Por: Alberto Aranguibel B.
Con la llegada a Miami del primer contingente de contrarrevolucionarios cubanos luego del triunfo de la revolución en 1959, se inicia uno de los más inmorales y lucrativos negocios que se hayan dado en la historia de la política; el anticastrismo.
A diferencia del anticomunismo (el más infame y perverso esquema de contra propaganda jamás concebido en la lucha política para intentar destruir al contrario) e incluso del antiimperialismo, el anticastrismo no tiene la finalidad de acabar con su enemigo sino sacarle siempre el mayor provecho.
La extinción del comunismo es un triunfo para el capitalismo porque de esa forma se le abren nuevos mercados. Pero si la revolución cubana fracasa, el anticastrismo pierde sentido y también se extingue. Con lo cual se acabarían las milmillonarias subvenciones que el Departamento de Estado norteamericano le otorga desde hace mas de medio siglo a los movimientos contrarrevolucionarios mayameros a través de una infinidad de fundaciones y organismos de toda índole que se benefician con el decisivo poder electoral de los exiliados cubanos.
Por eso cada vez que ha habido tan siquiera un tenue intento de levantar el bloqueo contra Cuba, los primeros que pegan el grito en el cielo exigiendo todo lo contrario, es decir; mayor cerco y presión económica contra la isla, son los anticastristas.
Jamás les ha interesado el triunfo de la contrarrevolución, sino que el negocio de sacarle plata al anticomunismo continúe.
Cortada por el mismo sastre, es decir; regida por el imperio norteamericano, la oposición venezolana hace exactamente lo mismo en su lucha antichavista. Conscientes como están de las inmensas dificultades que acarrea la compleja función de gobierno, los líderes de la oposición entienden que para ellos lo mejor no es derrotar al chavismo sino sacarle el mayor provecho sin necesidad de fatigarse gobernando, que es algo para lo cual no tienen ni la capacidad, ni los conocimientos, ni tampoco el menor interés.
Sin el agobio de trabajar han recorrido el mundo en primera clase y han sido recibidos por mandatarios y monarcas en los más deslumbrantes palacios. Le han puesto las manos a empresas petroleras por las cuales no tienen que rendirle cuentas a nadie, ni siquiera al fisco. Con ese chorro de dinero robado al país, y con lo que les entrega el Departamento de Estado y los oligarcas que los financian para mantenerlos bajo su control, han costeado mansiones y lujos de toda índole en todas partes del mundo. En fin… viven a cuerpo de rey sin sudar ni una gota.
De ahí que cada vez que se sientan en una mesa de diálogo lo que juegan es al fracaso de las conversaciones. Su único objetivo es cerrarle el paso a cualquier otro que sí coopere en el avance del diálogo.
Su negocio es fracasar.
@SoyAranguibel