Dahbar, Sergio: de los sesudos que jalan bolas silenciosa y cadenciosamente a sus amos de la oligarquía; ladran con el rabo entre las piernas, se tongonean por el consabido plato de lentejas. Realmente fue, ha sido por mucho tiempo un redomado chancho a la pata del ditirámbico Bobolongo Miguel Henrique Otero. Veamos esta tenue jalada de su bien embadurnada pluma de mierda: “Una imagen, limpia, poderosa, se instaló en mi conciencia desde el primer día en que los funcionarios del Gobierno anunciaron que irían, también, por el botín simbólico y real del Ateneo de Caracas. Imaginé de repente a María Teresa Castillo, una de las mujeres venezolanas más íntegras y con la que siempre nos sentiremos en deuda, encontrándose de frente con muchos de sus amigos del pasado, esos que tanto la buscaban en una época y ahora miran para otro lado. Como suele suceder en las películas de Bergman, que hoy casi nadie tolera demasiado, María Teresa Castillo busca con los ojos un gesto en la gente que aprecia, algo que le explique cómo pudieron claudicar de esa manera, cómo dejaron de ser poetas, dramaturgos, actores, para convertirse en verdugos.” Berta, cómo se guinda, mejor que Manuel Caballero. Y continúa este cantinero: “Gente que tolera sin empachos que Barinas sea de una sola familia, que se calla las borracheras multimillonarias de los familiares de funcionarios del gobierno en París (Petrus dixit), que genuflexamente permite que se esquilme al país en todos los órdenes administrativos, pero levanta la bandera de la ética para liberar al Ateneo de Caracas.” Qué de torceduras más graciosas, por eso admirablemente se ha mantenido como un diosecito en El Nacional. La mariquita remata: “No existe mal que sea infinito, ni enfermedad que dure mil años. Algún día el Ateneo de Caracas volverá a ser lo que fue: una idea de la cultura en donde entramos todos y nadie se queda afuera”.
Dahbar, Sergio: adiposo, fatigado, dúctil. Apenas se anunció que Joselo estaría dispuesto a debatir con Alvarito, “el hijo” de Mario Vargas Llosa, saltó este jala-jala desde El Nacional, el mayor escudero de Bobolongo, para ofrecer su sangre en ese ruedo. La calidad de este contendor de Joselo la vamos a ver en este breve recorrido por su último artículo, en el que muestra su manera de blandir las uñas, sus coces y sus dientes. Entre libros y libras. Manoseando culos machos y lomos de libros. Tuerto y plumífero escribe este chulo: “Ah, conmigo no hay conflictos, porque mira como escribo: las palabras siempre nos alivian. Nos enferma en cambio la imposibilidad de hablar de aquellas cosas que nos perturban. Mario Vargas Llosa llegó a Venezuela y fue recibido, al igual que otros pasajeros en tránsito con ideas opuestas a las de este gobierno, por un comité de bienvenida que se encargó de dilatar su salida del terminal internacional de Maiquetía.” Quién no se dilata a la salida, aquí, en México, en Frankfurt, en París o en Quito. Sigue la exquisita marmota herida: “Hurgaron (cursi, coño) exhaustivamente (qué enterado) en sus maletas, lo acosaron con preguntas que no conducían a ninguna parte (claro, debían conducir a la salida) y le exigieron que no emitiera juicios políticos (sic). En un país, que exhibió hasta 1999 una de las democracias más respetadas de América Latina (los cerdos se entienden, !toma!), hoy un escritor que disiente del socialismo del siglo XXI no puede contrastar sus ideas sobre el país y su Presidente.” Qué fino: contrastar. Por sus putas les conoceréis. Este pendejo escribe igualito a Alberto Jiménez Ure. Dios lo guarde.
Dahbar, Sergio: se lo exige Bobolongo, debe contribuir con un grano de arena o de mierda para embadurnar de algo las páginas de El Nacional, por eso puja en relación con lo de Vargas Llosa en Maiquetía: “La pregunta clave (las hay) entonces es: ¿qué es lo que teme Hugo Chávez y su equipo portátil de seguridad cubana (delicado, el tío), ¿qué ocurrirá si un escritor pasa unos días por nuestro país y critica el Gobierno?, ¿qué poder le otorgan (cómo las suda) a las palabras quienes llegan al colmo de acosar a la gente para evitar que intercambien puntos de vista?” Intercambiar bofes por panza. Morcillas por chorizos. Intercambiar. Burdo y fofo como su alma. Tenía luego que venirnos con su perorata profesoral, sesudo y profundo como se cree: “Para responder estas preguntas, voy a referir las ideas de John Ralston Saul, historiador nacido en Ottawa y residenciado en Toronto. Estudió política en Inglaterra y Francia. Derivó (bárbaro) con los años hacia la novela y el ensayo. Antes, fue un empresario del petróleo (hurra), primera vida que le brindó la felicidad de ser libre en un mundo en crisis (y maricón, por supuesto)”. “Una de sus obras más perturbadoras (cuántas torceduras y morisquetas), Los bastardos de Voltaire, somete a juicio cuatro siglos de historia. Sin ambages (vaya), dispara contra ministros, profesores universitarios, empresarios, planificadores, economistas, funcionarios, tecnócratas… Su tema no es otro que el fracaso de la razón para organizar y mejorar el mundo. Su pluma y su pensamiento resultan implacables. Sobreviven pocos títeres con cabeza.” Bobolongo te adoptó y te dijo que sabías escribir. Mira, SERGIO DAHBAR no eres otra cosa que el longo del Bobo, y con razón nunca escribirás nada que valga la pena. Todo lo tuyo es bazofia, chorizos al por mayor. Y para mayor desgracias tienes quien te publique. Si te leen, peor para ti. Empezaste con lo de don Mario y te esfumaste. Entraste en tu terreno predilecto, el de la divagación burda, insulsa: “El desempleo, el comercio de armas, la depredación del medio ambiente, la deuda, el fracaso militar, la mala educación y una peor salud pública, aparecen como signos de la dictadura de la razón en Occidente.” Y uno no sabe si te estás cagando en Vargas Llosa. ¿Qué es lo que no quieres?
Damiani Bustillos, Rafael: Véase Gabinete Golpista.
Dandreamatteo, Regina: Prof. Asociado, Idiomas, UNIMET. Véase Brutos universitarios y académicos.