(EN LA GRÁFICA PUEDE VERSE A CARLOS CAPRILES AYALA EXTASIADO ANTE UN BUSTO QUE LE ESTÁN HACIENDO POR TODO LO GRANDIOSO QUE EL PROPIO TIPO SE CONSIDERABA… ASÍ SON ESTO PETULANTES BURGUESES…)
Capriles Ayala, Carlos: Hermano de Miguel Ángel Capriles. Pinochetista[1]. Se dedicó a recoger una serie de documentos históricos muy críticos de lo que se denominó “la democracia puntofijista”. Pero al igual que su hermano Miguel Ángel, no tuvo escrúpulo en aprovecharse de los dislates de esta “democracia”. Fue embajador de los puntofijistas en España. El propio Carlos Capriles refiere lo siguiente: “La muerte de Miguel Ángel Capriles Ayala es un hecho señalado en esta época. La historia del grupo editorial que fundamos juntos hace medio siglo merece una reseña para lo cual, sin duda alguna, yo soy el más indicado. Unidos forjamos junto con mis otros hermanos David, Marcos y César, ese tremendo y apasionado instrumento de influencia popular que constituyó la Cadena Capriles. La pequeña y grande historia de la cual fuimos protagonistas y testigos de excepción, debía ser narrada con crudeza, confesando incluso mi pecado DE HABERME DEJADO SOBORNAR (¡¡¡!!!) EN EL ENFRENTAMIENTO DE LA CADENA CAPRILES CON EL DR. RAFAEL CALDERA CUANDO AQUÉLLA FUE INDUCIDA A COMPORTARSE CON MESURA EN LAS SIGUIENTES ELECCIONES DEL AÑO 1973. ES DECIR SE NOS EXONERABA DE UNA TREMENDA CARGA FISCAL PROMOVIDA POR EL IMPUESTO SOBRE LA RENTA, A CAMBIO DE NO ADOPTAR UNA ACTITUD PARCIALIZADA, APASIONADA Y BELIGERANTE CON NINGUNO DE LOS PARTIDOS AD Y COPEI, SIMILAR A LA QUE EN 1969 HABÍA LLEVADO AL DR. RAFAEL CALDERA A LA PRIMERA MAGISTRATURA NACIONAL[2]”.
Capriles Ayala, Carlos: Escribió
horribles brutalidades como la que sigue: “Simón Bolívar fue un mal agricultor
y su genio nunca previó los complejos vericuetos de la economía después de Marx
y Keynes. Se olvidó de sus cultivos de caña de azúcar en San Mateo y se vino a
politiquear a Caracas. Si no lo hubiera hecho, habría tenido él una vida más
longeva y nosotros, quizá, un desarrollo económico más equilibrado”. Esto lo
escribió en su libro “Sepultureros de la democracia” (es el uno de ellos),
página 225, Consorcio Ediciones Capriles, Caracas, 1999.