Al principio se mostraban prepotentes, arrechos, despreciativos de todo diálogo, desafiantes, llamando a derrocar al gobierno, sin contemplaciones, exigiéndole a sus bandidos avanzar hasta Miraflores donde sería la “BATALLA FINAL”, pero en siendo derrotados, a Carlos Fernández le dio una espantosa diarrea y corrió a Valencia para ver dónde se enconchaba. Pedía a gritos que se fuera clemente con los que habían lanzado el espantoso golpe. Al ver que Chávez los perdonaba, al poco tiempo volvieron a envalentonarse y lanzar el horrible paro petrolero. Canallas, cobardes y mierdas sin límites. Así ha sido y es la derecha…