Porras, Florencio: Llegó a Mérida en 1999, decidido a tomar el toro por los cachos, en vista de que el llamado “poeta” Adelis León Guevara no tenía guáramo para asumir el liderazgo en la región. Con habilidad fue metiéndose hasta conseguir la candidatura para el Estado, triunfó y con muchos bríos comenzó a gobernar. Su primer gran enfrentamiento fue con el obispo Baltazar Porras; de Porras a Porras, Florencio iba muy bien. Florencio pedía contundentemente cárcel para el obispo, y el contrapunteo feroz duró unas cuatro semanas, y de pronto nos encontramos a Florencio tirando la toalla y reuniéndose con el referido bandido obispo. De aquí en adelante se inició el giro hacia la derecha de este gobernador, llegando a tener serias diferencias con el Comandante Chávez que éste nunca pudo olvidar. En el 2008 ya Florencio renunciaba al PSUV. Entonces desapareció de Venezuela, se fue a Bogotá a hacer una maestría, y volvió a aparecer en el 2012, lanzándose como candidato a Gobernador por Mérida con apoyo de los partidos Comunista, Tupamaro y Redes, entre otros.
Cuando el Comandante Chávez se decidió por la candidatura de Alexis Ramírez, vaya el traumático lío de identidad que comenzó a padecer Florencio. Decía que era triste ver como a Chávez lo engañaban, que era como suponer que él (Florencio) era mucho más listo que el Presidente.
Lo que perseguía Florencio era impedir a toda costa el triunfo del candidato de Chávez, Alexis Ramírez. Y sin ninguna duda de que la derecha mantuvo durante todo el tiempo, apoyando de manera frontal, en un esfuerzo indecible para hacerle todo el daño posible a la revolución en Mérida. Pese a todos los llamados que se le hizo Florencio no retiró su candidatura.
Porras, Florencio: en absoluto carecía de fortaleza moral para el agradecimiento, para la nobleza y la grandeza humana y no retiró su candidatura. Él utilizó a Chávez dos veces, y creyó poder utilizarlo una vez más, pero ahora con el fin más oscuro y mortal de todos.
Florencio desde hacía varios años llevaba una vida oculta extraña. Iba mucho a Colombia (como sostiene el escritor Juan Veroes) entrenándose para asumir en Venezuela un raro papel de centauro, como el de Páez, tal cual lo deseaba el Santander hoy de Colombia, Álvaro Uribe Velez. Por eso ese despliegue tan bestial cuando lanza su candidatura, de que “llega el centauro”, “arranca el centauro”, “ha aparecido de nuevo el centauro”.
Porras, Florencio: El fenotipo de Florencio es de derecha. Él ha dicho que no cree en socialismo. Hace años le hice una entrevista para el semanario “La Razón”, en la que me hizo revelaciones paralizantes.
Vean el diálogo que sostuvimos:
– ¿Usted (Florencio) para entonces (el 4-F) se
consideraba un hombre de izquierda?
– En absoluto. Todo lo contrario. Yo creo que el primer comunista que yo
conozco en mi vida, y con el que llego a discutir, es con Rubén Ávila, hijo,
quien era compañero de mi promoción. Me llamó la atención, porque siendo
nosotros cadetes en el primer año, entramos en una discusión, en el que él se
manifiesta marxista, y aquello me pareció una aberración, un escándalo, para mí
que provengo de una familia conservadora, católica. ¡Comunista! ¿Qué es eso? Yo
he ido cambiando en toda esta experiencia muchos valores que tenía en esa
época. Yo, por ejemplo, era pro-israelí, incluso en mi cadena solía llevar,
además de una cruz y una imagen de la virgen, que aún conservo conmigo, también
una estrella de David. Me llamaba mucho la atención, sobre todo el aspecto
militar de Israel; su fuerza, su carácter y me apasionaba el estudio de la
Guerra de los Seis Días. Bueno, a lo largo de todo este proceso y
principalmente la estancia que paso en la cárcel, reflexionando y leyendo
muchas cosas, ahora yo me declaro abiertamente partidario de la Causa
Palestina.
– ¿Durante el tiempo que usted se va formando en la Escuela Militar, va adquiriendo alguna formación ideológica?
– No. Incluso hasta cuando se da el 4 de febrero de 1992, yo no tengo una posición ideológica definida. Más bien, mis posiciones contra la injusticia se van dando de manera espontánea, a medida que me voy empapando de la realidad nacional. En algunos momentos asumí posiciones que ameritaron que yo fuese fichado por la Dirección de Inteligencia Militar, pero por cuestiones internas del ejército. Veía realmente que para llegar a general había que cargarle las maletas a los políticos, como se dice. Iba viendo de qué manera se iba tergiversando la disciplina, los valores y principios dentro de la institución militar, realidad que me molestaba muchísimo.
– ¿Dónde conoce a Hugo Chávez?
– Cuando ingreso en la Academia Militar de
Venezuela, en el año 1981, cuando él era teniente antiguo, porque ascendió a
capitán en 1982.
– ¿Qué le llamó la atención de este personaje?
– Bueno, dentro de los servicios militares, en un cuartel hay lo que se llama jefe de servicio: hay los oficiales de día que son los responsables del cuartel que le corresponde a los capitanes, y están los oficiales de inspección que son servicios para tenientes, subtenientes y sargentos. Como Chávez era el teniente más antiguo, él montaba guardia como oficial de día; él estaba en otra compañía, pero me llamaba la atención, porque era el único teniente que era oficial de día, y demasiado severo. Sí, hubo además algo que me llamó mucho la atención de él, fue lo siguiente: El año 82, cuando se da la guerra de las Malvinas, recuerdo que un domingo, nos da un plantón, al batallón de cadetes, cosas en él que no era nada raro. Entonces comienza a criticar la actitud de los Estados Unidos en la guerra de las Malvinas. Prácticamente nos dio una conferencia anti-imperialista. Yo era un muchacho de diecisiete años, y nos decíamos: “Bueno, este teniente se volvió loco, diciendo estas cosas y exponiéndose a que le llamen la atención.” Y es así como conozco a Chávez.
– ¿Hablar en ese medio contra Estados Unidos
era peligroso?
– Claro. Eso era un tema tabú. No olvides que los años setenta se hizo mucho
énfasis en la doctrina militar norteamericana, donde se destacaba el ataque al
comunismo; se hacían muchos cursos en las Escuelas de las Américas, en Panamá,
y esa doctrina penetró ideológicamente en las Fuerzas Armadas. Y todavía
quedaban reminiscencia en el ejército, y se sostenía con orgullo el haberse
creado el cuerpo de los Cazadores que había acabado con la rebelión armada en
Venezuela. Había en nuestro ambiente como una aversión hacia todo lo que fuese
contrario a los Estados Unidos, y que alguien plantease que esta Nación era
imperialista y no apoyaba ni ayudaba a los países latinoamericanos, uno
escuchando en ese momento al teniente Chávez, miraba los lados, temiendo que
llegase un comandante, un mayor, y entonces le llamara la atención.
Aquí está pintada de manera patética y profunda la formación política de
Florencio Porras, ni más ni menos. Por eso él, a finales de su segundo mandato
en la Gobernación de Mérida, comienza a deslindarse del proceso revolucionario.
Hay algo que llama profundamente la atención: su gobierno en Mérida se anegó de
tipos mediocres, de gente que no creía en absoluto en la revolución
bolivariana, y de un montón de empresarios y contratistas, adoradores del
becerro de oro, que hasta hace poco eran los más decididos en darle apoyo a su
candidatura, porque recibieron de él en las alturas, cálidos y dulces
contratos.
Porras, Florencio: por qué pasó una larga temporada en una universidad de Colombia, y que bien vale la pregunta: ¿qué hacía ese señor, que se hace llamar Centauro del 4-F, pasando una larga temporada en la Nueva Granada, plataforma de centenares de acciones criminales y conspirativas contra la patria? ¿Por qué si decía ser ultra-chavista, que amaba profundamente al Comandante, cómo es que de su boca jamás salió una sola condena contra el maldito Uribe y toda su canalla, los que estuvieron a punto de lanzar un ataque contra la patria de Bolívar? ¿Sobre todo y precisamente si se encontraba en ese funesto territorio neogranadino, hoy tan buscado refugio para los apátridas como para los mismos mayameros? ¿Qué dijo el Centauro Porras cuando 1 de marzo de 2008, en la provincia amazónica de Sucumbíos (Ecuador), a dos kilómetros de la frontera con el departamento del Putumayo, fue bombardeado el campamento guerrillero en el que mataron a Raúl Reyes, junto con otras 26 personas? ¿Qué dijo ante las sólidas bolas de nuestro Comandante, que el 2 de marzo del 2008, un día después del bombardeo al campamento de Raúl Reyes, en Ecuador, acusó al gobierno colombiano de haber violado la soberanía ecuatoriana, por lo que ordenó el envío de tanques hacia la frontera con Colombia y solicitó el retiro de todo el personal de la embajada en Bogotá, incluyendo al embajador Pável Rondón, en solidaridad con Ecuador? ¿Qué dijo, señor Centauro? Eso era lo que movía tanto a sospecha, y que en los medios chavistas ha corrido como pólvora, y que tanta gente comentaba.
Porras, Florencio: Seguramente este señor Centauro, en el 2009 ya se encontraba en la Nueva Granada cuando Álvaro Uribe denunció públicamente que las Farc adquirieron lanzacohetes AT-4 del Ejército venezolano que fueron encontrados en un campamento de John 40, comandante del frente 43 de las Farc y hombre de confianza del Mono Jojoy. En esa época la tensión se disparó peligrosamente entre Bogotá y Caracas, pero un mes antes el presidente Uribe autorizó a EE.UU. utilizar cinco bases aéreas colombianas para trasladar sus operaciones de Manta. Qué arrecho era que el Centauro callara tan olímpicamente esta afrenta a todo el continente americano, cuando se amenazaba a la patria de Bolívar con cinco bases militares. ¿Qué dijo él cuando Chávez denunció que detrás de Uribe estaba actuando la extrema derecha imperial para armar una guerra en la región?
¿Se habían roto las relaciones con Colombia y usted seguía allá?
Se congelaron las relaciones económicas, se sustituyeron las importaciones desde Colombia, y Porras siguió más fresco que una lechuga.
¿Y qué tal señor Centauro cuando Chávez le contestó a Uribe que le faltaron cojones para meterse con Venezuela?