MIREN ESTE SU RETRATO EN 2002…
Violentos, iracundos, cargados de odio, enajenados por la codicia; esas son, en mi opinión, las características distintivas más sobresalientes de los flamantes miembros de la Coordinadora Democrática y sus filiales del terror. Cualquiera de esos "aristócratas" sería capaz de matar a su propia madre sí ésta se interpone en su camino hacia la consecución de un dólar. Aquellos que han osado enfrentárseles lo han pagado bien caro, el sabotaje
petrolero de diciembre-febrero es el mejor ejemplo de lo lejos que están dispuestos a llegar con tal de mantener sus nauseabundas prebendas. Con esa aviesa y macabra acción pretendieron acabar con
el país entero, o lo que es lo mismo, con su propia madre-patria.
"Jorge Olavarría ha llegado muy lejos en su afán por obtener notoriedad", comentaba hace pocos días uno de esos "geniales estrategas de botiquín" en una de sus etílicas disertaciones en un bar de Caracas. "Ya es hora de dale un parao", decía mientras hacía oscilar rítmicamente su copa. Claro está, que amenazas de borracho son poco menos que habladurías de pendejo, pero... Así que mejor les relato una de esas historias cuartorrepublicanas de la que hasta mi abuelo parece haberse "olvidado".
Era el mes de diciembre de 1977, año electoral, noche electoral, celebración electoral. El sexagenario escritor, Jorge Olavarría, se dirigía a felicitar al triunfador de la contienda electoral, Luis Herrera Campins, pero un agudo y penetrante zumbido interrumpió su camino hacia el bunker de los verdes. El inesperado "beep beep" tornó sonrisas en pánico, y un estremecimiento de muerte se apodero de quien, para esa época, fungía como el "incólume" director de la revista Resumen. El mensaje no dejaba lugar a dudas y el remitente
era de su entera confianza, Jorge debía correr...
Pero veamos los sucesos que desencadenaron esta "tragedia" cuartorrepublicana. Es para muchos conocida la profunda animadversión de JO hacia Carlos Andrés Pérez, quizás porque CAP nunca gustó de los historiadores y esto hirió el honor de JO, o quizás porque Olavarría jamás soportó los alardes de hombre culto de "el gocho", lo cierto es que estos dos sujetos jamás se han tolerado el uno al otro. El primer y nefasto gobierno de CAP se caracterizó por los crímenes más abominables jamás perpetrados por presidente alguno en la historia venezolana, salvo quizás por los cometidos por su mentor, Rómulo Betancourt, quien siempre educó a "sus muchachos" bajo la consigna de "disparen primero y averigüen después". El cumplimiento cabal de tan monstruoso precepto fue una de las características de "muchachos" como CAP y Jaime Lusinchi, a quienes nunca les tembló el pulso a la hora de aniquilar a sus adversarios. JO lo padeció en carne propia.
La desmedida concupiscencia de CAP nos costo bien caro a todos los venezolanos. Otra sería la historia de Venezuela sin los casi diez años de gobierno de "el gocho". Esa innata cleptomanía de CAP lo llevó a convertirse en uno de los ladrones más efectivos de la historia mundial. Forajidos como él viven en los EE UU al margen de la Ley gracias al inmenso caudal de dinero que nos robaron y, lo más irónico, sus fortunas sirven para llenar la panza de los "ciudadanos" de ese país. Una de esas cochinas maquinaciones de CAP lo condujo a asociarse con otro connotado ladrón de la era puntofijista, Diego Arria. Tal sociedad era; en esencia, muy simple, ya que DA era ministro de información de CAP, así que estaba siempre bien "informado" del acontecer delictivo nacional, no había chanchullo que no llegara a oídos de DA y, a través de éste, a los de CAP. Para el año 1977 DA era "socio de negocios" de Luis Teófilo Nuñez quien a su vez era -no se espanten, por favor- director de "El Universal".
A las "privilegiadas" manos de Olavarría llegó la información de que "el gocho" había realizado una de sus innumerables "alianzas estratégicas", como eufemísticamente las denominó Luis Teófilo Nuñez en "El Universal", luego de que el clausurador de la Coordinadora Democrática puso al descubierto, a través de la revista Resumen, el putrefacto pacto de caballeros entre CAP, DA y LTN. La cólera de CAP el día que vio publicada la noticia de su fraudulento negocio en la revista Resumen fue, lo que para hablar en términos de "el gobernador fanfarrón" hoy se conocería, seguramente, como un "colerazo". El "negocio" en cuestión tenía que ver con el fraude multimillonario que CAP logró ejecutar magistralmente por intermedio de sus "aliados estratégicos" DA y LTN en la empresa Cementos La Vega, utilizando como mampara a "El Universal" de la mentira. Esto sucedió poco tiempo antes de las elecciones presidenciales de 1977, en las que resultó triunfador, para desgracia de millones de venezolanos, Luis Herrera Campins.
JO se atrevió a pedir que se enjuiciara a CAP por el robo descarado que éste y sus "socios" DA y LTN cometieron. Exigió que se encarcelara a CAP por tan bochornoso robo, pero la corrupción en la administración de justicia puntofijista -un mal del cual aún no nos hemos librado (2003)- dejó, una vez más, plenamente $demostrada$ la inocencia de CAP y sus "aliados estratégicos". "El gocho" nunca
olvidó la afrenta, pero la campaña presidencial le impidió actuar según la receta romuliana. Así que cuando se conoció que Copei había resultado vencedor decidió utilizar el poco tiempo que le quedaba para asesinar a JO. Al conocerse en Miraflores la victoria de LHC, CAP puso en marcha su plan homicida, contactó a uno de sus
guardaespaldas y le dijo: "Es hora de actuar, aproveche la celebración... vaya y ejecute el encargo".
Dicen que es mejor nacer con suerte que tener fortuna, tal afirmación podría muy bien ser aplicada a JO, quien al leer el mensaje de su busca personas supo que era mejor correr que hacerse el valiente. Da la casualidad que Remberto Rodríguez, escolta de LHC, se enteró de los planes de "el gocho" y se los comunico a su jefe, quien le ordenó que previniera a su amigo "de todo". Fue así como un agudo beep beep dio al traste con otra de las bravuconadas del historiador fanfarrón, quien nunca se ha preocupado por otra cosa que no sea su propio bienestar económico. Él, junto con Guillermo Morón, Elías Pino Iturrieta y muchos otros, han deformado la historia de Venezuela de tal manera que a Simón Bolívar siempre nos lo han presentado como alguien lejano y ajeno, algo así como un
personaje de ficción del que sólo se conocen sus hazañas, pero jamás su parte humana, quizás sea porque "historiadores" como ellos fueron educados al calor de las maravillosas historias de Superman.
El macabro "encargo" de CAP no dejaba lugar para vacilaciones, Olavarría sabía muy bien que "el gocho" no se andaba con sutilezas.
Lo de CAP siempre ha sido el crimen y el pillaje, y los elementos criminógenos con que CAP suele asociarse son asesinos a sueldo y bandoleros de la más baja calaña. La huida de JO lo llevó fuera de las fronteras de Venezuela, pero claro está, eso SÍ era democracia...
Tiempo después, al regresar de su "democrático" exilio, comentó a un diario capitalino: "Esa misma noche salí del país y estuve muchos meses exiliado, porque inmediatamente me abrieron juicio por vilipendio al jefe de estado, que progresó, y del cual Luis Herrera me indultó". A cuántos de estos crápulas hubiese encarcelado ya "el gocho", o como era su costumbre, a cuántos hubiese asesinado ya si de él hubiesen dicho lo que han hablado de nuestro Presidente, Hugo Rafael Chávez Frías. ¡Y pensar que sujetos como JO se nos venden a sí mismos como historiadores! Durante el gobierno de LHC, JO siguió desempeñándose como editor de la revista Resumen. Sus alharacas se redujeron a brindarle apoyo mediático a LH como pago por el favor recibido, lo que le duró todo el quinquenio del "Presidente bombón", ya que al ganar Lusinchi declaró que: "La revista (Resumen) estaba muy debilitada económicamente y yo estaba debilitado anímicamente". Lo cierto es que al ver que AD volvía al poder sintió que sus días como editor llegaban a su fin, puesto que CAP y JL siempre han sido "amigos". No obstante; Lusinchi, redomado ladrón, quien además conocía muy bien las verdaderas debilidades del historiador fanfarrón decidió otorgarle, y esto es un hecho histórico fácilmente comprobable, un crédito agropecuario para que se fuera a practicar la agricultura bien lejos de él y de su oprobiosa barragana, y fue así como durante el nefasto mandato de JL nunca se escuchó la disonante voz del Dr. Olavarría. Jamás se supo qué logró sembrar el Dr. Olavaria y, por supuesto, JAMÁS se supo si devolvió el dinero que el estado venezolano le otorgó en calidad de "crédito agropecuario". ¡Y pensar que es este mismo sujeto quien vive quejándose de las cooperativas agrícolas y de la Ley de Tierras!
Postadata: Otro que se hizo eco de las publicaciones de JO fue Luis Penzini Fleury, quien para le época era director de "El Nacional", y lo pago nada más y nada menos que con cárcel. ¿Será éste otro de eso sucesos a los que Ud. gusta calificar de "Historia viva, Dr.? Espero que no crea Ud. el pueblo venezolano no conoce sus alharacas de carajito malcriado por lo que éstas son: bravuconadas de frustrado.
Texto: Boscán B. Henry M.
Fuente documental: Revista Resumen Año 1977, diario El Nacional, Años 1977/1978. Hemeroteca Nacional.
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