Aldemaro Barrios Romero
El fenómeno de la delincuencia común asociada a factores políticos de la derecha no es algo nuevo en Venezuela y en América Latina, lo vivimos durante el proceso de la Guarimbas (Barricadas) de 2014 al 2017, cuando centenares de personas inocentes se encontraron en medio de las acciones violentas de grupos organizados con dos propósitos fundamentales: generar una percepción negativa sobre el Gobierno Bolivariano y su supuesta falta de autoridad y la de generar percepción negativa sobre “colectivos” ante el supuesto uso desproporcional de la fuerza por parte de organizaciones populares que defienden la Revolución Bolivariana.
Ambas buscaban colocar en jaque al Gobierno Bolivariano, para generar caos y justificar un golpe que tuvo muchos episodios ocultos o abiertos entre 2014 y 2020, es decir durante seis años la oposición extrema violenta uso la delincuencia para sus fines y aún hoy siguen intentando el esquema de promover caos y descontento originando ataques selectivos que por el modus operandi se articulan con el Manual de Asesinatos Selectivos de la CIA, develado por Julian Assange en 2014
Las tácticas consistían por un lado en provocar a los cuerpos policiales para tratar de generar el uso de la fuerza contra las “protestas pacíficas” y por cualquier ángulo de operación generar a través de los medios nacionales e internacionales de derecha la noticia amarillista que descalificaría a Venezuela en el ámbito internacional y sobre de los derechos humanos. Por otro lado dirigentes de la derecha usaron diversos recursos para alcanzar sus objetivos, pero entre los más recurrentes, la asociación de elementos de la delincuencia común o consumidores de drogas para generar barricadas improvisadas que eran pagados con dinero o con drogas. Pero además la proporción de una logística sofisticada de alcohol, drogas, comida, bombas molotov, cohetes y otros recursos como armas de fuego para atacar a las fuerzas del orden, un verdadero coctel de violencia política
Del Manual de Asesinatos Selectivos de la CIA (2014) aplicado en Venezuela por agentes del paramilitarismo colombiano y la delincuencia común agredieron fatalmente a notables dirigentes del Chavismo como Eliezer Otaiza, asesinado el 26 de abril de 2014 y Robert Serra asesinado 1 octubre 2014 y pero también en el interior del país asesinaron centenares de dirigentes sociales que lideraban procesos revolucionarios locales.
Durante las Guarimbas que recrudecieron a partir del año 2014, era indudable la participación de factores de derecha en acciones violentas y terroristas en las que se detectó la capacidad organizativas de los guarimberos con unidades que se guiaban por un “Manual de la resistencia” que constaba de seis escuderos, tres lanzadores, cuatro defensas, dos fusileros, dos apoyos y un observador. Es decir una estructura delincuencial sofisticada
¿Porque hacemos memoria histórica de esto? Porque aún están frescas las acciones de grupos paramilitares delincuenciales con eso propósitos, como los que dirigía Carlos Luis Revete, alias «El Koki», en la Cota 905 de Caracas y que fue neutralizado junto a su banda el 8 de febrero de 2022.
A esta acción el Ministerio del Poder Popular para Interior, Justicia y Paz siguieron campañas para reducir las bandas criminales que operaban desde centros carcelarios en el país asociadas a actos delictivos que se generaban en las calles y poblaciones por donde era inminente el tránsito de drogas provenientes de Colombia y que contaban con una infraestructura organizativa que les daba apoyo logísticos entre el occidente y el oriente de Venezuela.
Desde que Juan Guaido apareció protegido por la banda “Los Rastrojos” en el Táchira en 2019 para circular subrepticiamente por la frontera entre Colombia y Venezuela se conocieron indicios que asociaban a la derecha extrema con bandas delincuenciales paramilitares y traficantes de drogas.
A pesar de los duros golpes que recibieron estas bandas en 2023 y principios de 2024, que produjo una reducción de delitos comunes, robos, hurtos, secuestros y asesinatos, a partir de abril de 2024 ha habido un repunte que es difícil estimar estadísticamente por la generación de terror psicológico que envían los delincuentes a sus víctimas para la población no denuncie sus fechorías.
Las últimas señales aleatorias siguen posicionando la hipótesis de los crímenes selectivos contra victimas vulnerables, especialmente jóvenes menores de edad para arrebatarles sus teléfonos celulares y dinero, muchos de estos delincuentes usan la táctica del engaño al indicar pertenecer a colectivos que buscan a supuestos delincuentes, mediante intimidación las victimas terminan siendo secuestradas por horas y hurtadas sin violencia física, lo que genera psicoterror en los jóvenes, sus familiares y amigos donde se despliega la especie de que los “colectivos” están atacando a la población o que el gobierno no tiene capacidad ni control de la seguridad pública. La misma matriz usada entre 2014 y 2020.
En las redes sociales se impone la narrativa que inculpar a los Bolivarianos, la web está llena de cuentos que invalida las acciones del gobierno, sin embargo se sabe de las relaciones cercanas de dirigentes de la derecha extrema con “políticos” colombianos como Álvaro Uribe Vélez y mafiosos norteamericanos asociados al paramilitarismo y el tráfico internacional de drogas.
Estas afirmaciones no se detuvieron con el proceso electoral del 28 de julio de 2024, contrariamente se revelaron con mayores evidencias como lo han mostrado la Fiscalía General y los cuerpos de seguridad del Estado, durante y después de los comicios.
El Gobierno Bolivariano, ha desplegado toda la compleja estructura social con su imaginario simbólico (Bolívar-Chávez) que ha logrado la vuelta a la paz y a la estabilidad, no es el modelo tradicional del Estado imponiendo la violencia para el control y el orden, es la confirmación del sujeto colectivo desplegado en inteligencia social contra el cual se ha enfrentado el poder del Estado Profundo Norteamericano y sus subordinados.
De nuevo Venezuela le ha ganado a los demonios imperialistas.