José Manuel Rodríguez
Hace días el primer ministro Scholz, pagando viejos delitos arios, señaló a Israel como: una democracia que respeta los derechos humanos y el derecho internacional… Y, en esos afanes le brotó el grosero engreimiento étnico, llamó terrorista a Hamás.
Semejante forma, prepotente y estupidizada, de juzgar las realidades, nos llevaría a concluir que: cuando hace 210 años Bolívar lanzó su proclama de guerra a muerte contra españoles y canarios, se validaba el exhorto que el fraile capuchino de las misiones de Apure, llamado Fernando María del Coronil; le hizo meses antes a Monteverde: de siete años arriba, no deje vivo a nadie…
Se aceptaría igualmente que los argelinos organizados en el FLN, entre 1954 y 1962, eran terroristas pues, emboscaban a policías franceses y bombardeaban lugares de reunión de franceses en Argel. Es decir, asumiríamos lo que el primer ministro francés, declaró por esos tiempos: Los departamentos de Argelia son parte de la República Francesa. Argelia ha sido francesa durante mucho tiempo, y es irrevocablemente francesa… Como si su dios se la hubiera asignado.
De la misma forma aceptaríamos que USA, en los años 60-70, tuvo que incendiar con napalm, las selvas de Vietnam, quemando aldeas y ciudades, con toda su gente, porque unos vietnamitas «malos» del norte, estaban empeñados en acabar con los vietnamitas «buenos» del sur que ellos tutelaban.
La agresividad de Occidente es histórica, ha provocado todas las guerras que han ocurrido. Igual lo ha hecho Israel en el Medio Oriente estimulando, para debilitarlos, a chiitas contra sunitas. Y también agrediéndolos directamente. Tras los históricos y bárbaros pogroms antijudíos, su ocupación forzada de la «tierra prometida», degeneró en una similar persecución contra los demás pueblos semitas. El anhelo por Canaán se transformó rápidamente en limpieza étnica y religiosa. Habían acumulado las fuerzas necesarias -entre ellas el apoyo total de los gobiernos de Occidente- para decidir cuál era la extensión de esa tierra. Se convirtieron en forajidos. No importa que hablen de democracia, ni que se pongan la kipá para dar gracias a su dios por «coronarlos con esplendor». Un dios que les marcó -según Menachan Begin, ex-primer ministro de Israel y premio Nobel de la Paz- el destino de gobernar sobre las razas inferiores…
Esta perversa vindicación de los judíos, que nunca fueron nación sino culto, más el poder político y militar de Occidente, les facilitó la ocupación territorial del lugar que tres religiones diferentes consideran su lugar sagrado. Que fueran la suya infinitamente minoritaria, no importó, tras su patriarca Abraham, lo que existía realmente era el enorme poder económico. Gente como los Rothschild, pagaron por el territorio de Palestina lo que los oferentes de la ONU pidieron. Si alguien les preguntaba qué iban a hacer con los que allí vivían, seguro dirían ¡a la mierda!
Por cierto, no está demás señalar que es la propia Wikipedia gringa quien dice: la mención más antigua que se conoce del nombre Israel, es un relato épico grabado en la estela de Merenptah del Antiguo Egipto, que data del año 1210 a. C., donde es empleado como un gentilicio, designando a un pueblo o grupo de gente sin asociación con un lugar geográfico concreto…