecinos.
Han sido y son los intereses geoestratégicos y económicos de Occidente (e Israel) los que encienden y atizan la llama de la hostilidad y de la desconfianza entre ‘árabes’ y ‘persas’, porque, así, ‘pescan en río revuelto’.
Sin embargo, parece que los ‘árabes’ se están dando cuenta de que están siendo miserablemente utilizados por ‘las democracias occidentales’, y que -dentro de ese contexto- les han impuesto uno de los regímenes más retrógrados y corruptos del mundo.