Poleo, Rafael: se cansó de joder al que quiso desde sus lacras mediáticas “El Nuevo País”, “Zeta”, “Auténtico”, de chantajear al que le daba la gana, de burlarse de los Congresos, tribunales, cuerpos policiales, de los partidos, mujeres, chamos y cuanta vaina viviente se movía en este reino de las exquisitas “ratas”, de la IV república. Tenía el poder desde la CIA, y era el rey de la mafia periodística, lo suyo: pura adrenalina con cocaína. Para como echarse un refresco inventaba un atraco contra su propia vivienda para divertirse con algún escándalo, y aquella vaina estallaba como una bomba atómica, y un montón de gente se cagaba. “¿Qué será lo que busca Poleo?”, se preguntaba capcioso un gentío, y vaya, cómo se reía Rafael. El tipo traía filipinos, chinos y cuanta vaina le daba la gana, y se metía un billete, todo muy bien confabulado con la policía. Le gusta la gran vida, y necesita espacios, apartamentos en Miami, Madrid y Nueva York; buenas bebidas, exquisiteces, chóferes, guardaespaldas. Se metía encerronas y orgías de cualquier calibre de hembras o machos y eso decía que lo mantenía en forma. Y de aquellas bacanales salía para su diario a cargarse a cuantos pendejos se le travesara. Él era el Hearts de Venezuela. Él asustaba a Gustavo Cisneros para que Marcel le tirara algo, y después giraba ochenta grado, se cagaba en Marcel y le pedía a Gustavo que le echara algo porque la pelea era peleando. Gustavo y Marcel sabían que era un gran hijo de puta, pero de la madera de gente como Rafael estaba hecho el mundo de la mafia política. Por cierto, Bobolongo se cansó de llevar palo de Rafael, y lo menos que dijo Rafael de Miguel Otero Silva fue mentarle la madre y regar que era una marica perdida. Ahora son socios y se promueven sus bazofias. Alrededor de Rafael todo está podrido, degenerado, confuso, aberrado. Su familia es un desastre, sus amigos unos malditos, sus socios unos hipócritas y ladrones. A donde dirija Rafael su mirada y sus pensamientos lo que hay es memez, sanguijuelas, trácalas. Lo de Rafael no era contra Chávez, NO, es contra todo aquello que respire la más mínima decencia humana.
Poleo, Rafael: astuto, sin escrúpulo alguno para los negocios: grandísimo manipulador. Fue distinguido discípulo del mayor carretero del amarillismo venezolano: Miguel Ángel Capriles, quien lo llamaba “l´enfant terrible de la Cadena[1]”. Vaya Dios a saber cuántas viles marramuncias aprendió de este repugnante personaje. Fue así, por lo que durante varios años se desempeñó como Jefe de Redacción del vespertino El Mundo. Cuando deje la Cadena, Poleo se enrolará en AD, conseguirá salir diputado por esta tolda y posteriormente dará el gran paso de su vida levantando su propia empresa editorial con la ayuda de Lusinchi.
La Cadena Capriles tenía su propio tren de periodistas para acudir a realizar entrevistas en el programa de Venevisión, “Frente a la Prensa”, y lo hacía siempre siguiendo la línea de los más bajos intereses de su dueño, Miguel Ángel Capriles. Uno de los mejores perros de presa para estos menesteres lo fue Rafael Poleo. Alirio Ugarte Pelayo fue uno de los hombres públicos vetados por la Cadena Capriles, y cuando se dice vetado, era decir atacado a muerte por los medios de esta Cadena. Cuando en febrero de 1963, entrevistaron a Alirio Ugarte Pelayo, MAC le pidió a Poleo que lo destrozara. Poco después se suicidó Ugarte Pelayo.
Ha avanzado Poleo a machacamartillo en sus ambiciones y se ha llevado en su carrera a medio mundo por delante. Otra especie de Jorge Olavarría.
Poleo, Rafael: Anduvo creando revistas y un periódico con el propósito de convertirse en el Hearst venezolano. Para conseguirlo se hizo adeco. Fue diputado por este partido, y sus medios fueron los únicos que defendieron a sangre y fuego a Blanca Ibáñez, la amante del presidente Lusinchi. El bobo de Lusinchi, el día que inauguraron El Nuevo País, apareció en la primera página con este diario en el bolsillo de su saco.
Poleo, Rafael: Se venía denunciando que Poleo trabaja para la CIA, desde la década de los sesenta. Es de la estirpe de los Petkoff, Américo Martín, Jorge Olavarría, Andrés Velásquez, Carlos Melo y Leopoldo Castillo. Este director de la revista Zeta, el 14 de octubre de 2008, durante una intervención en el programa Aló Ciudadano en Globovisión, indicó que las trayectorias de Benito Mussolini y de Hugo Chávez, son igualitas, agregando, “por eso, yo digo con preocupación queHugo va a terminar como Mussolini: colgado y con la cabeza pa’ abajo. “…. Yo lo digo de manera precautelativa, cuídate, Hugo. No termines como tu homólogo Benito Mussolini, colgado y con la cabeza pa’bajo, porque a quien te pareces es a Mussolini.” “Chávez lo que es, es un fascista trasnochado. Es un fascista».
Poleo,
Rafael: “Pacto
Poleo-Cisneros” en 1989, para proteger a los corruptos de Recadi.De esta forma, Rafael Poleo no
incluirá a la ODC (Organización Diego Cisneros) entre las empresas contra las
que él realizará una campaña a través de las publicaciones que maneja. El grupo
empresarial Cisneros contrató, mientras el caso RECADI mantenía encendido al
país, los servicios de Rafael Poleo, a fin de que el editor no incluya al grupo
propietario de Venevisión entre los empresarios contra los que él iba a hacer
campaña. Se trataba de un intento de crear una cortina de humo para proteger a
los verdaderos culpables de la corrupción. Según se pudo conocer, la Fundación
Diego Cisneros y la Asociación de Embotelladores de Venezuela contrataron, por
tiempo indefinido, pautas publicitarias en el periódico El Nuevo País y en
la revista Zeta. El contrato incluye, además la transmisión de una
campaña de propaganda muy intensa a través de los canales de Venevisión y
Televen, a favor de las publicaciones de Poleo, así como la defensa de otros
intereses del editor.
[1] “Yo asistí al Gabinete Carriles (La Cadena por dentro)”, Tomo II, Isaac Benarroch Pinto, Colección Relatos de Actualidad, Impresos Tiuna C.A., Caracas, 1965, pág. 581.