Ottolina, Renny: Su verdadero nombre era Reinaldo Ottolina. Fue durante muchos años un perfecto divo, que no encontraba en qué emplearse, hasta que escogió la profesión de locutor.
Ottolina, Renny: No fue ningún revolucionario en los medios de comunicación. Innegablemente que poseía un particular carisma y talento para dirigir los llamado programas del entretenimiento que durante la década de los sesenta produjo un boom espectacular en el mundo occidental. Este señor Renny estaba profundamente imbuido en los valores estadounidense del capital, sobre todo fascinado por los rutilantes escenarios del mundo del entretenimiento y poseía en gran medida en este aspecto las mismas ambiciones de un Gustavo Cisneros o un Marcel Granier. Por lo que poseía, pues, aparatosos complejos pequeño burgueses. Solía ser mucho más sinceros en sus apreciaciones que los poderosos de los medios de su época lo que trajo muchos inconvenientes con el poder. A la larga no se lo perdonarían y lo sacaron del juego. Por otro lado, carecía de cultura, no era para nada un hombre leído o culto. Aparentaba ser nacionalista, pero en el fondo no podía serlo: carecía de cultura y de valor intelectual para serlo…
Ottolina, Renny: Cuando Renny Otolina era el gran señor de la hipocresía en los medios venezolanos, junto con una sociedad civil defensora de la moral ciudadana, intentó meter en la cárcel a los escritores Argenis Rodríguez y José Ratto-Ciarlo, mediante una guerra frontal por su programa de televisión. Había aparecido en el Suplemento Cultural de Últimas Noticias, que dirigía José Ratto-Ciarlo, un cuento de Argenis en el que refería ciertas experiencias de su adolescencia con una criada. El periodista Ratto-Ciarlo lo procesaron y lo metieron preso en el Retén de Catia. Aquella sociedad hipócrita, dirigida por Renny Otolina, lo que estaba condenando no era el hecho en sí narrado por Argenis, sino el mal hábito que podía extenderse en Venezuela de decir la verdad por la prensa, creativamente; que ese estilo confesional directo pudiera llegar a otras capas, a los dirigentes políticos, por ejemplo, y producir un destape moral que echase por el suelo los grandes intereses de los poderosos. En nombre de la moral, de los buenos modales y de los principios cristianos esto podía impedirse.
Ottolina, Renny: Adquirió cierta celebridad a través de la televisión, y quiso ser presidente de la República. Se armó un complot para sacarlo del medio, y su avión se estrelló.