Por: Franklin Ledezma Candanedo
El 7 de noviembre de 2019, la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) aprobó, por vigésimo octava ocasión consecutiva, la resolución ‘‘Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno de los Estados Unidos de América contra Cuba’’, con el voto favorable de 187 Estados miembros.
Según informe oficial confeccionado por el gobierno revolucionario cubano, existe un serio retroceso en las relaciones bilaterales y un progresivo recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero.
Indica el informe que las numerosas regulaciones y disposiciones emitidas por el gobierno de los EE.UU. contra Cuba alcanzaron niveles de hostilidad sin precedentes. La posibilidad de establecer demandas al amparo del Título III de la Ley Helms-Burton; el incremento de la persecución de las transacciones financieras y comerciales de Cuba; la prohibición de vuelos desde EE.UU. hacia todas las provincias cubanas, con excepción de La Habana; la persecución e intimidación a las empresas que envían suministros de combustible a Cuba, y la campaña de descrédito contra los programas de cooperación médica cubana, constituyen algunos de los ejemplos más distintivos.
Señala el documento que todas estas medidas impactan fuertemente en las actividades económicas de Cuba; en particular, las relacionadas con operaciones de comercio exterior y las inversiones extranjeras. Esta situación ha obligado a Cuba a adoptar medidas coyunturales de emergencia, solo posibles en un país organizado, con una población unida y solidaria, dispuesta a defenderse de la agresión extranjera y a preservar la justicia social alcanzada.
Como parte de su escalada agresiva el gobierno de los EE.UU. también ejerció fuertes presiones sobre un grupo de países, particularmente de América Latina y el Caribe, con el objetivo de desmembrar el apoyo al proyecto de resolución contra el bloqueo presentado por Cuba ante la Asamblea General de la ONU, los días 6 y 7 de noviembre de 2019. A pesar de estas maniobras y chantajes, el resultado de la votación demostró, una vez más, el apoyo abrumador de la comunidad internacional a la causa cubana.
Asegura que el bloqueo constituye una violación masiva, flagrante y sistemática de los derechos humanos de todas las cubanas y cubanos. Por su declarado propósito y el andamiaje político, legal y administrativo en el que se sustenta, califica como un acto de genocidio a tenor de la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio de 1948.
Indica que, a precios corrientes, los daños acumulados durante casi seis décadas de aplicación de esta política ascienden a 144 mil 413.4 millones de dólares. Tomando en cuenta la depreciación del dólar frente al valor del oro en el mercado internacional, el bloqueo ha provocado perjuicios cuantificables por más de un billón 98 mil 8 millones de dólares.
Por otra parte, advierte que la aplicación extraterritorial del bloqueo se mantiene como signo distintivo de la política del gobierno de EE.UU. hacia Cuba. Este sistema de sanciones representa una amenaza tanto para los intereses y derechos soberanos de Cuba como para los de terceros países, cuyos ciudadanos no están exentos de sufrir las consecuencias de esta cruel e ilegal política, que contraviene el Derecho Internacional y los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas, así como las normas internacionales de comercio.
El texto completo del informe puede leerse en el siguiente link:
La escueta realidad planteada nos conduce a reflexionar sobre las acciones concretas que deben adoptar, a muy corto plazo, gobiernos del planeta entero y los progresistas de la Patria Grande, para combatir eficazmente al dinosaurio imperialista, que violenta e ignora el orden jurídico y le fabrica el apocalipsis al mundo entero.
No se deben pasar por alto sus criminales maquinaciones, ni mirar hacia otro lado, las sanciones extraterritoriales que ha impuesto a Venezuela, Nicaragua, China, Corea del Norte e Irán, entre otros gobiernos y países. El desconocimiento de esta terrible realidad, por ignorancia o conveniente postura cómplice, no les garantiza estar a salvo de sanciones que les impondría la mano peluda imperialista, por apartarse de sus directrices.
Tiempo es de seguir el paradigma de la vertical e insobornable Cuba revolucionaria, y dar pasos innovadores para castrar las aberraciones del minotauro imperialista, secundado por títeres a su servicio, entre otros, el cartel de Lima y el apoyo de Israel (el sionazismo), el mayor estado terrorista y racista histórico, mil veces peor que Calígula, Nerón, Hitler y Mussolini juntos (indoame08-07/06/21).
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