Aquí en la gráfica aparece el candidato a la presidencia Jaime Lusinchi, jembreando en su campaña electoral, jalando caña y echándole palo a todo mogote, a pesar de que ya estaba empatado con su barragana Blanquita Ibáñez, y había echado al basurero a su esposa, la doctora, la médica Gladys Castillos. ¡O, aquellos tiempos, en qué éramos tan felices pero que de tanta felicidad que teníamos nos hacíamos los pendejos…