AUTOR: Rubén Castellanos
Tal vez sea ambicioso el empeño de condesar en un relato breve el complejo proceso vivencial de más de 50 años de una universidad con 2 centurias haciendo huella: la Universidad de Los Andes-ULA, relato que quizás podría poseer algunas identidades en otras instituciones.
Partiré el andar con el Rector Perucho, Pedro Rincón Gutiérrez. Perucho, quién luego del derrocamiento de Pérez Jiménez, hizo que la ULA alcanzara un cenit institucional académico científico de vinculación hacia y con el Estado Venezolano en varios de sus periodos rectorales, que tal vez, reiterará angustiado antes los ya incipientes enanos rectorales que se asomaban para la gestión universitaria, su mayor desvelo.Obvio, Perucho tuvo errores pues era humano pero, fueron miles sus aciertos y tiene que decirse: son todos esos, sus logros, lo que dan y están perviviendo en la ULA de hoy, no obstante, a los sucesivos enanos rectorales derrochadores y expoliadores de ese enorme capital institucional, académico, investigador y con pertenencia social del quehacer universitario de la universidad de Perucho, que en el entonces de su ultima gestión ya precozmente se asomaban los simples «hacedores de papers» totalmente desenfocados de la realidad venezolana y de casi nulos aportes a las soluciones de los ya agobiantes problemas de Venezuela: surgió así ese ostracismo científicista en la misma Universidad, fenómeno que constituye un enorme derroche de recursos y que ya comenzaba a encandilar como un problema de su pobre trascendencia científica y de una creciente necesidad no satisfecha de problemas científicos sin resolver para la Nación, problemática que el enanismo rectoral no alcanzó a percibir como tal. Todo ello coincidiendo con la época de 1980-90, periodo del resquebrajamiento profundo de esa bipartidista y pretendida en mostrarse políticamente correcta: la democracia representativa, en la que hubo oleadas de reconocimientos partidistas a los «hacedores de papers«, reconocimientos que se constituyeron en potentes y adictivos narcóticos para lo que debería ser una academia nacional creadora. Es este prolongado y profundo estado de sopor que, al día de hoy, aún permanece la casi totalidad de la investigación universitaria en la ya finalizada quinta parte del S. XXI.
Junto a esa peste de «hacedores de papers«, y no menos mortífera, surge la enfermedad parasitaria del enanismo rectoral, una patología que viene padeciendo la ULA posterior a la época de Perucho para desgracia de la Institucionalidad misma pues, cual parásito voraz, cada enano rectoral y las complicidades mutuas, en los últimos 25-30 años, sólo han empeorado la situación de derroche y expolio de la ULA de Perucho, usando de manera perversa los fines, de lo que es el manto protector para la amplitud creadora de la investigación científica y de la docencia: la autonomía universitaria; creándose así un engendro que aprovechándose de ese respeto y tolerancia gubernamental hacia una desfigurada autonomía, que se hizo depredadora y generadora a lo interno de una situación que resulta poco comprensible y desconcertante para la mayoría de los sectores universitarios que la padecen y presencian la indetenible destrucción institucional de la ULA. Advertencias de todo tipo han recibido los ministros de turno del Gobierno Revolucionario sobre esta grave situación de alcance y repercusiones nacionales.
Estamos ante una destrucción institucional amplia y profunda, de magnitudes nunca vistas en la historia de la ULA, lograda mediante el uso de esa autonomía retorcida, que hace de la debacle de la Universidad un hecho inminente. Una debacle que aún no es total, por sólo la robustez de la ULA que les dejó Perucho a estos enanos rectorales parásitos.
Ante estas graves condiciones de debacle institucional de la ULA, que no se solventarán sólo con simples aportaciones de recursos como arguyen los enanos; junto, claro es, a salarios con poder adquisitivo digno (hoy vital a todo trabajador venezolano); la real situación es que se está ante ruinas y destrucciones en los cimientos mismos de la Universidad; por ello, es necesario hablar de una refundación institucional como un plan de acciones directas del Estado Venezolano, el que ha de constar con la participación constructiva y conjunta de los sectores universitarios, acorde con la CRBV y leyes, para construir las necesarias redefiniciones en las concepciones filosóficas-doctrinales de la universidad, reconstruir sus estructuras y procesos jurídico-burocráticos a todo nivel, como también, y no menos esencial, reconstruir sus estructuras y procesos administrativos, las académicas-curriculares de pregrado y postgrado, rehacer las relaciones laborales y de seguridad social, entre otras tareas fundacionales.
Luego sería demasiado tarde, ahora es el momento para reconstrucción total de la Institucionalidad de la Universidad de este S.XXI y tal vez el siguiente.
Prof. Dr. Rubén D. Castellano González