ALDEMARO BARRIOS
En el imaginario contemporáneo universal y desde la segunda mitad del siglo XX el
nombre “genocidio” se aplicó con especial predeterminación a los asesinatos en masa
contra el pueblo judío europeo criminalizados por la cultura política nacista, desde que esta
corriente se impuso como gobierno o gobiernos, en tanto el fascismo italiano y el
franquismo español aplicaron métodos de exterminio similares.
A pesar que existen centenares de documentos y testimonios escritos así como una
arqueología de conocimientos diversos estudios históricos que determinaron que durante el
siglo XV, XVI, XVII y XVIII se llevaron a cabo procesos de exterminio humano a
comunidades de los pueblos originarios conocidos también como genocidio, esta voz no ha
sido usada de manera discrecional para caracterizar los crímenes contra estos grupos
humanos en América y en el Caribe.
Y no es que los genocidios sean aplicados de manera exclusiva contra un pueblo, como el
judío, tal cual Hollywood ha tratado de enseñarlo, por cuanto esta práctica se convirtió en
tiempos contemporáneos en una herramienta del fascismo que con terror han tratado y
tratan de diezmar a pueblos enteros que han decidido explorar rutas de soberanía e
independencia en pleno ejercicio de sus derechos sociales políticos, económicos y
culturales.
Lo predictible es que cuando los pueblos se rebelan y tratan de independizarse, tal cual lo
hizo el pueblo palestino, toda la saña del imperialismo salvaje desata su demonios y trata de
aplastarlo por la vía del fuego y la destrucción más endemoniada posible, lo mismo puede
ocurrir con cualquier pueblo del mundo.
El Sionismo, con una doctrina fundamentalmente ultranacionalista, y fascista ha puesto en
práctica el uso de la violencia como su mejor instrumento de “persuasión” con toda la carga
bélica que soporta la maquinaria estadounidense de la guerra y que arrastra con los
gobiernos alemanes e italianos, cunas del nacismo y el fascismo para cometer un genocidio
contra la población palestina.
Ya la pérdida de miles de seres humanos de ambos bandos es una atrocidad que debe ser
neutralizada, pareciera que eso solo será posible si los pueblos del mundo activan mecanismos de boicot a Estados Unidos que es el “Padrino” y principal proveedor de esa
guerra. Venezuela hoy cumple su cuota ética, previendo que lo mismo pudiera ocurrir en
nuestra región, dada la voracidad depredadora del imperialismo sea quien esté al mando del
Pentágono. Todos los pronósticos de lo que vendrá en nuestra región lo determinará el
conflicto interempresarial petrolero (Exxón-Chevrón) y los Estados Nación soberanos que
no se someten a los intereses del Estado profundo de Estados Unidos y Europa.
Si gran parte del territorio del Medio Oriente es una zona árida y desértica, lo que queda de
vital será exterminado por la tozudez de una estado expansionista, supremacista y fascista
como el estado de Israel. Ante las continuas guerras desarrolladas por ese Estado fascista
desde que los británicos los impusieron de acuerdo a sus intereses y condiciones en 1947 y
después los sucesivos gobiernos de Estados Unidos desde Eisenhower hasta Biden, han
provisto de armas y recursos al Sionismo para desplazar y exterminar generaciones de
árabes palestinos habitantes originarios de esos territorios, con el propósito de tener control
territorial sobre las fuentes de energía fósil que tienen la península arábiga e Irak, lo mismo
intentarán en América Latina y El Caribe con mayor intensidad como ejercicios de guerra
con todas sus variables.
Adicional al control territorial por parte de Estados Unidos teniendo a Israel como anclaje
ofensivo para proteger sus intereses estratégicos en la región, el comercio de las armas es
otro de los gigantescos negocios que se mueven con activos costosos que son aprovechados
por la industria armamentista norteamericana en términos de miles de millones de dólares
bajo el engaño primero de una guerra religiosa, el supuesto terrorismo y luego
criminalizando los movimientos de resistencia en defensa de la cultura árabe y sus estados
soberanos.
Para el estado paria de Israel el costo de la guerra, según estimaciones de su banco central,
puede alcanzar la bicoca de 55.600 millones de dólares entre 2023 y 2025. De esos recursos
financieros para comprar armas, el 69 % tienen origen en Estados Unidos, ello implica
bombas de todo tipo, aviones de combate como los Caza F35, sistemas de seguridad
sofisticados entre las complejidades de una industria belicista que Israel ha desarrollado
tecnológicamente con apoyo de EEUU. Las cifras de financiamiento cada año aumentan
proporcionalmente a la fuerza expansiva con que el gobierno de Netanyahu se desplaza hacia el Líbano, Jordania, Gaza o hacia cualquier territorio que señalen los intereses
de Estados Unidos en el Medio Oriente. Ello sin desconsiderar toda la estructura militar, de
espionaje, entrenamiento que el Pentágono ha dispuesto desde 1967 cuando Lindon
Johnson decidió intensificar el enclave sionista en ese territorio como eje de sus campañas
de dominación y control territorial para la región.
El laboratorio que es hoy el Medio Oriente, el imperialismo pone en práctica ensayos de
guerra que serán proyectados en otras regiones del mundo, de allí que en América Latina y
El Caribe debemos estar alertas ante la amenaza fascista de las provocaciones que buscan
generar caos en nuestra región.
Aldemaro Barrios Romero.