Olavarría de Tejanos y Pinto, Jorge: Nació producto de una violación. Su padre violó a la hija del embajador peruano en Venezuela. Juan Vicente Gómez consideraba al padre de Olavarría un perfecto canalla, por lo que le exigió que asumiera su responsabilidad casándose con la joven peruana. Entonces para que se ganara la vida lo mandó a trabajar en una aduana de Maturín, donde en un juego de envite y azar termina siendo acuchillado. Se dice que fue el mismo Gómez quien lo mandó a matar. Más tarde, Jorge Olavarría querrá vengarse de su pasado y por ello se ensaña con horribles maltratos contra su primera esposa, la hija del general Eleazar López Contreras. Hechos de la vida real.
Olavarría de Tejanos y Pinto, Jorge: Nació en Caracas el 12 de diciembre de 1933, estudió Derecho en la Universidad Complutense de Madrid y amplió sus confusiones académicas en centros universitarios de Bélgica, Luxemburgo, España, Estados Unidos y Francia; en este último país culminó estudios de Letras en la Universidad de La Sorbona. Vivió dos matrimonios, fue padre de seis hijos y abuelo de nueve nietos. Falleció a los 71 años de edad. Fundador del partido Opina, miembro de la Asamblea Constituyente y columnista del diario El Nacional. Habiendo quedado huérfano, lo cría un tío quien lo envía a España, y por allá se compra un título de abogado. Pero él dice que proviene de rancia cuna goda, y es por ello por lo que hace gala de un repugnante racismo cuando dice: “… la contundencia de todo lo que le otorga el 12 de octubre, el enorme valor histórico que universalmente se le reconoce no es suficiente para saltar las barreras de acomplejada ignorancia de la señora Nohelí Pocaterra, quien es una india goajira, del Ministro de Educación, Aristóbulo Isturiz, quien desciende de negros africanos, y del Presidente Hugo Chávez, quien desciende de ambas razas[1]”. Su miserable estupidez, documentada quizá en cronistas españoles que todo el mundo sabe que estaban plagados de horribles prejuicios sobre los seres humanos que aquí encontraron, le llevaron a escribir que los Caribes: “procedían a esclavizar a los hombres a quienes castraban y se los comían[2]”. Este señor, por creer en linajes, en alcurnias, nunca entenderá que el mono que él lleva dentro producto de modos de vida inoculados por los colonizadores o quienes explotan y han explotado estos países, es la forma de vileza y de degeneración más baja; que jamás podrá resolverse por vía de la llamada “conciencia occidental”, porque es producto de la más podrida escoria, pura escoria y la más inmunda estupidez humana.
Olavarría de Tejanos y Pinto, Jorge: Sobre este gran farsante se podría escribir un libro jocoso. Es el máximo representante de una clase de equivalencia a la cual pertenecen personajes editores de periódicos y revistas como Miguel Ángel Capriles, Teodoro Petkoff, Luis Teófilo Núñez y Andrés Mata, Armando de Armas, Miguel Enrique Otero, Rafael Poleo, Luis Miquilena y Diego Arria. Olavarría se consideró superior a todos aquellos, sus pares de los medios, y comenzó a escandalizar con sus confusos conocimientos sobre historia, para chantajear, robar y hacerse de un gran capital, porque carecía de la necesaria paciencia y el temple negociador básico en un empresario exitoso, en un hombre de finanzas. Se dijo: “en este país de ignorantes, de idiotas y pendejos a uno no le queda otra salida que cogerse lo que anda por allí realengo y desperdigado”. Con su “saber profundo”, lo mejor era crear una sesuda revista histórico-filosófica que Venezuela nunca había tenido. Y comenzó este bandido a adular, a endiosar personajes como Carlos Andrés Pérez, Luis Herrera Campins, Ramón Escovar Salom, Rafael Caldera, Jaime Lusinchi, Diego Arria, Eugenio Mendoza,…
Olavarría de Tejanos y Pinto, Jorge: Hay que dedicarle algún espacio a este gran farsante porque en un país con una clase intelectual tan pobre, cobarde y canalla, Olavarría acabó convertido en el oráculo de la oposición al gobierno de Chávez: el supremo clarificador de los modos legales para salir del “tirano”; manejaba una y mil formas jurídicas, con basamentos históricos, para salir de un “régimen bochornoso y criminal, la peor pesadilla de nuestra historia”, incluso peor que la de José Tomás Boves. Todos los gobiernos de transición con los que estuvieron soñando los gerentes de Pdvsa, los altos oficiales golpistas, la banca, la embajada de EE UU, las ONG’s, las sociedades civiles de la matronas del Este, las transnacionales, los podridos dirigentes de la CTV y los moribundos partidos del Pacto de Punto Fijo, se le solicitaron a Olavarría para que los confeccionara a su gusto, pero con fundamentos en sus profundos conocimientos de filosofía y derecho. La cartilla subversiva que a pie puntillas seguía la Coordinadora Democrática estaba en lo que les dictaba Jorge Olvarría. En el despacho de este lagarto, plagado de mamotretos griegos y latinos, se la pasaban cogiendo clases y notas los Allan Brewer Carias, los Aguiar, los Egañas…, y Olavarría cuando no les expectoraba una salida a lo John Locke, les escupía dos aristotélicas, cuatro hegelianas, cinco cogitos ergon sum de Alberto Magno o de la Escuela de Alejandría. De trancazo en trancazo se fueron dando de bruces los merotrópicos bandidos de la Coordinadora Democrática, hasta que el propio Olavarría comenzó a dar alaridos y a decir que la oposición a Chávez era un desastre, que él no tenía capacidad para saber lo que estaba ocurriendo, y que “hoy, vivimos en sociedades en las cuales la instantaneidad de la acción y la información crean una situación en la cual los medios no sólo trasmiten los hechos, sino que en una gran medida los provocan y los condicionan. Los periodistas de información y de opinión actuamos dentro de una estructura técnica que nos devora y terminamos sin saber dónde está la verdad[3]”. Nunca Olavarría ha sabido ni le ha interesado saber dónde está la verdad.
Al tiempo que Allan Brewer Carias tomaba notas, Olavarría explicaba el recurso “legítimo” de la rebelión, en nombre de John Locke. “Ahí está –gritaba histérico- el artículo 350 de la Constitución Bolivariana, ¿qué más quieren?”. Acuñó Olavarría bellas expresiones como “PEORROCRACIA” y “OLOCRACIA”, con las que Allan Brewer Carias se puso hacer planas para ver si las asimilaba, mezcladas con la legitimidad de la defensa y de la rebelión frente a un ogro tiránico, y que del fondo de la historia se podía revivir a la Moribunda (de 1961), vía el artículo 250.
“Escriban –les gritaba-: aristocracia” viene de “aristos” que significa “los mejores”, y “oclos” quiere decir “chusma”, es decir chavistas. Claro, Olavarría se anota entre los primeros, aunque él como muy bueno, para memoria del pueblo, fue quien dijo: “Qué buena suerte”, cuando tomando en brazos a Rosa Inés ésta lo orinó en el pecho.
Olavarría de Tejanos y Pinto, Jorge: A falta de talento y seriedad, y percibiendo que la burguesía venezolana era de lo más cutre y miserable que se pueda imaginar, optó por incluirse en ella sirviendo de locuaz meretriz de pornógrafos editores como Armando de Armas y Miguel Ángel Capriles. Jalando y cobrando montó pues su pulpería intelectual con Resumen. El que quería “trascender”, “formar parte de la historia”, ser “protagonista de su tiempo”, Olavarría le vendía un espacio en su bazofia, y la verdad es que hubo momentos en que le faltó campo para satisfacer las vanidades de tantos analfabetos politiqueros. Olavarría, por ejemplo, consideraba que Ramón Escovar Salom era una lumbrera, un sobrado genio para nuestra inculta república, un estadista y un gran visionario político, exactamente como lo consideraba Alfredo Tarre Murzi, Sanín. Para Olavarría, el General Guaicapuro Lameda superaba en sus discursos a todos los políticos de la oposición, y el adiposo General Manuel Rosendo era un dechado de civilismo (después se quejaba de que Chávez estaba llenando la administración pública con militares). Cuando escuchaba los argumentos del Presidente, se hacía el cómico y engranaba “agudas frases” como las de Domingo Alberto Rangel, y arremetía contra “el conuco mental de Chávez primorosamente sembrado de yucas, papas y tomates por el conuquero Giordani[4]”.
Olavarría de Tejanos y Pinto, Jorge: Cuando triunfó Chávez en 1998, Olavarría creyó que se lo iba a meter en el bolsillo por lo cual sería él en el gobierno una especie de Tayllerand. Comenzó a hacer pasarelas por los canales de televisión asegurándole a los dueños de estos medios, que el Presidente “es un ignorante que ya tengo cogido por los huevos”.
Olavarría de Tejanos y Pinto, Jorge: Bobalicón malcriado que se lanza a maldecir un hecho o a un personaje hoy, pero a la vuelta de dos días comienza a decir que no entiende lo que pasó, que hay que estudiar con cuidado lo que ha sucedido, que realmente no entiende cómo pudo ocurrir. Esa ha sido siempre su conducta, la calidad de sus juicios y análisis. Sobre los acontecimientos del 11-A de 2002, para él quedó como absolutamente cierto que Chávez con círculos del terror le preparó una emboscada en Puente Llaguno a la sociedad civil. Histérico gritaba: “El mundo se le ha hecho muy pequeño al farsante, charlatán y asesino, que todos sabemos es responsable de los crímenes de lesa humanidad que se cometieron en Caracas en la tarde del 11 de abril[5]”. Estos agudos sabihondos que pensaban que todo cambio, que toda evolución política del país primero debía pasar por ellos, se comenzaron a llevar grandes chascos cuando Chávez comenzó a ser admitido en el concierto de las naciones como un gran líder y como un gran revolucionario, y políticamente quedaron despaturrados cuando Venezuela en julio de 2004 entro a formar parte de MERCOSUR.
Olavarría de Tejanos y Pinto, Jorge: Director de la revista Resumen. Carlos Andrés Pérez ordenó matarlo, y corrió como una rata… Luego volvió al país decidido a vendérsele a Lusinchi, quien lo compró, barato, con una finca en el Estado Carabobo. Cuando en marzo de 1988, el Gocho era todopoderoso, Olavarría expresó: “Pérez es un gran hombre. Pérez no es ladrón. Pérez no es amigo del narcotraficante Favio Ochoa. Pérez tiene carisma. Volverá a ser Presidente de la República”. Salía a almorzar con Pérez. Estaba feliz con Pérez.
Olavarría de Tejanos y Pinto, Jorge: Jaime Lusinchi, conociendo la legua y la debilidad por la plata de Jorge Olavarría, decidió comprarlo, y le regaló unos terrenos en Carabobo (hacienda Yagualito), y dólares preferenciales para que se trajera 500 reses, el 25 de febrero de 1985. Entonces, al terrible lengua larga del Olavarría no se le escuchó una sola crítica ni contra Lusichi ni mucho menos contra la Blanca Ibáñez.
Olavarría de Tejanos y Pinto, Jorge: Se ha dicho y repetido con insistencia que Olavarría es un loco. Falso: Nadie más cuerdo, en el peor sentido de la palabra. Hay en él una estrafalaria rabia y manía por ser el centro de atención nacional, y por provocar desplantes, pero todo con un fondo mercantilista. Cada grito suyo, cada gesto o mueca desesperada viene tasada en dólares. Un intelectualoide de folletines. Su alma es la de un aventurero poseso de una vanidad y de unos deseos de reconocimientos infinitos. Un enfermo también de cobardías: le encanta alzar la voz para sentir que no se asusta de sí mismo cuando se rebela, y por ello insufla de sentencias estridentes, retumbantes, sus palabras. A veces escribe con uñas de mucama bien pagada y desgarra al papel imaginando que físicamente destroza a quienes ataca. Nunca ha estado seguro de lo que dice, aunque procure darle seguridad a sus expresiones con la ansiedad de su explosivo vozarrón. No tiene amigos verdaderos, no le interesa; sólo le place la admiración lejana. Le gusta más bien que le teman, y en el fondo siente un odio intenso por el hecho de que un negro como Hugo Chávez (porque lleva en su alma el añejo desprecio hacia las clases pobres que le inocularon en su familia), un llanerazo sencillote y humilde se haya convertido en Presidente de la República. Le estremece que un negro “inculto” en su concepto, que no sabe inglés, “que no conoce como yo los clásicos, que jamás se ha dedicado a investigar la historia y que no profundice en la filosofía y el mundo, haya llegado a la presidencia, y esté causando sensación cuando nombra a Bolívar, Rousseau, Montesquiea, Gramssi…” Le estremece que tenga que estar por debajo de ese “campesino”, de ese comandante salido de la plebe y de la pobreza, y que con harto desparpajo luzca y rebaje a sus ojos la majestad presidencial. Que se haya atrevido a dar un golpe a la Constitución moribunda del 61, porque a Olavarría le hubiera encantado darle una patada. Pero es que él tiene alcurnia, linaje de altura y es blanco. ¡Un negro, coño!
Olavarría de Tejanos y Pinto, Jorge: Soñaba con llegar a la presidencia y el día de su proclamación coger la banda y ponérsela él mismo, y salir a dar alaridos a la calle, hundiéndose en la muchedumbre para que lo llevara en hombros, y después ante ese mismo pueblo, despojarse de la banda y quemarla.
Olavarría de Tejanos y Pinto, Jorge: Fue embajador en Londres, y se mandó hacer una película que pasaron en todos los cines de Venezuela. Una película con un montaje y edición espectaculares que debió costar una fortuna, y que para difundirla en los todos los cines de Venezuela debió también costar otra fortuna. Se le veía llegar al Palacio de Buckingham, en el parque de San James, en una esplendorosa carroza tirada por caballos, sonaban trompetas de (la Fama), y en fila con mucho protocolo se le abría la puerta para que descendiera y recibiera los parabienes del gobierno de Su Majestad la Reina de Inglaterra. Aquella vaina a todo dar era para coger palco.
Olavarría de Tejanos y Pinto, Jorge: Veía malo casi todo lo que hacía Chávez; le molestaba que se comportara tan atrevido. “¿Como un negro, carajo, se atrevió a maltratar a un mantuano como Rafael Caldera? ¿Cómo carajo pudo hablarle con tanto desenfado y de manera desafiante al Congreso y a la Corte Suprema de Justicia? Para sus adentros quiso llamar a Chávez mamarracho, pero prefirió decir que lo que estaba haciendo eran mamarrachadas. Ha comparado a Chávez con Hitler. Dijo del escritor Norberto Ceresole: “Aquí está este delincuente echándole flores a un ignorante, al negro que hoy es presidente de Venezuela”. Cuando Chávez ganó las elecciones en 1998, en su afán por metérsele por los ojos, andaba cargando a la hija del Presidente cada vez que la veía. Un día que la alzaba en los brazos la niña le orinó la cara, entonces comenzó a gritar: ¡Suerte! ¡Suerte! ¡Eso trae suerte!”. Qué hijo de puta.
Olavarría de Tejanos y Pinto, Jorge: Todo lo que hizo en su vida lo planificó exclusiva y calculadamente para buscar posición, altos cargos y mucha plata. Decía de CAP: “Líder de un triunfo político extraordinario, Jefe de un poder político extraordinario, administrador de un poder económico extraordinario, Carlos Andrés Pérez asume responsabilidades… La conciencia histórica de Carlos Andrés Pérez, tiene esa evidencia objetiva de indudable valor indicativo de cómo ve e interpreta él su trascendencia… El hombre supo trascender el clima que lo rodeaba… Ciertamente, hay evidencias objetivas de que Carlos Andrés Pérez tiene conciencia de la dimensión humana de su responsabilidad, en su aspecto más importante: la de que el esfuerzo debía ser colectivo, numeroso de equipo (para que lo incluyeran a él, a Olavarría). Carlos Andrés Pérez es un hombre básicamente noble, no tiene rencores y es buen amigo[6]”. Diez páginas de asquerosos elogios.
Olavarría de Tejanos y Pinto, Jorge: (Texto: Boscán B. Henry M. Fuente documental: Revista Resumen Año 1977, diario El Nacional, Años 1977/1978. Hemeroteca Nacional): Durante el gobierno de Luis Herrera Campins, Jorge Olavarría siguió desempeñándose como editor de la revista Resumen. Sus alharacas se redujeron a brindarle apoyo mediático a Luis Herrera como pago por el favor recibido, lo que le duró todo el quinquenio del "Presidente bombón", ya que al ganar Lusinchi declaró que: "La revista (Resumen) estaba muy debilitada económicamente y yo estaba debilitado anímicamente". Lo cierto es que al ver que AD volvía al poder sintió que sus días como editor llegaban a su fin, puesto que CAP y Jaime Lusinchi siempre han sido "amigos". No obstante; Lusinchi, redomado ladrón, quien además conocía muy bien las verdaderas "debilidades" del historiador "fanfarrón" decidió otorgarle, y esto es un hecho histórico fácilmente comprobable, un crédito agropecuario para que se fuera a practicar la agricultura bien lejos de él y de su oprobiosa barragana, y fue así como durante el nefasto mandato de Jaime Lusinchi nunca se escuchó la disonante voz del Dr. Olavarría. Jamás se supo qué logró sembrar el Dr. Olavaria y, por supuesto, JAMÁS se supo si devolvió el dinero que el estado venezolano le otorgó en calidad de "crédito agropecuario". ¡Y pensar que es este mismo sujeto quien vive quejándose de las cooperativas agrícolas y de la Ley de Tierras de Chávez!
Postadata: Otro que se hizo eco de las publicaciones de JO fue Luis Penzini Fleury, quien para le época era director de El Nacional, y lo pagó nada más y nada menos que con cárcel. ¿Será éste otro de eso sucesos a los que Ud. gusta calificar de "Historia viva, Dr.? Espero que no crea Ud. el pueblo venezolano no conoce sus alharacas de carajito malcriado por lo que éstas son: bravuconadas de frustrado”.
Olavarría de Tejanos y Pinto, Jorge: Como vil lacayo, el supremo cerdo de Jorge Olavarría de Tejanos y Pinto le escribió a James Carter una gemebunda, lacaya y miserable carta el 8 de julio de 2002, en la que empieza: “Estimado señor Carter: Yo soy la persona que en la mañana del 7 de diciembre de 1998 acompañaba al Presidente electo Hugo Chávez en la conversación que ustedes sostuvieron y yo traduje…En nuestro pasado histórico sólo ha habido un personaje más destructor que Chávez. Se llamó José Tomás Boves… Yo soy de los que creen que USTED NOS PUEDE AYUDAR A SALIR DE ESTA PELIGROSA SITUACIÓN EN LA CUAL ESTAMOS (sic). YO LO ADMIRO Y LO RESPETO DESDE HACE MUCHO TIEMPO. CREO QUE USTED ES UN HOMBRE BUENO, EXPERIMENTADO Y BIEN INTENCIONADO. SU PRESTIGIO LO RECOMIENDA PARA SITUACIONES COMO ESTAS. PERO ASÍ COMO PIENSO DE ESTA MANERA ACERCA DEL PAPEL QUE USTED PUEDE JUGAR EN LA CRISIS VENEZOLANA, DEBO SUPONER QUE SU VASTA EXPERIENCIA Y LA DE SUS ASESORES LE HABRÁN ADVERTIDO DE LOS RIESGOS QUE USTED ESTÁ CORRIENDO AL ACEPTAR LA INVITACIÓN DE UN GOBIERNO COMO EL DE HUGO CHÁVEZ… USTED, SEÑOR CARTER, HA SIDO INVITADO POR EL GOBIERNO QUE ORDENÓ LA MASACRE DE LOS MANIFESTANTES EL 11 DE ABRIL… LA MAYORÍA DE LOS VENEZOLANOS TENEMOS LA CONVICCIÓN QUE EL PRINCIPAL RESPONSABLE DE LO QUE SUCEDIÓ EL 11 DE ABRIL ES HUGO CHÁVEZ. COMO RARA VEZ SUCEDE EN LA HISTORIA, N ESTE CASO TENEMOS ABUNDANCIA DE TESTIMONIOS DE TESTIGOS CALIFICADOS Y PUEBAS GRÁFICAS QUE CORROBORAN ESTA CONVICCIÓN QUE DEBO SUPONER HA SIDO VISTA (sic) ESTUDIADA Y EXAMINADA POR USTED CUIDADOSAMENTE, YA QUE EN ESTE TERRENO LA EXCUSA DE LA INGENUIDAD ES INACEPTABLE Y USTED NO PERMITRÁ QUE SE LE USE PARA ENCUBRIR TAMAÑA ATROCIDAD… CHÁVEZ HA ESTRECHADO SUS RELACIONES CON CUANTO GRUPO DE VIOLENCIA ESTREMISTA EXISTE EN EL CONTINENTE; HA HEHCO GALA DE SU SIMPATÍA CON GENOCIDAS COMO SADDAM HUSSEIN… USTED SEÑOR CARTER, PODRÍA SUGERIR CON EL PESO DE SU AUTORIDAD AL GOBIERNO QUE LO INVITÓ, EL NOMBRAMIENTO DE UN “SPECIAL PROSECUTOR” COMO LO HAN HEHCO USTEDES EN LOS ESTADOS UNIDOS EN CASOS DELICADOS Y DIFÍCILES[7]”.
Olavarría de Tejanos y Pinto, Jorge: En uno de sus colecciones-libro, “Historia Viva -2002-2003”[8], en ese afán por ser la vedette de todos los escándalos politiqueros, sobre esos ciertos hechos que se sucedieron entre 2002 y 2003, escribió con su pluma rabiosamente mariquita: “Nunca en la historia de Venezuela había sucedido algo como lo que se vivió en esos veinte meses cuando un sector muy numeroso de la población, compuesto por todos los grupos sociales, pero mayoritariamente por la clase media –el segmento más culto y mejor preparado del país- tomo la calle para exigir la renuncia del Presidente Chávez”. Esto sirve para calibrar la poca moral y la poca preparación intelectual de esa clase media venezolana. Añade: “el objetivo final de Chávez era implantar en Venezuela un régimen neo-comunista que explícitamente presentaba a la Cuba de Fidel Castro como el modelo a seguir… No fue iniciada, dirigida o inspirada por una persona, un partido o una idea. Nació de abajo, como el estallido de un volcán que vomitó su repugnancia por la manera de gobernar de Chávez… Cuando el engañoso personaje reveló lo que se proponía hacer, NADIE LO DEFENDIÓ y cayó por el solo peso de su estupidez[9]”. Olavarría proclama su admiración por el imbécil coronel de la aviación Pedro Soto cuando se alzó en la plaza Altamira[10] y por el “gran coraje y mejor elocuencia del Contralmirante Molina Tamayo[11]”. Después dirá de Molina Tamayo que era apenas un almirante de agua dulce. También admira al lechero José Luis Betancourt, Presidente de la Asociación de Ganaderos quien rompió en público la Ley de Tierras, y pidió a sus asociados que la desconocieran. Como sabía que los gerentes de Pdvsa movían mucha plata con la que podían engrasarlo, exclamó: “Hasta 1998, parecía un milagro que los venezolanos hubieran sido capaces de crear una empresa como PDVSA a la cual la maldición corrosiva de la política no había destruido[12]”. Es decir que para este canalla, gente como Luis Giusti, Alberto Quirós Corradi y Humberto Calderón Berti fueron una maravilla. El 13 de abril de 2002 escribió que el derecho a la rebelión lo habían invocado correctamente Carlos Ortega y Pedro Carmona Estanga porque Chávez produjo una cobarde masacre. Tuvo Olavarría, las santas verrugas de proponer que el abogado defensor de CAP, Alberto Arteaga, presidiese la “Comisión de la Verdad” que iba a estar a cargo de las investigaciones sobre los hechos del 11-A de 2002, porque “garantizaría la imparcialidad y credibilidad que Isaías Rodríguez no tiene[13]”.
Con la típica postura que han enarbolado los lacayos de la Coordinadora Democrática, comenzó a dar alaridos a organizaciones internacionales para que se apiadaran de nosotros y se fuesen armando los elementos “legales” para una intervención. Bramaba este falso aristócrata: “Si el Secretario General de la OEA y el gobierno de los Estados Unidos saben y entienden lo que está pasando aquí deben calibrar el peligro de un gobierno que deja hablar pero que ayer secuestro y usurpó a todos los poderes del Estado y hoy hace con ellos lo que le da la gana. LOS VENEZOLANOS NO PODEMOS RECONOCERLES EL DERECHO A SERMONEARNOS DICIÉNDONOS QUE EL ÚNICO MEDIO LÍCITO QUE TENEMOS PARA DEFENDERNOS SON LOS RECURSOS DE AMPARO DE DERECHOS Y LOS REFERÉNDUM (sic) REVOCATORIOS[14]”.
Este analfabeto, jurungador de frases y puyador de sentencias clásicas, escribe que Chávez resucitó atavismos de odio y violencia que se creían superados. Habla de las mentiras de las aberraciones históricas de Chávez y que él no fue elegido para hacer lo que ha estado haciendo porque no le hace caso a Gustavo Cisneros, a los cultos, a los preparados, a los genios como Pedro Soto, Molina Tamayo, Elías Pino Iturrieta o Fausto Masó. Que es un Mussolini y Hitler con ritmo tropical.
Oletta L., José Félix: Profesor Facultad de Medicina, ex Ministro de Salud, miembro del Grupo 400+ (G-400+). Véase Grupo 400+ (G-400+).
[1] “Historia Viva”, Jorge Olavarría, Alfadil Ediciones, 2003, pág. 223.
[2] Ut supra, pág. 223.
[3] “Historia viva – 2002-2003”, Alfadil ediciones, Venezuela, 2003, pág. 173.
[4] Ut supra, pág. 142.
[5] Ut supra, pág. 143.
[6] Del 14 de noviembre de 1976, Nº 188.
[7] Ut supra, págs. 145, 146, 147,148.
[8] Alfadil ediciones, 2003.
[9] Ut supra, págs. 7, 8.
[10] Ut supra, pág. 27.
[11] Ut supra, pág. 32.
[12] Ut supra, pág. 41.
[13] Ut supra, pág. 77.
[14] Ut supra, pág. 38.
Un Comentario
Ricardo
Para mi fue el único que supo vivirse a los dos bandos, aparte , dejó alumnos .