1 de mayo.
Salí a comprar Le Monde y en el trayecto estuve recordando una frase que escribí una vez en este diario: “Hoy, lo más importante que hemos hecho es comer”. No me explico porque recordaba esta frase. Pero me rondaba mientras regresaba, leía el periódico, almorzaba, me lavaba los lentes. Dientes lentes dientres mentes gentes puentes.
Desde que leí esa biografía de Darío por Edelberto Torres no tengo tranquilidad. Lloro a cada momento por la vida de Darío. Hoy, a pesar de todo, he leído 130 de la novela de Quiroga “Historia de un amor turbio”. En este momento salgo con las obras completas de Darío bajo el brazo. He estado recordando el Nocturno “Los que auscultasteis el corazón de la noche”. No le perdono a aquellos tipos del grupo Sardio que por vivir a la moda decían que Darío no era poeta. Mierdas.
2 de mayo
Soñé que J. A. me enviaba el contrato de nuevo, pero lo había corregido y me ponía condiciones infamantes como para que yo no aceptara.
Compro “Baza de espadas”, de Valle Inclán.
Una novela impersonal, sin personajes, pero sin que los personajes tengan que ver con nadie, ningún personaje tendrá que ver con otro, ni con nadie, tal vez relatos y relatos hasta que tenga tantas páginas (300) para que sea una novela. ¿Escribiré bien o mal? Mal, sin que nada tenga que ver con nada. Malas letras, mala ortografía, mala concordancia. Personajes que cambien pronto, se transformen al instante. Sueños y no sueños. Nada de realismo, pero deben aparecer las cosas, plazas, calles, casas, cines, etc. que rodean los personajes de una ciudad. Tengo sueño, me estoy durmiendo, no puedo leer, no puedo escribir, se me caen los párpados, apenas si hoy he leído un trabajo de Rodríguez Monegal sobre Quiroga. Voy a regalar los libros que tengo aquí a la Biblioteca de la Universidad.
Cuando yo vivía en Bélgica estaba obsesionada con eso del rey y de la reina porque todos los locos del Hospital Brouman se creían protegidos por estos. Además la reina era triste y escribía cuentos infantiles y los periódicos amarillistas de París y Bruselas hablaban siempre del problema que no pudiera tener hijos y siempre se andaba practicando operaciones. Pero a lo que venía: aquellos locos del Hospital Brouhman decían que los españoles nunca hablaban bien de nadie y de la reina que en París, antes de casarse, había tenido un piso de soltera, cosa que yo no comprendía bien y que aún sigo sin comprender.
4 de mayo.-
Vamos a ver, le dijo el sapo a la rana, yo me voy por aquí y tú por ahí; no te dejes agarrar porque te comen.
Como eso de arriba tengo el empeño de escribir para titular “Poemas”.
Esta mañana me levanté y me puse a releer mi novela. En general, creo que está bien. No tendré un gran éxito de la crítica, pero el libro se venderá. Mucha gente dirá que está mal escrita. Pero a diferencia de Faulkner que decía que hubiera podido escribir mejor sus libros, yo sé que mejor que lo que escribí “Gritando su Agonía” no lo podía hacer. Soy consciente de mis limitaciones. Mi gran libro será “Entre las Breñas”, ya lo sé; quedaré por él.
Yo le dije: oye, si seguimos así vamos a terminar mal. Y ella me respondió: eso también te lo he dicho antes, pero ahora tú crees que eres tú el de la idea. Yo no entendí y le pregunté: ¿Qué idea? Aquí no hay ideas. Esto es un reclamo. Ella se compuso el vestido, estirándose por detrás como una maestra y dijo: Ah, un reclamo. Bueno, un reclamo. ¿Y desde cuándo puedes tú hacerme reclamos a mí? Yo la miré cómo se estiraba el vestido por detrás y me acorde de aquella película en que una maestra ya pasada de edad se estiraba el vestido por detrás y no dije nada; me quedé esperado una reacción (mía y suya) que no llegaba de momento, pero que yo sabía iba a llegar, pues ya me estaba llegando, me llegaba y me subía a la cabeza y me bajaba por los brazos y a las manos y yo levanté un zapato y amenacé con tirárselo. Ella me vio con furia y dijo: Tira, anda, tira. Y se parapetó detrás de la mesa y agarró una silla por el espaldar. Yo me senté y la vi girar en torno a la mesa, luego le oí la voz: yo me voy para el carajo. Me has puesto grosera, eso es lo que me has enseñado: groserías. Salió tirando la puerta.
Lámina uno: un perro largo. A mí no me gustan los perros. Lámina dos: una librería que conocí en Bruselas. Vivían hablando de infidelidades. A la mayor siempre le ocurrían cosas: Un hombre que entra preguntando por libros con imágenes donde aparezcan mujeres que se le vean todo: ingleses, franceses, finlandeses, mexicanos que ofrecen cuartos de hotel por una media hora. ¿Y a mi marido que le digo? Él no lo va a saber. Usted sale a tomar una coca-cola y en menos tiempo ya estamos listos. Su vecina, que es casada ha vivido con una cantidad de hombres de los que ha tenido hijos que su marido ha reconocido. Ahora sólo espera que el marido muera para heredarlo. ¿Qué como hace ella? Lámina tres: la sobrina de la uruguaya; que se va, que se regresa, que no ha conseguido un novio, que ella (la tía) la deja vivir en un hotel, aparte, que haga su vida. Pero está desencantada. Que a ella lo que le caen son viejos. Bueno como a mí (dice la tía), pero en el camino se consiguen jóvenes u hombres probables.
Qué frío. Ah, pero tampoco hay que jugar con la novela. Bloon cornudo. Popeye le rompe la vagina a Temple Drake con una tuza. Bravo, bien, muy bien, he ahí el camino. No jugar con la novela, no poner páginas al revés, no practicar y meter dos historias banales (banales en que se escribe por practicar una técnica) como Cortázar en “Rayuela”. Falta de seriedad. Pero si estudiar en los clásicos para el pensamiento fuerte y el lenguaje. Y bien que hay que crear un lenguaje, pero no imitar. No imitar descaradamente como Cabrera Infante. Se ha puesto a hacer de Joyce en Cuba. Y bien qué sí el español ya había sido transformado por Vallen Inclán en su Ruedo Ibérico. ¿Qué novela voy a escribir yo ahora? Pienso: unos tontos diplomáticos, habla y habla y habla. Y uno hace una fiesta porque su nombre salió en el periódico hace dos años en una columna de chismes. ¿Quién iba a reconocer en ese mierda tan estupendo cornudo? Vamos, digamos que pasó como una sombra fugaz. Sí, cursilerías ínclitas, refinadas con agua colonia Jean Marie Farine. Ellos dicen Farina. Y adiós, mi hermano.
5 de mayo.-
Lectura de la Defensa de Regis Debrais. Lectura de un ensayo de Ramón Díaz Sánchez sobre la Guerra a muerte.
Tengo 32 años. Dice Scarpit que la mejor edad para la política es la de 45 a 50 años.
Habían mandado a hacer un dibujo para calificar. Yo lo hice, pero no lo entregué porque alguien me lo pidió para entregarlo él y yo se lo di. Cuando el profesor me llamó y yo dije que no había hecho el dibujo me llamó flojo y me calificó con cero.
Ayer y hoy con angina. Anoche tuve un fuerte dolor y el mismo dolor me despertó esta mañana. Para colmo el mal tiempo. Día de lluvia y temperatura baja y nosotros no tenemos carbón. He leído un capítulo del libro de Shirer sobre Hitler y varios capítulos de “Brujas, la muerta”, del belga Rodenbach. Procuré leer a Valle Inclán pero un mareo me sobrevino y tuve que dejar el libro. Me entusiasmo pensando en el papel político que pueda jugar en mi país. Primer enemigo: el ejército que debo penetrar por una policía bien organizada y temible para neutralizarlo. Segundo: crear una gran conciencia nacionalista atacando la oligarquía nacional y llamándola traidora (como en efecto lo es) para que sea repudiada. Tercero: lograr la independencia absoluta de los EE.UU. y poner el país de ejemplo ante los otros países latinoamericanos. Cuarto: debo fortalecer una verdadera burguesía nacional con amor a su país, crear pequeños propietarios de tierras para fomentar la economía y no atemorizar y crear una gran clase media que será la garantía del sistema, atacando con fuerza la pobreza y la injusticia social. Nada de ese falso comunismo que pregonan estos partidos en América Latina, ni alianzas con nadie. Relaciones con todo el mundo. Crear una fortaleza económica que es la única que defiende un régimen de la anarquía y de las conspiraciones. Salirse, insisto del área de influencia de los EE. UU. con Cautela, sin cederles nada, pero a la vez golpeándolos con buenas palmadas de amistad en las espaldas.
6 de mayo
Sigo con el mal de angina. Salimos a cambiar el cheque y a comprar unos vasos y unas tazas que nos hacen falta. Tal vez vayamos al cine a ver “La marieé etais en noir”, una película de Truffaut, según la novela de W. Irish.
Anoche soñé que vivía con M en la casa de mi mamá en las Mercedes del Llano y M vino y colocó una caja llena de bosta y periódicos viejos sobre la mesa del comedor. Yo estaba pendiente porque en casa había unos pensionistas (mujeres viejas y extrajeras que hablaban en francés) y yo salía a cada momento con un poco de periódicos llenos de mierda y los botaba en la calle. No obstante, la gran caja seguía sobre la mesa del comedor y yo no me atrevía a cogerla toda entera por temor a embarrarme.
Con ese gran malestar que tengo apenas si puedo leer la versión al francés del tercer Reich de Shirer.
7 de mayo
Anoche vino a visitarme (porque yo se lo pedí) un profesor que me daba clases de francés en la escuela Fernand Cocq. Yo pensaba que no iba a venir y me sorprendió viniendo a la hora justa en que me dijo. Yo no le tenía nada preparado y hablé con él hasta tarde.
Hoy he seguido con la gripe y el tormento en la cabeza. Sin leer, sin escribir, sigo con el narcisismo de llevar este diario.
Compro, editado por Gallimard, “Romanciers au travail”.
8 de mayo
Ayer apenas si leí un relato de Willians Irish y una entrevista a Faulkner en “Romanciers au travail”.
Hoy fui a la Embajada a hacer firmar una atestación de un curso de francés que terminé y la señora del Embajador me dijo que L. E. Rey llegaba el lunes de Alemania. Dice que me avisará para que tomemos algo en su compañía.
9 de mayo
Nada. Anoche leí un relato de W. Irish: “Papá Benjamín”, cuya versión cinematográfica ya había visto.
Leo en una revista mexicana, Sucesos: que Douglas Bravo declaró que cuando se retiró del PCV para seguir las guerrillas, éste (el PCV) creó un comando armado al frente del cual pusieron a Germán Lairet para que le diera muerte a él (a D. Bravo). Las declaraciones dicen que cada vez que D. Bravo llegaba a una casa ésta era allanada.
Leo otro relato de W. Irish: “No quisiera estar en sus zapatos”.
Voy a escribir la novela más loca del mundo. Varios personajes, no sé, unos cuantos. Cada uno cuenta su historia o una historia. Cada capítulo podría titularse así: “Historia de Juan”, Y enseguida Juan cuenta su historia; “Historia de Pedro” y enseguida Pedro cuenta su historia; “Historia de tal..”, y en seguida…
Ejemplo: “Yo soy Juan, nací en un invernadero. Allí venían las vacas a mugir y a comer cebollín del huerto de mi abuela. Yo vivía con mis abuelos. Mi mamá vivía en otra casa con padres papá y mis otros hermanos. A mis hermanos casi no los he visto porque mis abuelos me lo impiden. Mi abuelo, sobre todo, que goza llamándome marica; me da ligeras cachetadas y me mete zancadillas cuando paso a su lado. Pero nada de esto saben mis padres que me suponen bien criado y atendido con cariño. Cuando mis padres vienen y preguntan por mí, yo estoy bajo llave en mi cuarto, oigo lo que le dicen mis abuelos: “Juan está bien, ahora está jugando en el patio, bajo los mamones”. Yo, como no puedo hablar ni emitir chillidos, no puedo comunicarme con ellos. Eso desearía, pero hasta soplar me es imposible. Soplar si puedo, pero a grandes esfuerzos. Yo creo que perdí el habla a fuerza de sustos. Y eso que fui yo quien pidió venirse a vivir con mis abuelos. Mi abuela me daba mazamorras, sobre todo cuando estaban cubiertas con canela. Bueno, eso fue cuando ellos iban a casa y los primeros días que me trajeron con ellos. Después no, le perdí el gusto a la mazamorra porque le echaban sal. Y el primer día en que me le echaron sal a la mazamorra fue el día de los inocentes. Yo salí corriendo a coger mi plato de mazamorra y cuando me metí la primera cucharada sentí la sal. “Mamá viejita, dije, creo que te equivocaste. Le echaste sal por azúcar a la mazamorra”, pero nada más. No me respondió y en eso quien vino fue mi papá viejo y me dio un pescozón por la cabeza. Todo lo vi muy extraño, pensé que mis abuelos chocheaban; comí mi mazamorra en silencio porque tenía hambre y esperando que en el almuerzo se arreglara todo. Como de costumbre me fui a dormir y allí me despertaron unos ruidos y cuando abrí los ojos vi una máscara que me hizo lanzar un grito. Era el cuerpo de mi abuela la que se ocultaba detrás de la máscara. Desde entonces perdí el habla, cosa que aún desconocen mis padres.
Esa pendeja me deja lelo. ¿Es que es posible escribir una historia tan linda, tan correcta? No, para un novelista esto no es posible. Anarquía, últimamente he estado soñando mucho con pelotas de mierda. Tampoco aquí, en Bruselas, se puede salir. Las aceras están llenas de mierda de perros. Las gentes que tienen perros no respetan las leyes, pero los policías (que también tienen perros) se hacen los locos.
10 de mayo
Llueve. Compro: “Obras Escogidas”, de San Juan de la Cruz y “Amiel”, de Marañón.
Ahora, mientras almorzábamos, hemos oído hablar (por la radio) de Eva María Zuk y hemos oído un comentario elogioso sobre su técnica y enseguida una obra de Chopin interpretada por ella. “En la Derniére Heure” la citan y aparece su fotografía. He aquí lo que dice Le Soirm de Eva María Zuk: He estado recordando a Torres…. Una vez, cuando le dijimos que Eva María Zuk había clasificado en Varsovia, Torres respondió: “Sí, porque su mamá era polaca”. Y cuando le dijimos que había tenido éxito en México, Torres dijo: “Sí, porque su marido es mejicano”. ¿Qué diría ahora? Una vez Torres dijo que Eva María Zuk era fría, aquí Le Soir dice esto… Ese carajo se moría de la envidia cuando nombraban cualquier pianista venezolano en su presencia. Se quitaba la edad. Allá (en Venezuela) dicen que triunfo en Europa, y aquí no tocó nunca. Una vez alquiló “L´atelier” y fueron trece personas. Mandó a imprimir una tarjeta y la envió a “El Nacional”, y dijeron que estaba haciendo una carrera brillante en Europa. Otro tuerto-rey es este Torres. Coño, tengo que desenmascarar a este carajo. Allá dicen que es de una gran calidad humana. Y él dice que no ha podido comprar un piano porque nunca ha tenido dinero. Pero compró un auto y tenía 400 dólares de beca. El doble de lo que tenemos nosotros.
Lectura de “Amiel”, de Marañón. Le escribo una carta al Dr. José Fco. Torrealba.
A lo mejor a mi me catalogan como vulgar si (es que) publican este diario. La palabra me viene por Marañón. Allá, después que la gente supo que yo escribía un diario, todo el mundo se puso a escribir diarios en 1955. Apenas si contaba 17 años. Amiel, leo aquí, empezó su diario a los 26 años. Y yo escribía mi diario para aprender a escribir, o para hacer observaciones que más adelante podría utilizar en mis relatos o en mis novelas. muchos de mis descripciones son verdaderos relatos.
Esta tarde, por segunda vez, he oído por la radio belga el nombre de Eva María Zuk, el elogio que se le hace y dos interpretaciones suyas; una de Chopin y otra de Alban Berg (en presencia de la reina)
Eduardo Arias Suárez, viejo, te recuerdo en un cine de San Juan de los Morros. Fuimos tú y tu esposa a ver una película italiana, y discutimos sobre novelas, tú pagaste la entrada, tú me llevabas como cuarentaicinco años, yo te apreciaba a pesar de eso de que eras colombiano, me regalaste los dientes, me diste dinero una vez que me fui a Caracas, comía en tu casa, pues yo nunca tenía dinero y querías enseñarme francés, tú traducías “Le mur”, de Sartre, para mí, en voz alta, viejo, te recuerdo y me da lástima contigo, tú eras dentista y todo y tenías mujer e hijos, tres, y yo no tenía nada y tú me dabas de comer y todo, pero yo te tenía lástima, ¿Por qué? Y eso que habías publicado libros y aparecías en antologías y me mostrabas recortes de prensa que hablaban de ti. Hablamos aquella noche en el cine acerca de la técnica de la novela y tú me decías que un idiota no podía escribir una novela y yo te decía que sí podía y hasta podía escribir una gran novela si se sentaba y ponía en el papel todo lo que le pasaba por la cabeza, como estoy haciendo yo ahora.
11 de mayo
Recibo carta de Siso Martínez. Dice que conoce mi “agonía” por la novela.
Ya el llevar el diario es para mí la fulana piedra de Sísifo. Corro hacia él. Como dije ayer, yo llevo diarios desde 1955, pero es desde 1960 que no he dejado de escribir. Este (diario)…
Una vez estuve loco o tan loco como Strinberg esta frase me recordará lo que tengo que decir de aquella vez.
Anoche soñé que Arturo Uslar Pietri salió conmigo a dar un paseo. Nos acompañaba Gustavo Machado a quien le habían dado un permiso en el Cuartel San Carlos. Íbamos los tres por las calles y la gente señalaba a Uslar y a Gustavo Machado. Más adelante, Gustavo Machado se desvió del camino que seguíamos, bajó a una quebrada y nos dijo adiós.
- No lo hagas, le gritó Uslar, vas a dejar mal al hombre (se refería al que le había conseguido el permiso para que saliera con nosotros.)
12 de Mayo
Ayer me fui de casa, llamé a López y lo acompañé a los Baños Turcos de Saint Gilles. Yo me quedé en el cafetín tomándome un café y leyendo un relato de Julio Cortázar, “El perseguidor”; López salió de los baños y me dijo que había bajado cinco kilos de grasa desde que se viene bañando allí, esto desde hace tres meses, sin dejar un solo sábado sin ir. López no quería regresar a su casa, quería ir al cine, le dije que nos metiéramos a ver “Loin de Viet-Nam y nos metimos en el cine Aiglon.
Salimos, había cesado de llover, pues se me olvidó decir que llovía cuando andábamos buscando el cine y que el protestó un poco porque dejamos el carro muy lejos. Yo me vine a casa, estaba pendiente del concurso Reina Elizabeth. A las doce de la noche oí el veredicto. La joven Eva María Zuk clasificó entre las doce primeras. Yo me sentí levantar en el aire. Me dolió perder tanto tiempo. Tuve que tomarme cuatro pastillas de meprobamato para dormir. La emoción no me hubiera dejado dormir. Pensaba en mí: seré esto, seré lo otro y como pensaba en tantos trabajos que hacer, me dije: mejor me suicido, no joda.
Esa vaina, ahora tengo la idea de escribir una novela collage. Mal hecho. Mal hecho. No debo extraviarme. Pensar en todo, sí, pero no intentar nada, no hacer experimentos. Soy un clásico. El Rey Lear es más grande que toda la literatura contemporánea. San Juan de la Cruz es el más grande poeta vivo.
Empezar un relato así (como Joyce): Esta era una vaquita (mú) que pastaba en un prado. Lo que se comía, lo digerían los cuatro estómagos de la vaquita. Y los cuatro estómagos de la vaquita se llamaban panza, libro, bonete y cuajar. Y con el rabo se espantaba las moscas, los moscones y los mosquitos.
Luego hablaré del “mejor amigo del hombre”, ese, el perro, el que cuidaba la vaquita del lobo malo. En Venezuela no hay lobos sino ladrones.
Bueno, se me olvidaba decir que anoche antes de dormir me leí la mitad del libro de Mariano Picón Salas sobre Miranda y no me gustó nada. Marianito es tonto. Usa adjetivos como un idiota. Eso de decir “Miranda dijo de una manera fina”, es una pendejada imperdonable. Y ese acaso y ese una como que repite hasta la saciedad. Se me espelusca el cuerpo leyendo sus apreciaciones sobre Robespierre y la gente que no conoce, no entiende o que no tuvo la suficiente cultura o inteligencia para llegar a entender. Eso de decir “Robespierre frío, calculador”, etc. Mariano, te debes estar revolcándose en el infierno.
Cuanto infantil: Lista de notas de niños de esas que envían a la revista “Tricolor”: Ejemplo: Entre los animales que nos proporcionan alimentos se destaca en primer lugar la vaca. La vaca es un animal vertebrado, doméstico, cuadrúpedo. La vaca tiene cabeza grande, de frente plana y armada de dos cuernos (el toro también tiene cuernos y muchos hombres también tienen cuernos, aunque uno no se los vea). La vaca tiene un hocico húmedo con anchas fosas nasales; una boca amplia, provista de lengua larga y áspera. Con sus orejas y con su rabo espanta los insectos que la molestan. La vaca es un animal herbívoro y rumiante, es decir come la hierba la cual bota en tortas que llaman bosta y la que luego se utiliza como fertilizante para los campos y como abono para las mesetas de matas que se ponen en los balcones, las ventanas de apoyo y también a dentro, en la misma casa, pero que cuando se van a regar deben estar sobre un albañal o sacarlas. Y tiene cuántos estómagos: la Panza, el Bonete, el Libro y el Cuajar. La vaca es un mamífero. Los hijos de la vaca se llaman becerros o terneros. (A mi papá le gustaban las becerras). El macho de la vaca se llama toro (el toro sirve para que lo toreen) Con la leche de la vaca se hace mantequilla, queso, dulce, helados, etc. La vaca, después de muerta, nos da su carne. De la vaca no se pierde nada. Con el cuero hacemos zapatos, correas, maletas y sogas; peines y botones con su cacho y con sus pelos se hacen cepillos y pinceles. De aquí vino la idea de aquel versito que dice así: si tus manos son pasteles y tus dedos son pinceles, píntale el coño a tu madre y no pintes las paredes.
En un cuento de Arreola hay un hombre al que no le molestan los cuernos. El problema que más le molestaba era de cuando se muriera. Dudaba de si le limarían los cuernos o no. Él no vivió (por supuesto) para ver esto, pero, el empresario de la funeraria le hizo su urna con dos sitios muy vistosos para que cupieran sus cuernos. He aquí, en diferentes vistas (la dibujo), la urna que se le fabricó.
Miranda era un gran hombre. Nació de padres canarios. Su papá quería entrar en la milicia, pero los criollos no lo dejaron porque no tenía certificado de sangre azul. Bueno una vaina aquella. Menos mal que Miranda se fue a España. En Venezuela no hubiera podido vivir con el remordimiento y las ganas de vengarse de los mantuanos. De casualidad no lo dejaban cargar paraguas cuando llovía porque el paraguas era un símbolo de la sangre azul. En España sirvió en el ejército español y peleó contra los moros con el grado de teniente y luego de capitán. (Para no empañar su nombre no diremos que era un intrigante, lo que le valió un proceso y la caída en la desgracia de su jefe inmediato) en vez de decir que era un metido, diremos que era hábil, y que fue amigo de Jefferson. Aunque no fue verdad, también diremos que fue amigo de Washington. No obstante, es necesario decir que los demás decían de él que era un intrigante, y un aventurero y un incapaz, pero nosotros rebatiremos fácilmente esto diciendo que los demás lo envidiaban. Y lo temían, incluso el mismo Napoleón, que le confío a la duquesa de Abrantes (esto no lo hemos comprobado) que era un don Quijote en todo, salvo la locura… La única verdad que hemos sacado en claro, porque lo hemos visto con nuestros propios ojos, es que su nombre figura en el Arco del Triunfo. (Dejamos estas notas aquí porque el radio da unas noticias muy importantes sobre las huelgas de estudiantes en Francia).
Son muchas las mujeres que me han llamado el murciélago. (¿Por qué?, porque las he chupado) perdonen la falta de modestia. Casi todo lo que escribo lo hago como distracción. Amo mucho la máquina de escribir y por esta razón siempre estoy dándole a las teclas. De ahí que salgan cosas espeluznantes y otras que no lo son. Ahora estoy pensando que yo podría ser un biógrafo. Jamás podría escribir mis memorias porque no lo pondría todo en ellas. Soy medio mentiroso y no quiero pasar a la historia como lo que no soy. Seré un misterio. Sé que van a inventar. Van a decir que leía francés como español sólo porque lo escribo en una carta y en este diario. Pero ya es hora que diga que si de casualidad leía el periódico en francés. No lo hablo, no construyo bien las frases, no entiendo el cine. Soy un incapaz. Voilá, c´est tout que je suis. Esta vaina ha sido una larga retahíla de necedades y un emborronamientos de papel. Dudo en leer a Ramón Gómez de la Serna, hombre de cara redonda, ¿dónde está tu victoria? Ahí, Rodríguez, en dos o tres líneas que escribí para hacer reír a la gente y que no hicieron reír a nadie. Yo soy el primer farsante. Dije (yo mismo y otro lo repitieron) que yo era un humorista fino. La gente es tan estúpida que se reía de mis cosas porque creían que eran finas. Y no lo eran. Yo mismo no encontré nada mío fino. Lo confieso, haz que me saquen de aquí. Dile a Arrabal que no sea pendejo. Jodí a Valle Inclán. Jodí a Goya, jodí a Poe, jodí a Lope. Jodí a unos cuantos escribiendo sobre ellos. Pero que me saquen de aquí. Ruega por mí en la tierra. Diles que (así no te crean, allá hay muchos incrédulos) que quee quee quee…me he trasmitido a través de ti. Así diles que no me maten.
He sudado la gota gorda. Por un momento creí que no podía seguir transmitiendo el mensaje de Ramón Gómez de la Serna.
Cervantes engañó a la humanidad con el Quijote. Ese cuento no se lo cree nadie. (Esta nota es medio ramonesca. Cursi. Aquí no encontrareis nada fino, ni cosas ocultas. No te molestes en leer entre líneas.) Yo soy el único escritor contemporáneo que ayuda al lector. Odio a esos carajos que quieren renovar la novela. La novela es la novela. No mentira.
Para mayor comprensión de esta obra se recomienda leerla desde la primera página hasta la última. Bastante me he exprimido el coco para que venga cualquier tipo a querer interpretar 32 años a la ligera. Sólo Rufino Blanco Fombona podía permitirse el lujo de comprender un libro leyendo la primera página, la del medio y la última. La verdad es que esto lo he escrito sin respirar. Si esta novela no encuentras excesos sexuales es porque el autor se peleó con todas las mujeres. A mí me gusta escribir sobre esa condición (quería escribir manifestación) del hombre porque, ah, carajo, a quién veo ahí sino a mi papá. Se me ha aparecido. Me está reclamando. Me dice: Argenis, tú te burlas de mí, yo siempre te quise mucho. Yo lo veo con ojos desaforados, me dan ganas de llorar, pero dominándome le digo: Sí, papá, lo que pasa es que no te respeto. No te respeté nunca. Tú nunca te diste a respetar con nosotros. Mi papá se calla. Yo sé que no entiende esto. Se ríe y me ve con sus ojos como excusándose, o como si supiera qué decirme pero no se atreve. Es como si se dijera: ¿para qué voy a hablar? No voy a hacer nada con eso. Yo sigo: Sí, papá, no te diste a respetar. Todo el mundo te gritaba en casa. Yo no te gritaba, pero te tenía lástima, que es cosa peor. Fíjate, no me das miedo. Creo que en el fondo eras cobarde. Te sentías débil. Llorabas por nada. Nosotros te odiamos por eso. Has debido aguantarte. Lo de la lloradera nos lo trasmitiste al principio, pero ya nos revelamos y te dejamos de lado. Cual más, cual menos se fue de casa, se batió a brazo partido y salió destrozando todo. Hasta Alirio, para llevarle la contraria, se hizo aviador. Aquí todos nos hicimos los valientes para demostrarte. Tal vez no pensaras que tus hijos salieran así porque tú siempre representaste otra cosa, debilidad, temor, qué sé yo. Carajo, hasta te moriste loco.
Si sigo como voy, dentro de poco tendré una novela. Para la gripe tomo vino. Tres botellas me han puesto bien. Imitando a Márquez Salas me metí unos supositorios que no me hicieron ningún efecto. Evitaré las groserías en esta novela. Pueden perjudicarme en mi porvenir. André Gide, en “Monederos Falsos”, creía hacer una cosa metiendo sus ideas acerca de la novela. La mejor idea acerca de la novela es no decir nada. Natalia Sarraute va a fracasar porque quiere explicarse. Con el tiempo nos quedaremos con sus explicaciones y desecharemos sus novelas. Permitidme que haya seguido, quise terminar esta cuartilla.
Tratado del alma. Todo comenzó cuando ella me dijo que nos fuéramos a Méjico. Esto no lo entendía nadie porque acabábamos de conocernos. Apenas si le había hablado cuando me dijo que nos fuéramos a Méjico. Me mostró un pasaje y todo que le quedaba de cuando estuvo en Cuba. Los comunistas la habían enviado allá a hacer un curso de logística. Después, cuando yo le sacaba lo que me dijo decía que ella no había dicho nada. Así es como envainan a uno. La cogía por llorar y por reclamar. Terminó insultándome, levantándose de la silla me marico. Ella sabe que no hay palabra más dura para un hombre que decirle marico. Yo tenía ganas de darle un correazo. Se puso como una estatua. No le di los correazos porque me sentía mal. La cabeza me dolía. La rabia me vino de que estaba mal y se estaba metiendo conmigo. Por la noche ya estaba más suave y me reclamó porque me había ido al cine solo y que ella también iba a hacerlo. Me decía que la molestaba que yo supiera que estaba enferma y no la atendía. Yo tuve una lucha conmigo mismo. Me tentaba el acto sexual y no me decidía a agarrarla. La agarré pasado un tiempo. Ella no cedió, me agarró donde le dije y terminamos haciéndolo completamente desnudos. Hoy casi no hemos hablado. Ella se ha portado bien. No se ha quejado y ha cocinado las dos veces esta mañana me sirvió dos veces café con leche.
Ejemplos como ese de arriba, desprovisto de todo aditamento, son buenos. Se ve que uno dice la verdad y nada más que la verdad. Lo mejor del cuento de Cortázar que leí ayer es aquella parte en que Johnny, que está sentado en un mueble arropado con una cobija, se quita la cobija y aparece desnudo con las bolas colgándole y pela los dientes como un caballo.
Autobiografía indecorosa.
13 de mayo
En la mañana me fui a la Embajada y pasé el día allá hablando con el portero, señor Morán. Es lo que se llama un día perdido. Total desmoralización. Estoy cansado de este país. No me abandona la idea de irme. Hoy me llegó un número de “Zona Franca”, el 56. Hoy tenía que pasar algo. Es 13 M le firmó algo al repartidor de cartas y no sabe que fue porque lo que vino no es certificado, que es esa revista “Zona Franca”. Mañana viene G de España. Pasaba sus vacaciones allá.
14 de mayo
Anoche soñé que iba, a pie, para México. M se devolvió en un camino porque decía que yo la provocaba. Yo seguí con otra persona desconocida. Son las nueve de la mañana. Ayer me dijo la hija del Embajador que su papá se había ido a París a esperar a L. E. Rey que viene de paso por acá.
Son las dos y media del mediodía. Venimos de comer en la Universidad. En la Embajada estuve esperando a L. E. Rey a quien vi y con el que conversé. Antes de despedirse dijo que le habíamos dado una revisada (en poco tiempo) a los hombres y a la política del país. Quedó en venir por casa mañana a eso de las 10 a.m. Cuando recibió aquella nota sobre Velásquez no quiso publicarla antes de leérsela, cosa que no consiguió y no publicó al fin. De Domingo Alberto Rangel dijo (apoyado por el Embajador) que él mismo rebatía sus posiciones. Que en las reuniones de su partido exponía algunos puntos, pero que en seguida variaba y se ponía a rebatir sus mismos puntos.
La Entrevista.-Preguntas y respuestas a un grande hombre. Escritor, político, etc.
15 de mayo.-
Me encontré con el coronel Sánchez en la Embajada y me fui con él y con su señora a la casa del Embajador. Pocos minutos después llegó Vicente Gervasi con su familia y su yerno, un joven de lentes al que llama El vikingo y del que debe estar muy complacido porque lo supone raza superior. Esta reunión (a mí me interesaba particularmente) porque allí iba a encontrarme con L. E. Rey, con el que hablé de Ramón Velásquez y en definitiva de “una revisión” de varios personajes de la política venezolana, entre los cuales los más sobresalientes fueron Alirio Ugarte Pelayo y Alfredo Tarre Murzi.
L. E. Rey me habló un poco de él mismo. Yo le dije que (por el nombre de Álvarez Portal) lo conocía desde la época de Pérez Jiménez. Trabajó y dirigió el diario “Ahora”, luego estuvo en Moscú de consejero con el poeta Lizardo y después regresó al país a la caída de Gallegos para dirigir “El País”, diario que no dejó salir la Junta a instancias (según L. E. Rey) de Alirio Ugarte Pelayo. Se habló de mi diario y al parecer don Vicente Gervasi contó hasta tres veces un mismo cuento con el objeto de que yo lo escribiera. O mejor dicho, los cuentos fueron dos. El primero trata de que en el patio de la casa de Vicente había un árbol que tumbó una tormenta y en el cual se detenían los búhos todas las noches. Vicente, cuando no oía los búhos, salía y se ponía debajo del árbol y cantaba como ellos. Por asociación, Gervasi habló de un señor de Valencia al que calificó de serio cuya “sin razón” consistía en salir cuando todo el mundo dormía, y encaramarse sobre un árbol y cantar como un gallo. Entre otras cosas debo recordar una anécdota que contó el coronel Sánchez y que yo tildé de Kafkiana. Se trata de los días de Larrazábal y al coronel lo llamaron a Miraflores y lo metieron en un cuarto y desde allí veía pasar al Ministro de la defensa (Castro León) y al jefe de la Escuadra Carlos Larrazábal a los que oía insultar y maldecir y lanzar, palabras como “déjenmelo a mí para envainarlo”. Encontrándose en ese cuarto, el coronel (que en ese entonces era Mayor) vio como el ministro de la defensa y el jefe de la escuadra pasaban arrastrando a un hombre que llevaban agarrado por los brazos. Casi en seguida vinieron por él y el coronel (entonces mayor) identificó en el hombre a un célebre preparador de Caballo cuyo nombre se nos escapó a todos. Dice el coronel que cuando entró se sorprendió de toparse con la Junta y los ministros en pleno y al presidente Larrazábal en un sillón más alto que los otros en el cual levantaba y dejaba caer los brazos.
– Usted conoce a este hombre? – Le preguntaron al coronel señalándolo al preparador de caballos.
– No-, respondió el coronel.
Y esa misma pregunta se la dirigieron al preparador de caballos quien respondió en idéntica forma. Barullo por parte de Larrazábal que le preguntó al entonces mayor que si estaba conspirando y respuesta del mayor de que no conspiraba. Barullo de parte de los miembros de la Junta que le decían a Larrazábal que no dijera eso porque no había pruebas de nada y silencio absoluto. Sólo se oía el golpear de los brazos del presidente de la Junta contra los brazos del sillón. De repente el Presidente dice:
– Vamos a ver, ¿usted está de acuerdo con que se creen tres ministerios?
– Si usted no puede con uno va a poder con tres.
3 de la tarde. A las dos fui a acompañar a L. E. Rey a la Av. Louise por donde lo pasaría buscando el chofer del Embajador; en casa nos habíamos tomado unos oportos y le mostré la novela de la que leyó unos capítulos. Después yo también le leí otros, o algo más, o menos duros para que se llevara una impresión… No sé qué piense de mí y mi de mi obra. Pero en la calle me dijo Garmendia dijo yo era un buen tipo y un buen novelista. Lo que sea que se piense de mí lo sabré más adelante. Me interesaba darle a conocer algo de la novela para que hable de ella y la ponga interesante. Esa propaganda de ir de boca en boca, es más importante que la de los periódicos; hay más intriga, más misterios, más interés…Cuando le leí el capítulo que corresponde a Julián Landaeta (suerte de Juan Liscano) me dijo que Liscano se había peleado con su mujer en aquellos días, del Congreso de Literatos en Venezuela y que fue a metérsele a Onetti en su cuarto. Liscano apenas si recién acababa de conocer a Onetti. Según parece Liscano se peleó con su mujer porque Liscano le dijo a su mujer que se fuera a casa de su mamá (de Liscano) y la mujer no quiso. Yo pensé en que lo que he escrito de Liscano que es acertado. Liscano ha sufrido el complejo de Edipo, está muy apegado a su mamá, quien lo domina. Estoy casi seguro que la mamá domina a Juan y lo cela de su mujer actual
Aquello era un caos. Los comunistas se pelearon, se dividieron en cuatro grupos y cada grupo llamaba al otro traidor. Sin embargo, el gobierno no perdió su tiempo. Persiguió a unos, dejó en la legalidad a otros e ilegalizó otro grupo. Los guerrilleros inventaron historias heroicas sobre su jefe Bulfos, y calificaron de delatores a los que dirigían la clandestinidad desde la cárcel. En los libros se atacaban a las tontas y a las locas, y eran más las veces que se la pasaban en los cafés de Sabana Grande agotando la cerveza y buscando la mejor táctica o manera de enamorarles las mujeres a los camaradas presos o a las mujeres de los guerrilleros. La guerra estaba degenerando en pleitos personales, e un pleito de familia y el gobierno contribuía a azuzar la candela publicándole las cartas a los comunistas que se habían comprometido con entregar al jefe Bulfos con el convenio de que los dejaran participar en las elecciones parapetados detrás del candidato El Orejón. La verdad era que ese embrollo no lo desenredaba nadie. Nadie sabía con quién militaba al lado. Los guerrilleros pedían permiso para pasar vacaciones en la ciudad y los estudiantes izquierdistas iban y hacían fotos en el monte. Sólo los presos rumiaban y los que no hacían sus túneles pactaban con el gobierno para irse a Rusia o hacer una vida legal, o cuando más, hacer una militancia tibia en un partido llamado el UPA o la Confederación de Trabajadores Revolucionarios que hacían una manifestación por año, esto es el día del trabajador.
Venían periodistas extranjeros a efectuar entrevistas y se met{ian en una célula que los llevaba al monte y de regreso iban a tener en la Dirección de la policía, casi por el mismo conducto.
Venían cubanos a efectuar invasiones y desembarcaban con las armas en las manos en las puertas de un cuartel guiados por un comunista que era de confianza y que había realizado cursos de entrenamiento en La Habana.
Nadie sabía nada. Unos se suicidaban y los otros decían que los habían asesinados. Y otros eran asesinados y los que se suicidaban eran acusados de cobardes por sus compañeros.
Compro “L´ére du soupcon”, de Nathalie Sarraute.
De Gaulle en Rumania.
Pero a él lo llamaban “Boca aguada” y “El come mierda”…. esta frase es lo mejor que yo he escrito en mi vida. Quedaré por ella. (“Gritando su Agonía”)
16 de mayo
A las 10 a.m. me fui a la Embajada con la intención de despedir a L. E. Rey y allí me encontré con el Embajador Morales Crespo, Vicente Gervasi y el mismo Rey. Hablaron de mi novela, que Rey les comentó ayer noche. L. E. Rey se había ido de casa sin poder identificar uno de los personajes y cuando le habló de éste al Embajador, el Embajador sin titubear dijo que ese era Antonio Márquez Salas. Yo dije que Márquez no tenía más que un solo vicio: el aparato de una mujer y Vicente Gervasi dijo que realmente Márquez Salas era un lúbrico, que él (Márquez Salas) le confesaba que se iba a una hacienda que tenía nada más que para ver fornicar a los cochinos. L. E. Rey, antes de embarcarse, me dio un sencillo que tenía en la mano que ascendió a unos 35 bolívares.
De regreso, en el mismo aeropuerto, el Embajador Morales Crespo, Vicente Gervasi y yo nos tomamos unas cervezas.
Compro la versión francesa de “La noria”, de Luis Romero.
Son las doce menos veinte de la noche M y yo estamos regresando del cine Aiglon, donde hemos visto una película americana: “De aquí a la eternidad”.
López me contó que el coronel le dijo que yo era buen amigo, que era inteligentísimo, hábil y culto… como me gusto el comentario hice que me lo repitiera varias veces… “-que eres buen amigo inteligentísimo, hábil y culto”, me repitió López. Era en el comedor de la Universidad, y como había un tremendo alboroto, me hice el que no oía bien y le dije que me dijera con calma eso que le dijo el coronel Sánchez de mí… “que…eres…buen amigo…inteligentísimo…hábil…y culto…” yo quería que me dijera y me repitiera eso todo el tiempo mientras comíamos, pero ya no encontraba motivos para hacérmelo repetir.
17 de mayo
Simón Alberto Consalvi me envía dos libros: “El hombre que daba sed”, de Adriano G. L. y “P.T.C. Pto. Sucre Vía Cristóbal”, de Armas Alfonzo. El libro de Adriano está editado por Jorge Álvarez y en la presentación se pone 34 años, lo que es mentira porque Adriano tiene 38. Adriano cree que porque es chiquito tiene derecho a quitarse la edad.
Le escribo a Consalvi agradeciéndole los libros que me mandó.
Esta tarde, M irá a la Gare du midi a esperar una amiga que viene de París.
Anoche soñé que me había vuelto a meter a guerrillero y que estaba bajo el comando directo de Fidel Castro y Douglas Bravo, y que Fidel estaba enfermo, acostado sobre una tabla en plena plaza pública y Douglas Bravo le ponía un lavado.
18 de mayo
En vano intenté leer uno de esos nuevos cuentos de Armas Alfonzo. Cualquier periodista hubiera podido escribirlos mejor. El único que sobresale es “Los Cielos de la Muerte”, que lo escribió en su juventud. Cómo se ve que lo que ha hecho es perder el tiempo.
Autobiografía innominada. Autobiografía sin nombre.
Gaby y M salieron a hacer un mercado y luego salí yo más atrás y me tomé un café y por ahí me encontré con Mme. Cousin, que vino a casa a visitar a M. Y aquí yo encontré una tarjeta de López que decía que nos invitaba a comer a su casa y a la una vino Amabeli y de aquí nos fuimos con ella, pero antes le leí unas notas de este diario a Gabi y me gustó mucho que ella se entusiasmara y me dijera que si fuera por ella pasaría horas enteras oyéndome leer, pero nos fuimos porque teníamos que irnos, y Amabeli nos decía que nos fueramos, pues tenía que hacer las arepas y en casa de López comimos caraotas, y pollo frito, y arroz y yo jugué con los muchachos y en esto vino Guilarte con su mujer y sus hijos, y discutimos y él dijo lo mismo de siempre, de que si Eugenio Mendoza y sus hijos, y del interés del dinero y etc. Y López, después que Guilarte se fue, lo llamó negro y siguió la discusión y López hizo la distinción entre el civil y el militar y yo pensaba “debo estudiar más historia de la economía en Venezuela” y hablé, no muy bien convencido de lo que decía, recordando viejas lecturas, no sé porque la gente no se da cuenta de que un cuentista es un hombre que trabaja con la realidad y la imaginación, coño, qué confusión tenía yo en la cabeza.
19 de mayo
Me desperté temprano pero seguí en la cama tratando de recordar el sueño que tuve anoche, cosa que no pude. Ahora estoy solo en casa. M y Gaby han salido a darle una vuelta a Carolina.
Yo me acuerdo que por ese motivo Angelito se hizo el más popular del pueblo durante un largo tiempo. “Cómo fue la cosa, Angelito?”, le preguntaban, y Angelito, con pocas variantes, respondía: “Gua, así, chico. Se fue la luz, pero el picó que era de pilas siguió y los que bailábamos seguimos bailando. Pero como te digo, no le acabé adentró, ni siquiera se lo metí, sino que le acabé afuera.
Tú sabes, seguía explicando Angelito muy doctoralmente, no es necesario que uno se acueste con una mujer durante un año seguido para ponerle una barriga, basta que le entre un poquito del espermatozoide para que salga en estado. De esto me vine a dar cuenta cuando me llamaron para casarme, porque la verdad es que la mujer y todo con su barriga era virgen.
- ¿Cómo la virgen María?, no es verdad, Angelito- le respondían sus viejos amigos de la esquina de los Alvarados.
- Ni más ni menos -decía Angelito-: Imagínate que desde que me pasó eso lo que ahora creo fue que a la virgen María le acabaron afuera y por eso conservó el virgo. Tú sabes que virgo viene de virgen y la “Virgen María”, dizque tenía su virgo con el niño adentro.
- Imagínate, pues, Angelito.
Angelito andaba muy orondo por eso de que se había casado después de haber probado a su mujer. Eso no lo hace sino un vivo. Y lo que es Angelito, no tenía un pelo de pendejo. Pero no vayan a creer que todo en la vida es de color de rosa, pues no, a Angelito esto de andar comparando a su mujer con la virgen María le valió tres meses de carcelazo.
– ¿Pero cómo fue eso, Angelito?
– Gua, una vieja que me oyó echarle el cuento a su hijo, para precisarte, la mamá de Roraima Martínez… pues salió y me denunció como Comunista.
Angelito fue pasando de moda desde esa vez. No varió en nada y ya la gente estaba hastiada del asunto de que le había acabado en las piernas a su novia una noche que bailaban al ritmo de un picó de pilas. Guá, que la vida es seria, que cuando ven a uno feliz lo que están esperando es la oportunidad para darle a uno su trancazo.
López vino con su hija Amabeli y comió con nosotros. Salimos a dar una vuelta por la Grand Place. Tomamos café en dos ocasiones. Ha hecho un frío (en casa) de 15 grados. A López se le salió el complejo de que no tiene por mujer una profesional. Su hija Amabeli nunca habla. Aquí he encendido la calefacción.
20 de mayo
El sueño de ayer era de que era taquillero en un cine. El sueño hoy es más complejo; yo hacía una travesía por los Estados Unidos. Aquello era una romería; todo el mundo iba a pie; yo llevaba a C en los brazos. De pronto empecé a ver casas de barro techadas con palma y era que había llegado a Venezuela; había una cola de automóviles y uno me dijo que venía a Europa como secretario de una Embajada. Yo sentía un gran temor de encontrarme en Venezuela. Temía que me reconocieran. Vi pasar al pintor Mateo Manaure y me escondí para que no me viera. Un automovilista me saludó por mi nombre y yo lo saludé, y pensé que era popular, que la gente me conocía por mis obras. Pero también había otro hombre, el hermano del capitán de Navío Pedro Medinas Silva, que no quería saludarme y que hasta hablaba mal de mí. Yo tenía unos pedazos de pan, unas cáscaras de naranjas y un libro en el bolsillo.
Recibo una carta de mi hermana Teresita con una fotografía suya adentro en respuesta a la foto en que estoy sobre la nieve que le mandé a mi mamá.
21 de mayo
Aquí, no le dijo ella. El cuarto estaba a oscuras y él estaba de pie tanteándole las piernas. Aquí no, puede venir mi mamá.
22 de mayo
Pasaron corriendo sobre la arena. Lautréamont. Recurso. No están en mí. Nada puede hacerse por imitación. El fuego lo es todo. Todos los fuegos. La imaginación: campo inexplotado. Venezuela: país sin imaginación. Imaginación: poder. La imaginación es el poder más grande con que cuenta el hombre. O nos realizamos con su poder (el de la imaginación) o dejamos la semilla para que otros se realicen (con lo de nosotros). Es igual. Forma de destrucción. Soy un destructor nunca podré ser un constructor. Soy un destructor en mí (en sí). Es más trágico la destrucción que la construcción. Y con más grandeza. El poder de la soledad. La soledad: causa de la imaginación. Formas de formas (Ulises). Cultura: reflejo (pero reflejos de qué) Camino: Liberarse del pasado y construirse según lo que piense uno que es cuando llega a la edad de la razón. (Edad de la razón: Rimbaud. Sartre se robó este término) Piedad-Moral-Reblandecimiento de cerebro.
Aquí estoy a la espera de López. Me invitó a ir con él al concierto de Eva María Zuk en el Conservatorio de Bruselas.
Regreso del Palais de Beaux Arts. He visto y oído a Eva María Zuk.
La radio habla de su gran temperamento. Vi cómo sudaba Eva María Zuk por la espalda.
23 de mayo
Soñé que trabajaba en el Ministerio de Justicia, pero a la hora de mediodía, cuando tocaba salir, no podía salir del edificio porque me encontraba borracho y se me hacía difícil dar un paso. Cuándo me desperté pensé que eso se debía al asunto de las pastillas de Meprobamate.
Me traje la desesperación de E. M. Zuk, porque la orquesta se equivocó y ella estuvo llorando en su camerino.
A un cine: “Dans la chaleur de la nuit”.
López me dice: “-Como me casé con una mujer con diez años menos que yo, durante los primeros seis años le metí seis hijos seguidos para que se emparejara conmigo”.
Hay muchas cosas de las que no he hablado pero de las que siempre he querido hablar. Si no lo he hecho ha sido por falta de tiempo. Ahora me he sentado con el propósito de hablar de estas cosas, pero ha sido tanta la comida que he comido en la cena que posiblemente no escriba más que la introducción. Y tal vez ni siquiera escriba la introducción. Resulta que en la cena G ha hablado de Lady Bird… ella ha dicho: “Sabes que Lady Bird lleva un diario?” “No”, le respondo. “Pero un diario distinto al tuyo”, sigue, “un diario hablado, que va grabando día tras día en un grabador”. Le digo que esa es idea de Huxley. Me he desviado, os lo he dicho. En la mesa yo recordé a mi papá. Volaba grandes papagayos a los que le ponía la esvástica. La gente salía a ver esos papagayos. Me acordé de unos italianos. Uno de ellos, mi gran amigo, se llamaba Martino Volante, trabajaba en el campo petrolero de Roblecito colocando los palos del Bowling para que fueran y los tumbaran unos americanos. Me acordé, pero no hablé de esto, de un bachiller que aprendió inglés por su cuenta y los americanos decían: “-tiene un tronca de vocabulario”. Me acordé de un juego de pelota entre militares y petroleros. Me acordé. He aquí que no he dicho nada. De lo que os pienso hablaros es de que me imagino ciudades monstruosas. Siento miedo por el tiempo. El mal tiempo no quería decir nada para mí. Mal tiempo en Venezuela es un aguacero, ya ven, eso no quiere decir nada. Lady Bird.
24 de mayo
Recibo carta de Dr. Torrealba. Recibo cheque de “Zona Franca” por el relato que mandé. El relato aparecerá el mes próximo. Recibo carta del Ministerio de Educación. Están conformes y me devuelven el diploma que me dio la escuela Fernand Cocq y que dice que terminé el 2do año de perfeccionamiento de francés.
Hoy no ha pasado nada. Una bandada de cuervos.
25 de mayo
Me llega carta de L. E. Rey y me envía una nota de periódico sobre mi novela que publicará J. Álvarez. “-Siso Martínez –dice-, está hospitalizado a causas de un conato de infarto”.
Me llega un ejemplar de “Imagen”, nº 24.
Ella tenía una mata de begoña en su cuarto. Su cuarto daba al Sena.
Hoy hacía un buen día y nos fuimos a un parque que queda por aquí cerca de la Av. Louise con unos sandwiches y unas coca colas y cuando estábamos comiendo pasó un policía y nos dijo que estaba prohibido “picknear” sobre la grama; la gente que estaba por los alrededores nos veía cuando el policía nos amonestaba y aún seguía mirándonos cuando nos sentamos “como debía ser”, en los bancos. Francia está revuelta. Yo no leo nada. De Gaulle pide un referéndum.
Pienso que en el presente los más grandes hombres para mí son: Rimbaud (que nunca ha dejado de serlo), y Lautréamont.
Cuando me encontraba en el parque me acordaba de las novelas de Margarita Duras. Pensé que en esta sociedad las novelas tendrán que circunscribirse a los parques.
No olvidar: Cuando vuelva a escribirle al Dr. Torrealba, decirle que dedique una hora diaria (al menos) para elaborar sus memorias.
Pienso que el mejor escritor de la generación del 28 es Uslar Pietri; que el mejor escritor de “Contrapunto” es Mariño Palacio; que el mejor escritor de la época de Sardio es Adriano González León y que el mejor escritor de lo que ha dado en llamarse la generación del 58 soy yo. (Debo aclarar que fue el 59 cuando publiqué mi primer trabajo. Revista “Tabla Redonda”.)
26 de mayo. Domingo
Anoche nos quedamos hasta la una de la madrugada esperando el veredicto de la Reina Elizabeth. El primer premio fue para una soviética de 16 años, Ekaterina Novitzcaya. Eva María Zuk obtuvo el octavo puesto.
Releo “Los Cielos de la Muerte” en ese nuevo libro de Armas Alfonzo. Este ha reescrito este cuento. No encuentro en él (el cuento) nada que valga la pena. Más bien me he avergonzado de la estima que he sentido en otro tiempo por Armas Alfonzo. Armas Alfonzo sólo tiene dos cuentos que valen la pena: “La Hora y Punto” (en primer lugar) y “El único ojo de la noche”.
Para un artículo: “Apreciación personal de la narrativa venezolana”. (El cuento).
27 de mayo
Apreciación personal del cuento venezolano: Confieso que los cuentos venezolanos que más me han gustado o por los cuales he sentido admiración, son, por orden de aparición, los siguientes: “El Catire”, de Blanco Fombona; “Viva Santos Lobo” y “Los caminos nocturnos”, de Pedro Sotillo; “Ovejón”, de Urbaneja Achepol”; en término general tendré que poner “Cuentos grotescos”, de José Rafael Pocaterra porque en realidad ninguno en especial me ha atraído; (de Gallegos ninguno); “Baile de Tambor” y “La mosca azul”, de A. Uslar Pietri; (ninguno de Díaz Sánchez, ninguno de G. Meneses); el libro de cuentos de Mariño Palacio: “El límite del hastío”; un cuento de Díaz Solís: “Velando a pensamientos desatados”; tres cuentos de Márquez Salas: “El hombre y su verde caballo), “Como dios” y “Solo, en campo descubierto”; dos cuentos de Armas Alfonzo: “La hora y punto” y “el único ojo de la noche”; el libro de cuentos de Adriano Gonzáles León, “Las hogueras más altas”.
Comienzo a leer el “Hitler”, de Konrad Heiden.
Hemos pasado el día jugando a las cartas.
28 de mayo
Soñé que era brujo y que curaba gente enferma.
Le Escribo a Consalvi y le envío unos relatos para que los publique en “Imagen” o en la “Revista Nacional de Cultura”.
Los relatos que le envié a Consalvi son sueños que he transcrito.
Pienso que ahora en Venezuela me imitarán y empezarán a escribir sus sueños y los titularán relatos, como yo. He sido el verdadero creador, escribiendo, en mí país. Cuando escribí un foro imaginario sobre Pio Gil, Díaz Sosa y Mogollón escribieron foros imaginarios sobre Pío Gil. Antes nadie pudo escribir un foro imaginario sobre Pío Gil. El mismo Velásquez me dijo que antes de encomendarme ese foro, se lo había encomendado a varias personas, entre ellas a Francisco Salazar Martínez. Luego la gente me imitaba con el asunto del diario. Cuando la gente sabía que yo tenía un diario, se cuidaba de mi o preparaba sus palabras. Ahora todo el mundo allá lleva su diario para atemorizar, o para decir que lleva un diario. Etc.
El obrero no es un compañero, es un objeto.
López me regaló una navaja. “Para que mates gente”, me dijo. Yo me la guardé en el bolsillo del corazón. Me hice el propósito de cargarla siempre. Hay un tipo que me molesta por los lados de casa. Tal vez lo mate degollándolo. Pienso que lo mejor para mí sería una prisión donde pueda hacerme el loco y pasar todo el tiempo encerrado en una celda sin preocuparme por el futuro.
En el sueño pasé de brujo a mecánico. Podía sanar gente y reparar automóviles con la misma habilidad. Yo estaba muy ufano con mis cualidades.
29 de mayo
Anoche soñé con Consalvi, que dirigía la biblioteca de una penitenciaría y yo iba allí a buscar libros. Soñé de seguidas que me encontraba en Caracas, en una sala de estudios donde Salvador Garmendia iba a dar una conferencia; yo estaba sentado en una silla que daba a una gran ventana. Detrás de mi tres muchachos hablaban de Michel Butor. Entró Garmendia con un abrigo de cinturón y dijo unas palabras que el murmullo de los de atrás no dejó oír; se calló Garmendia, y titubeando dijo ssss; pero el murmullo seguía; varias veces intentó Garmendia seguir la charla; era imposible; delante de mí dos muchachos se inclinaron y encendieron un papel que tenía unos traquitraquis y saltaron gritando ¡fuego!; la gente comenzó a correr hacia las puertas; yo me monté en la ventana a esperar que la gente saliera primero. Sueño que la mujer de Frank S. tiene una librería; voy allá y separo tres libros: uno es un pequeño tomo de las memorias de Casanova; otro es el diario de un loco, de un escritor japonés; el otro no recuerdo.
Lo que me prueba que soy un gran hombre es que soy un gran soñador. Anoche soñé con la mujer de Frank como queda transcrito arriba y no hace media hora que se fue Frank de aquí, quien nos dijo que su mujer trabajaba en una casa de seguros. Frank tenía año y medio sin venir a visitarme.
Leo también en Le Soir de esta tarde un retrato de Michel Butor.
Lectura del “Hitler”, de Heiden.
30 de abril
Soñé que llegué a Cuba en un avión, y Fidel Castro estaba esperándome en el aeropuerto. Yo lo primero que hice fue preguntar por la Casa de las Américas. Cuba no era más que una casa grande donde había tiendas, depósitos de libros y las oficinas del gobierno. El hombre a quien me dirigí para informarme por la Casa de las Américas me dio una llave y me dijo que me dirigiera a una de la piezas del fondo; ya allí, en unos estantes, encontré lo que buscaba: un ejemplar de “Señorita corazones solitarios”, de Nathanael West.
Preparo un relato con algunas notas del diario y se las mando a Luis Esteban Rey. Lo titulé “Relatos de casa”.
Al cine: “A sangre fría”, que sigue el libro en su técnica.
Discurso de De Gaulle. Acusa a los comunistas de querer tomar el poder. Aprendizaje. Millares de personas manifiestan por él en la Plaza de la Concordia.
31 de mayo
Sueño que vivo en una vieja casa de tres pisos. Subo al tercero y allí encuentro entre un gran guacal a mi hija C. Mi hermano Felipe, por maldad, la había metido allí. La sacó y caminó por el borde de ese tercer piso. El propósito que me lleva a caminar por fuera del tercer piso es por ver una pareja de niños que se besan y se abrazan. Yo los había visto desde arriba se les haría muy difícil descubrirme. Pasa algo extraño; ya no está la niña y el niño me habla: “Ella murió. Era mi prima”.
Hoy me fui a la Embajada y el embajador me mandó a llamar con su chofer y subí y a su oficina. El embajador se me puso a las órdenes y me dijo que cuando necesitara dinero no titubeara en pedírselo. Hablamos de Mariño Palacio, que fue su compañero de generación. Me dijo el Embajador que cuando publicó su libro, eso sería por el 50, apenas si se vendieron 15 ejemplares, que era mucho para aquella época. Mariño editó 500 ejemplares y regaló trescientos. El resto (yo lo vi recién llegado a Caracas) eran vendidos de remate en la Esquina del Zamuro. Bajé y abajo estaba esperando la señora del Embajador quien me dijo que conocía a Liscano. La conversación salió por el asunto de que yo le he dicho que Liscano es uno de los personajes de mi novela. Doña Marucha me dijo que Juan había tenido una hermana, la cual había sido asesinada por su marido en la época de Pérez Jiménez. Como se sabe, los Liscano tienen dinero. Y esta hermana de Juan se cayó una vez de un caballo cuando practicaba la equitación y en el puesto de socorro conoció un estudiante de apellido Balza que fue el que atendió. La mujer, cosas que se le meten en la cabeza a los ricos, dijo que se casaba con ese estudiante, que según sus compañeros era un tipo ordinario, sucio y que andaba siempre mal arreglado, además de eso que era “negro y del pueblo”. Bueno, se casa la hermana de Juan con este hombre y la mujer lo viste, lo mete en la “sociedad” y le pone su gran casa; pero es la época de Pérez Jiménez y como todo el mundo sabe, Juan estaba exilado y los adecos eran buscado como palito e` romero. Esta señora, la hermana de Juan, empieza a ponerse celosa y la mujer a gritarlo: “-Tú eres un negro, un sucio, tú no eres nadie, todo lo que tienes me lo debes a mí”. Y esto todos los días, hasta que el hombre (ya era médico y médico de los buenos) estalla y le mete tres tiros a su mujer.
A mi regreso a casa, M me dice que Monsieur Van Haute vino preguntando por mí y que me dejó dicho que pasáramos el lunes por su casa de Gant. Nos esperará en la Gare. Yo compro para llevarle como regalo la versión al francés del “El señor Presidente”.