En los últimos días hemos escuchado a los dos jefes de la revolución venezolana, Maduro y Cabello, levantar de nuevo, y con mucho entusiasmo, la bandera comunal. Pudiera ser una seña que se agotó las posibilidades (creo que nunca las hubo) de convencer a los empresarios para trabajar con los planes del Gobierno. Sea por lo que sea, me pongo bajo las órdenes de esa bandera. Vayamos, sin esguinces, al encuentro de esas formas directas y colegiadas de gobierno.
Las leyes vigentes del poder popular dan, por ahora, suficiente respaldo para el desarrollo de los consejos comunales y, más importante aún, su agrupación en comunas orientadas al desarrollo de las nuevas formas de producción. Mientras tanto, la ANC debe reformar el ordenamiento jurídico que está consagrado en la Constitución Bolivariana para que guarde correspondencia con las aspiraciones establecidas en su Preámbulo y en el Artículo 2. Recordemos la propuesta de nueva geometría del poder impulsada por Chávez en su reforma del año 2007.
Es necesario insistir en esto porque aquella convicción tan repetida por la literatura marxista: la irracionalidad individualista del capital será sustituida por la racionalidad social… sólo es un acto de fe si efectivamente la democracia no sustituye al tutelaje. Esa racionalidad social no aparecerá de manera espontánea, es necesario caminar hacia formas de organización de la sociedad donde los colectivos tengan peso específico y voluntad propia.
Todo cambio en las formas se produce cuando hay claras razones que lo obligan. Esto es mucho más que un principio pragmático, tiene que ver con las leyes del movimiento. La conservación del tradicional y vertical poder público heredado de la 4º República, el nacional, el estadal y el municipal, dejó a ese preámbulo sólo como anhelo o aspiración, es decir, un postulado incapacitado de concreción. No se definió el cómo la nación ordena su nueva república y concreta la gobernanza armonizada de los colectivos partícipes. Por eso tengamos claro que el asunto del socialismo bolivariano es la democracia, la producción es de la sociedad y del Estado la planificación, el control, la seguridad y la justicia