Emilio Hernández / Correo del Orinoco
El panorama geopolítico y económico en el 2025 no se presenta muy halagador para Venezuela, después de no haber podido ingresar al BRICS+ por veto de Brasil, así como por el triunfo de Donald Trump en EEUU y el nombramiento de Marco Rubio como su encargado de política exterior. El G7 acaba de dar unas declaraciones irrespetuosas donde afirma que “los datos públicos” indican que ganó el candidato del fascismo. Viene conflicto.
Debemos redoblar los esfuerzos para ser un país industrioso y productivo desde los mismos hogares.
Hay muy pocos estudios sobre el impacto de la producción doméstica en el PIB, en comparación con el grueso de los estudios económicos. Es como si a la ciencia económica le pareciera poca cosa el aporte de la autoconstrucción, las reparaciones domésticas y las labores del hogar como cocinar, lavar, cuidar y educar a los niños, entre otras, a la generación de riqueza. En Venezuela el debate económico está dominado por la política monetaria y la política petrolera.
En esos pocos estudios se evidencia que el aporte de la producción doméstica al PIB es considerable, incluso de hasta un 40% del PIB nominal. El PIB oficial sería mucho mayor si incluyera en su cálculo una estimación del costo de las labores domésticas que, al no generar facturas, no se incluyen en el cálculo del PIB.
En países como Venezuela, especialmente en estos tiempos de bloqueo económico, las mejoras o ampliaciones del hogar, así como las reparaciones de todo tipo hechas por los miembros del grupo familiar, con frecuencia representan más ganancia que el ingreso en dinero. Además, es un argumento a favor de una economía sostenible y amable con el ambiente un buen nivel de reparación y reciclaje en los hogares.
El bienestar no sale sólo de un salario o una renta. La ciencia económica, en un país como el nuestro, debería dedicarle mucho esfuerzo a estudiar la producción doméstica y el siguiente nivel, el intercambio vecinal y comunal.
Deberían desarrollarse más metodologías, modelos y métricas de estudio de estos niveles. Deberían diseñarse políticas de apoyo sobre la base de dichas métricas para saber si son efectivas.
La moneda comunal, descrita en la Ley Orgánica del Sistema Económico Comunal promulgada en 2010, seguro es de mucha ayuda para el intercambio endógeno comunal, pero para conocer el nivel de beneficio habría que realizar estudios. Los miembros de una comuna pudieran intercambiar bienes y servicios sin usar bolívares ni dólares, que no tienen. Para eso es la moneda comunal, para intercambiar fuerza de trabajo, que si tienen.
La producción doméstica y comunal será clave para la resistencia. Hagamos más propuestas y debates sobre estos niveles productivos y ¡venceremos!