Tomado de la Primera edición en lengua castellana de los Textos Escogidos de Deng Xiaoping (1973-1982), publicada en julio de 1983 por la Editorial del Pueblo, Beijing
LAS TAREAS DEL REORDENAMIENTO DEL EJERCITO. PARTE I* (pag 25)
Deng Xiaoping
14 de julio de 1975
* Discurso pronunciado en una reunión ampliada de la Comisión Militar del CC del PCCh.
I. LA SITUACION DE NUESTRO EJÉRCITO
Hay que afirmar ante todo que, tanto antes de la fundación de la República Popular como de entonces a esta parte, nuestro ejército ha sido, en su conjunto, bueno y capaz de resistir toda prueba. Nuestro ejército es el pilar de la dictadura del proletariado. No hablemos aquí de grandes guerras como la Guerra de Resistencia a la Agresión Norteamericana y en Ayuda a Corea, sino sólo de batallas pequeñas como los contraataques en defensa propia que tuvieron lugar en la Isla de: Zhenbao, en el Archipiélago de Xisha y en las fronteras chino-hindúes . Toda unidad que destacábamos, ya fuese regimiento, compañía o escuadra, resultaba siempre capaz de cumplir su misión en el combate. Esto demuestra que nuestro ejército tiene buenas tradiciones y evidencia heroicidad y elevada combatividad. Varios camaradas me han informado de que, excepto en casos aislados, es buena la situación del ejército desde el nivel de regimiento para abajo, lo cual nos alegra mucho.
Hoy, sin embargo, quisiera hablar con mayor detenimiento sobre los problemas que aún existen en el ejército. Lo que quiero decir es que el ejército ha sido objeto de tantos elogios que ya no debemos referirnos tan sólo a lo que en él hay de bueno, ocultando lo que hay de malo. Como consecuencia del sabotaje de Lin Biao y sus acólitos, existen, efectivamente, muchos problemas en la construcción del ejército, sensación ésta que comparten muchos camaradas aquí presentes. He cavilado un poco sobre estos problemas y me parece que pueden resumirse en los cinco términos siguientes: hipertrofia, falta de cohesión, engreimiento, suntuosidad e inercia. Desde luego, esto no representa la fisonomía del ejército en su conjunto. Sin embargo, en el caso particular de una parte de las entidades y de algunos camaradas sí que existen problemas que se caracterizan por estos cinco términos.
Primero. Cierta hipertrofia. Al estudiar en esta reunión el problema de la simplificación y el reajuste de la estructura del ejército, lo hacemos precisamente con el objetivo de resolver el problema de su hipertrofia. No cabe decir que las unidades de todas las divisiones están hipertrofiadas; pero, mirado en su conjunto, nuestro ejército lo está efectivamente hasta cierto punto.
Segundo. Cierta falta de cohesión. Esta se manifiesta principalmente en los dos fenómenos siguientes: fraccionalismo y escaso sentido de organización y de disciplina. En sus orígenes, nuestro ejército nació de la unión de combatientes procedentes de diversas fracciones y de todos los rincones del país. En el pasado, lo componían tres frentes de ejército, cada uno integrado, a su vez, por diferentes fracciones, lo cual, como era inevitable, dio origen a diversos grados de localismo de montaña* (* Véase N. del T pág. 8). Durante la campaña de rectificación en Yan’an, el camarada Mao Zedong nos exhortó a luchar contra el sectarismo para eliminar el localismo de montaña existente en todo el Partido así como en las diversas regiones y, en particular, en el ejército. A través de la campaña de rectificación, quedó resuelto este problema en apenas unos tres o cuatro años a partir de 1941. A consecuencia de ello, tanto los cuadros militares como los civiles llegaron a unirse en apretado haz. ¡Qué grande es la fuerza que esto supone! De este modo, ganamos la guerra. Desde entonces, nunca habíamos vuelto a plantear en el ejército la lucha contra el sectarismo. Pues bien, ¿por qué lo hacemos ahora? Esto se debe a que ha surgido un nuevo problema en el ejército en el curso de su apoyo a la izquierda . Al dedicarse a esta tarea, muchos militares se dejaron arrastrar también por el fraccionalismo. Se comprometieron ya con tal fracción, ya con tal otra. El ejército, con el gran poder de que estaba dotado, se convirtió en el respaldo de las distintas fracciones. Más tarde, cuando el fraccionalismo se hizo extensivo al ejército, no pocas de sus unidades también se dividieron en dos fracciones. Ahora han transcurrido ya nueve ños desde el inicio de la Gran Revolución Cultural, pero una parte considerable de los miembros del ejército no se han librado aún de su fraccionalismo, lo que se deja sentir negativamente en la unidad del propio ejército. La presencia del fraccionalismo en él constituye un gran peligro; para expresarlo en términos de mayor gravedad, semejante fenómeno no puede ni debe ser tolerado. Actualmente, hay en el ejército un reducido número de personas a quienes les gusta crear alguna que otra fracción, formar una cofradía y favorecer a aquellos que las adulan y las obedecen, practicando el nombramiento por favoritismo. En realidad, sobre los aduladores hay que poner un signo de interrogación. No obstante, a algunos de nuestros camaradas les gusta que otros los halaguen y les canten loas, y no saben llevarse bien con camaradas venidos de distintas partes del país, ni unirse con aquellos camaradas que mantienen opiniones diferentes de las suyas. Es así como inconscientemente han venido creando fracciones. En Beijing, ciertas entidades cuentan precisamente con camaradas de ese tipo, y algunos de ellos son incluso cuadros dirigentes de alto rango; en su manía de proceder de este modo, llegan, a través de una “lucha ardua”, a desplazar a los camaradas que sostienen opiniones diferentes de las suyas y a reunir en torno suyo a otros que los obedecen, formando así un cuerpo dirigente a su imagen y semejanza. ¿No significa esto crear fracción? ¿No están practicando el sectarismo? Ya hace muchos años que se habla de la necesidad de materializar nuestras políticas en cada caso concreto, y sin embargo muchas de ellas no han podido ser materializadas, lo cual se debe, en gran medida, al fraccionalismo. A su vez, el fraccionalismo existente en algunas unidades militares ha hecho mella en ciertas entidades civiles, haciendo también imposible su liquidación en estas últimas. Allí de donde se han retirado las unidades militares que habían acudido para apoyar a la izquierda, todavía se deja sentir su influencia aunque su personal ya se haya marchado. Es por esto que decimos que los problemas del sector civil están relacionados con el ejército.
Muchos camaradas tienen la impresión de que ahora el ejército adolece de tan escaso sentido de organización y de disciplina que pasa por alto principios tales como el de la subordinación de las instancias inferiores a las superiores y el de la subordinación del individuo a la organización. Antes, el ejército estaba dotado de un fuerte sentido de organización y de disciplina: toda orden era inmediatamente ejecutada sin renuencia alguna. Pero ahora la situación es diferente; no sólo ciertos individuos, sino también algunas entidades se permiten desacatar las órdenes. Este escaso sentido de organización y de disciplina guarda relación con el fraccionalismo. Lo que tienen en cuenta no son los intereses globales de la revolución, sino los de su fracción. Ponen, por encima de todo, sus intereses personales y los de su pequeña secta. Buscan fama, fortuna y posición personal, y se muestran descontentos cuando no se salen con la suya, e incluso se niegan a obedecer las órdenes de traslado. Ahora ya no resulta nada fácil trasladar a una persona. Son muchos los que desean permanecer en las grandes ciudades, sobre todo en Beijing, siendo muy difícil trasladarlos a otros lugares, pues alegan mala salud y dicen que inevitablemente sufrirán nuevos ataques cardíacos si se les traslada a otras partes, y que, en cambio, se curarán viviendo en Beijing. En una palabra, argumentos no les faltan.
La gente tiene ahora escaso sentido de disciplina no sólo en lo organizativo, sino también en lo político. Pongamos un ejemplo. El Comité Central ha señalado que es necesario materializar nuestra política en cada caso concreto, pero hay quienes no lo quieren hacer por nada del mundo. ¿Qué problema es éste? Es un problema de la disciplina en lo político. Pongamos otro ejemplo. Se exige que los camaradas del ejército ayuden al sector civil a eliminar el fraccionalismo para que las masas se unan, pero algunos camaradas se obstinan en no aplicar este principio. Se trata de un problema de la disciplina en lo organizativo y a la vez en lo político.
Recientemente, el Comité Central ha emitido sucesivamente varios documentos, en cada uno de los cuales se ha planteado la tarea de resolver el problema de los cuerpos dirigentes. El problema de la debilidad, inercia y falta de cohesión de éstos no sólo se observa en el sector civil, sino también en el ejército. En este último, bastantes cuerpos dirigentes carecen de cohesión, otros tantos adolecen de inercia y, posiblemente, un número aún mayor, de debilidad. De un tiempo a esta parte, en el sector civil se han resuelto estos problemas en forma bastante satisfactoria y rápida mientras que en el ejército se ha procedido con cierta lentitud.
Tercero. Cierto engreimiento. Este problema siempre ha existido en nuestro ejército. En los tiempos de guerra, el ejército, debido a los grandes servicios que prestaba, impresionaba con su renombre, gozaba de buena fama y, por lo tanto, se engreía fácilmente. A través de largos años de rectificación, esta situación ha mejorado bastante. Pero hay que señalar que durante la Gran Revolución Cultural han surgido nuevos fenómenos de este tipo. La tarea de apoyar a la izquierda le confirió al ejército un poder muy grande. Con este gran poder en las manos y debido a otras razones, entre una parte de los integrantes del ejército se ha fomentado el engreimiento y, en algunas personas, no sólo el engreimiento, sino también la insolencia. Algunos han tomado afición a gesticular como criticones, abandonando la bella tradición de nuestra línea de masas. Ahora, hay muchos problemas tanto en lo tocante a la unidad en el propio ejército como en lo relativo a la unidad entre éste y las autoridades civiles y entre el ejército y el pueblo. En el seno de algunas unidades militares, se observa bastante tirantez en las relaciones entre unas partes y otras, y lo mismo, ocurre entre el ejército y las autoridades civiles y entre aquél y el pueblo. Si en otros tiempos los camaradas del ejército que viajaban en autobús siempre cedían el asiento a los ancianos y a las mujeres con niños en brazos, ahora algunos ya no lo hacen. En una ocasión, un soldado, viajando en autobús, no quiso ceder el asiento a una mujer que llevaba a un niño en brazos e incluso mantuvo su actitud indiferente cuando éste se echó a llorar. Un anciano que presenciaba la escena se lamentó: “El tío Lei Feng ya ha dejado de existir.”* (* Se refiere al deterioro, durante la «gran revolución cultural”, de la práctica, anteriormente muy generalizada en la sociedad, de seguir el ejemplo de Lei Feng, quien se distinguía por su total dedicación a los demás, sin la menor preocupación por sí mismo. Lei Feng fue un combatiente del Ejército Popular de Liberación y un sobresaliente miembro del Partido Comunista de China. Falleció el 15 de agosto de 1962, en pleno desempeño de sus tareas. (N. del T.) ) Este hecho es bastante ilustrativo. A este respecto nuestro ejército tenía sus bellas tradiciones, pero ahora ya no respeta ni la unidad ni la disciplina, y renuncia, por lo menos en cierta medida, a las Tres Reglas Cardinales de Disciplina y las Ocho Advertencias . Algunos han llegado hasta pirrarse por el modo de vida burgués abandonando nuestra tradición de vida sencilla y lucha dura. De esto hay muchos ejemplos, y sería muy peligroso considerarlo de poca importancia y por tanto no estar alerta.
Cuarto. Cierta suntuosidad. Hemos dicho más arriba que hay quienes se pirran por el modo de vida burgués. Algunos de ellos buscan comodidades y posición elevada, lo quieren todo de la mejor calidad posible y nunca se contentan con la superficie de sus viviendas. Otros llegan incluso a convertir los bienes públicos en algo privado, sin hacer distinción alguna entre lo uno y lo otro. En algunas unidades militares se ofrecen comidas y se hacen regalos, y se construyen mansiones, palacios, restaurantes y casas de hospedaje. Fenómenos Como éstos han cobrado bastante gravedad y están en plena proliferación sin que se les haya puesto coto. La suntuosidad que se fomenta en el ejército se manifiesta en muchas cosas que van contra la política establecida. Algunos no se recatan de arrebatar recursos materiales al sector civil o de imponer su compra a bajo precio. Otros se los apropian sin cumplir siquiera trámite alguno. Está bien que el ejército, aplicando la Instrucción del 7 de Mayo del camarada Mao Zedong, haya establecido muchas granjas y empresas. Pero hay que llamar la atención a nuestros camaradas hacia la necesidad de aplicar verdaderamente el espíritu de dicha instrucción. Actualmente, ciertas granjas y empresas, que han obtenido ganancias, gastan a su antojo, y algunos cuadros dirigentes se disputan incluso el poder de ordenar los pagos. Esta tendencia reclama una rectificación. El ejército ha ocupado demasiadas casas y tierras del sector civil, y éste se muestra muy descontento; hay que devolvérselas siempre que sea necesario. Si bien algunas casas y tierras fueron tomadas por el ejército porque antes no las utilizaba el sector civil, no por ello es menos ilícita su ocupación. En cuanto a más ejemplos de suntuosidad, pienso que cualquier camarada los tiene a montones en su mente y, por lo tanto, no voy a hablar más de ello.
Quinto. Cierta inercia. Este mal aqueja no sólo a algunos individuos, sino también en mayor o menor grado a algunas entidades oficiales. Algunos cuadros de alto rango, cuya voluntad revolucionaria ha decaído con el tiempo, sólo persiguen su provecho personal y no se preocupan por mantener en la vejez su integridad revolucionaria. Hay quienes extreman su tratamiento y reposo por la más leve enfermedad o se quejan de tal o cual molestia que no padecen en realidad; se comportan como burócratas apoltronados y trabajan con desgana, sin espíritu práctico y sin adentrarse en la base; no ponen ellos mismos manos a la obra ni se toman la molestia de reflexionar, dejando encargados de todo a sus secretarios, y no pueden preparar personalmente un discurso ni siquiera de cinco minutos, sino que se limitan a dar simple lectura a un texto preparado por otra gente, y eso no sin equivocarse de vez en cuando en la lectura. Esto es inercia mental. Otros, acosados siempre por el temor, no se atreven a actuar ni a hablar, por miedo a que algún que otro error en sus palabras les valga críticas. ¿Por qué ese miedo en un comunista? ¿Por qué no atreverse a hablar? ¿Por qué no atreverse a asumir responsabilidades? Actuando así, ¿acaso quedará uno exento de toda responsabilidad? ¿Ya no cometerá errores dando simple lectura a un texto de autoría ajena? Me parece que semejante proceder supone, por lo menos, un estilo literario poco afortunado. Además, ya que un texto de semejante tipo suele estar copiado de los periódicos, ¿no estamos ante un estilo de cliché? El que hayan surgido estos problemas se debe, además de a la mentalidad de las personas en cuestión, al insuficiente apoyo y ayuda por parte de la organización. Por ayuda entendemos aquí, entre otras cosas, la crítica, pues ésta constituye asimismo un tipo de ayuda. El Comité Central tiene el deber de ayudar a los comités provinciales, y la Comisión Militar, por su parte, a los comandos militares y a las diversas fuerzas y armas del ejército. Hay que asumir con valentía las responsabilidades y no tener miedo. Es difícil evitar los errores; el que los haya cometido debe ser criticado, pero basta con que los corrija para que se convierta en persona digna de elogios.
En resumidas cuentas, la situación general del ejército es buena. Sólo que ahora se advierte en él cierta hipertrofia, falta de cohesión, engreimiento, suntuosidad e inercia. Aunque se trata de algo parcial, no por ello debemos pasarlo por alto.