Quintero, Ángel: Con fines
meramente politiqueros fundó el diario El
Espectador en Valencia. Fue la mano derecha (peluda y pérfida) de José
Antonio Páez. Su asesor político más influyente. Su confidente del alma,
llamado “el ángel malo”. Fue el cerebro que engendró la guerra civil que se
inició en Venezuela en 1848, al influir sobre Páez para que no aceptase a José
Tadeo Monagas como Presidente de la República. Escribió el doctor Ángel
Quintero que José Tadeo era un salvaje, divorciado de la sociedad, extraño a la
política y a la ciencia del gobierno, sin principios. Ángel Quintero es de esa
clase de políticos corrompidos, que por sus artes se creen que pueden navegar
toda la vida en las altas esferas del poder. Una especie de Fouchecito. Después
de la guerra de Independencia surgieron toda clase de alimañas de este tipo,
destacándose entre los más brillantes, Antonio Leocadio Guzmán, Francisco Soto
y Vicente Azuero (por la Nueva Granada). Cuando José Tadeo venció a Páez en las
elecciones de 1848, creyó controlarlo haciendo que Monagas incluyera en su
primer gabinete a Ángel Quintero, quien fue nombrado Secretario de Interior y
Justicia. “El Doctor Quintero es de una disposición sanguinaria inescrupulosa”,
dueño de esclavos, quien siendo Secretario de lo Interior en 1840, aconsejó
alargar el período de la esclavitud del límite existente de 18 o 21 años de
edad a 25 años. Quintero fue quien trajo clérigos españoles carlistas a
Venezuela con la excusa de que nos faltaban misioneros para la conversión de
los indígenas[1].Quintero, Ángel: Convertido en uno
de los ministros más poderosos de José Tadeo Monagas, quiso poner bajo su
control la Aduana de la Guaira, para robar a su antojo. Esta Aduana
representaba la mayor fuente de ingreso del país. Pero José Tadeo no era el
tonto que los paecistas se habían imaginado y le cerró el paso al candidato que
Quintero ya tenía preparado como administrador de la aduana. Entonces Quintero
presentó su renuncia la cual, por pura estrategia, no le fue aceptada por
Monagas. Pero cuando se vio que Monagas estaba decidido a imponer su gente y no
la quería Páez, a Quintero no le quedó otra salida que irse del gabinete, pero
de allí en adelante se convirtió en una furibunda máquina conspiradora.
[1] Véase “José Tadeo Monagas: Auge y consolidación de un caudillo”, Rafael Castillo Blomquist, Monte Ávila Editores, Caracas, 1984, págs. 62 y 66.