AUTOR: Horacio Duque.
Frente al paro y la movilización social y popular desatada en Colombia desde el pasado 21 de noviembre, el gobierno de Duque pretende dilatar para ganar tiempo y de esa manera propiciar la parálisis y la dispersión de los sectores que han actuado en masa para exigir respuestas a las demandas reunidas en el Pliego de los 13 puntos y las 104 peticiones que precisan las principales reivindicaciones ciudadanas.
Con su dilación, Duque cree que resuelve los problemas que han dado origen a las más grandes manifestaciones en la historia nacional.
El Conversatorio nacional se lo invento la Casa de Nariño como elemento distractor para dividir y desalentar la protesta que no ha parado y está en una inevitable pausa por las festividades de fin de año.
Duque y Uribe persisten en imponer un modelo político orientado a despolitizar y paralizar la sociedad, limitando la polarización ideológica y buscando la estabilidad institucional a todo trance.
Los factores que han dado pie al paro siguen vivos y se agravaran con la ampliación de la crisis fiscal del gobierno no obstante la aprobación de la Ley de crecimiento económico.
Con la reacción y la respuesta equivocada del gobierno al Pliego de los 13 puntos, los focos determinantes de la revuelta ciudadana hay que mirarlos en la crisis de legitimidad del sistema político, en el desbarajuste de la gobernabilidad, en la corrupción y, por supuesto, en la aberrante desigualdad social que azota a millones de personas colocadas en condiciones de precariedad laboral y social.
La crisis política es multidimensional y golpea a las viejas elites políticas al igual que a los desgastados liderazgos del apoltronado sindicalismo sistémico y de la izquierda anquilosada y dogmatica que quiere sacar provecho de la coyuntura actuando como un “agente oportunista” (Giddens) frente a las reivindicaciones más sentidas.
En lo que debería existir coincidencia es en el reconocimiento de la naturaleza política de la crisis actual a la que se le pretenden colocar pañitos de agua tibia cuando es evidente el desgaste de los arreglos constitucionales e institucionales vigentes, que bloquea las reformas prioritarias para gestar una mayor equidad entre millones de personas.
La baja popularidad de Duque, la extinción del liderazgo del señor Uribe, la devastadora corrupción, la abstención, el millonario voto en blanco, la descomposición de los partidos políticos, la parálisis gubernamental, los desbarajustes en los aparatos armados con las guerras entre generales de la policía y el predominio de los elementos más sanguinarios en el Ejercito, al igual que la continuación del exterminio de los líderes sociales, el descubrimiento de las fosas de los falsos positivos (con casi 200 mil cadáveres) y el bloqueo a los Acuerdos de paz, son elementos que alimentan un crisis de grandes proporciones obligando a pensar en salidas que implican la conformación de un nuevo gobierno dada, además, la drástica modificación de la correlación de fuerzas a favor de los sectores populares y democráticos en la actual coyuntura.
En las acciones a desarrollar en las primeras semanas del 2020 hay que entender que las actuales movilizaciones están encadenadas a un ascenso de masas que no cede desde el segundo semestre del 2017. La memoria histórica está operando como un facto muy potente de movilización social.
El Pliego de los 13 puntos y 104 demandas específicas hay que consolidarlas; debe llevarse a las regiones para que los Comités departamentales del Paro lo traduzcan en pliegos concretos a considerar en las movilizaciones y acciones sobre las nuevas autoridades regionales representadas por gobernadores y alcaldes.
Los Comités de paro en las regiones deben ampliar su repertorio de acciones con bloqueos urbanos, plantones, huelgas de hambre, para demandar de las nuevas autoridades concertar los Planes de desarrollo en lo que se recojan los derechos comunitarios en materia de vivienda, empleo, salud, seguridad alimentaria, movilidad, transparencia, cuidado de la naturaleza, Planes de ordenamiento territorial alternativos, salas de transparencia, erradicación de la corrupción etc.
Hay que tener en cuenta que movimiento en curso ha ido mucho más allá de las formas tradicionales de la protesta y han emergido nuevas formas de movilización y de auto convocatoria que tienen una lógica distinta a las tradicionales marchas o paros con dirección única. En cada municipio o departamento la gente se ha organizado y se da una simultaneidad excepcional de lenguajes y sentimientos en este levantamiento contra las políticas antisociales o en defensa de la vida y la paz. Hay una interpelación a las desigualdades territoriales, étnicas, de género, etarias, entre otras.
El Pliego en Cali y el Valle del Cauca.
Quiero citar el caso concreto de Cali y el Valle del Cauca. Allí se ha acordado avanzar durante el mes de Enero, en la construcción del Pliego de peticiones de la región para ser discutido con el nuevo Alcalde de Cali, señor Jorge Ivan Ospina, con los restantes 41 alcaldes y con la nueva gobernadora, señora Clara Luz Roldan. Se trata de un trabajo colectivo que debe traducirse en una herramienta muy concreta de la huelga popular.