La Riva Araujo, Edecio: Copeyano, cuyo único mérito fue escribir el ridículo libro “Elogio a la adulancia”, en el que su tesis es: adular no le hace daño a nadie y reporta excelentes ganancias. Él mismo refiere en su libro, triste, de cómo intentó halagar a Caldera trayéndole desde París una botella de añejo cognac “Remy Martin”. Se fue directo del aeropuerto a Miraflores para entregársela. Cuando la recibió, Caldera la puso a un lado y le dijo a Edecio: “Sabrás que mi cognac preferido es el Martell”. Edecio dijo después, desconsolado: “esta vaina no le hubiera pasado a Hilarión!”. En ese mismo libro escribió bazofias como ésta, refiriéndose a COPEI y a Carlos Andrés Pérez, respectivamente: “…en este siglo tenemos un partido político empeñado en hacer la segunda independencia y un Presidente empeñado en tener las mismas manías y rabietas del Libertador.” A todo el que se encontraba le decía esta frase que consideraba muy genial: “El Poder es muy sabroso”. Pobre diablo.
Se hizo inmensamente rico con los favores de su partido y adulando sin pausa ni compasión. En Mérida le negoció unos terrenos al gobierno de Jesús Rondón Nucete, con los cuales se construyó una urbanización en el sector de El Arenal, violando todas las leyes del ambiente. Producto de este crimen se afectó de manera grave y permanente el curso del río Chama, y hubo de construirse un muro que tarde o temprano será arrasado por la naturaleza, con las terribles consecuencias de muerte y de desolación que se producirán en dicho lugar.