Alianza para el Progreso: fue un programa de Estados Unidos, cuya verdadera intención era evitar la integración latinoamericana y tratar de aislar a Cuba. Fue un proyecto que en el fondo también tenía como propósito fortalecer la posición de Rómulo Betancourt como paladín del anticomunismo en nuestro continente. También para contener la actividad guerrillera y la «subversión» en Venezuela. El 13 de marzo de 1961, Kennedy dio a conocer la Alianza para el Progreso en un discurso ante el cuerpo diplomático latinoamericano en la Casa Blanca, y en agosto de ese mismo año este programa fue oficializado en una reunión del Consejo Interamericano Económico y Social (CIES) en la OEA, a la cual asistió la delegación cubana presidida por Ernesto «Che» Guevara. En su discurso de presentación ante el cuerpo diplomático latinoamericano, Kennedy, con horrible audacia declaró que Bolívar, San Martín, Lincoln y José Figueres eran los máximos representantes de la grandeza política de toda América.
En tal sentido, decía Arthur Schlesinger, que los Estados Unidos con esta Alianza estaban dispuestos a ofrecer el apoyo militar necesario para defender el régimen de Betancourt en Venezuela613.
Era una alianza, como dijo el Che Guevara, para «encadenar más a los países latinoamericanos a las organizaciones financieras de Wall Street, a aislar a Cuba y, si se pudiera, a organizar el ataque armado ulterior contra Cuba».
Alianza para el Progreso: En diciembre de 1960, Adolf Berle, coordinador del grupo de trabajo del Partido Demócrata sobre América Latina, consulta la opinión de Figueres para definir la política de John F. Kennedy hacia la región, y de aquí sale la propuesta de anunciar en la Unión Panamericana de Washington el programa «Alianza para el Progreso».
Hay que decir que el verdadero inspirador del programa «Alianza para el Progreso» fue Fidel Castro. Incluso, Fidel estimó su costo en unos 20.000 millones de dólares. Esta fue una proposición que presentó en mayo de 1959 durante una visita que hizo a Buenos Aires en momentos en que allí se realizaba una reunión de la OEA. Además para evitar que se repitieran otros ejemplos como los de Cuba, Washington desesperadamente buscaba salidas a la estancada situación económica de la región, pero en una forma que dependiera aún más de la política norteamericana. Nada de transferir tecnología. Nada de buscar que nuestros países pudiesen levantar una red de industrias propias, o procurar su propia liberación tecnológica y científica.
Fue igualmente la acción revolucionaria de Fidel Castro quien hizo que la administración Kennedy, con la asesoría de Frances Grant y Arthur Schlesinger, promocionaran la Doctrina Betancourt y la creación de la Alianza para el Progreso. Estos programas iban a constituir los dos mecanismos poderosos para presionar a los países del hemisferio contra Cuba.
Era tal la preocupación de la Casa Blanca en el Cuban Issue, que desde el 13 de marzo de 1961, insistentemente comenzó a hablarse por todo el continente que el programa de ayuda por parte de Estados Unidos, para el desarrollo económico y social de nuestra región, sería de 20.000 millones de dólares en 10 años. Con tal fin se apuraba una agenda de trabajo en la OEA que únicamente apuntaba a la expulsión de Cuba de esta organización.
De no haber sido por la Revolución Cubana, nunca se habría planteado este programa que, a fin de cuentas, sólo quedó en puras promesas, no obstante que permitió el crimen de aislar y someter a Cuba a los peores atentados terroristas.
Lo más cercano a una ayuda económica que Estados Unidos hará para Latinoamérica en toda la historia del Siglo XX será lo que aportó en la Alianza para el Progreso, que apenas si alcanzó la miserable cifra de 200 millones de dólares; y en este caso su fin era recuperar ese dinero con creces, mediante la incorporación de grandes empresas estadounidenses que monopolizarían casi todas nuestras industrias básicas. Además, el país que solicitara un préstamo dentro del proyecto de esta alianza, tenía que prescindir de su soberanía, lo que realmente era una dádiva humillante.
Almosny Pulido, Moisés: Administrador, Asegurador, miembro del Grupo 400+ (G-400+). Véase Grupo 400+ (G-400+).
Alonso Amelot, Miguel E.: Premio Fundación Polar, Prof. Titular, química bioorgánica, ULA. Véase Brutos universitarios y académicos.
Alonso Amelot, Miguel: miembro del Grupo 400+ (G-400+). Véase Grupo 400+ (G-400+).