López, Héctor Alonso: Hubo un gran movimiento por convertirlo en el sucesor de Carlos Andrés Pérez, y llegaron asesores de EE UU para entrenarlo para que fuese un presidente muy democrático. En la década de los ochenta se le vislumbraba un gran futuro político. Su poder dentro de AD llegó a ser inmenso. Se hizo fanático del rock y creó un grupo juvenil adeco que causó furor en Mérida. Como requería de un título, se le graduó de bachiller por secretaría del Ministerio de Educación. Nunca había ido a un liceo, pero así graduaron a muchos dirigentes de Acción Democrática, incluida aquella señora Blanca Ibáñez, la “barragana” de Lusinchi, de lamentable recordación. Cuando a mediados de los años ochenta, el viejo y ya desdentado “patriarca” Gonzalo Barrios, comenzó a recibir cumpleaños sorpresas, uno de los más sonados se los dio don Héctor Alonso López. Durante un tiempo se pensó que el sucesor del “patriarca” sería Héctor Alonso López. Entonces fue Héctor, quien comenzó a recibir también cumpleaños sorpresa y el mismo Barrios le organizó uno prolíficamente orgiástico en el Eurobilding, con exquisiteces traídas de los lugares más refinados del Caribe y de las Europas. Todo era color de rosa, hasta los elefantes, su manía predilecta como coleccionista; es Héctor adquirió una verdadera obsesión por coleccionar elefantes rosados. La fuerte depresión de las sucesivas derrotas lo llevó a engordar desmedidamente, y ya con Chávez en el poder no figuró más.
Alonso López, Héctor:Llegó a creerse el ángel exterminador de AD. En 1988 fundó un movimiento denominado “Venezuela 2000”, con un montón de jóvenes sifrinos, que tenían amplia cancha para meterle a la droga y para dar pésimos conciertos de rock en la Monumental de Mérida.