¡Necesito compadre Roa, y camaradas poetas -hermano Numa Molina-, Sant Roz, un Whassap urgente al camarada Aisami y a Tarek Saab Williams!
Por supuesto, este mensaje de apoyo suena dramático y es peor que eso, es trágico. Y digo esto porque, lo que sucedió el viernes 27 en la tarde frente a mi casa aquí en Mérida, fue una abominable y prepotente demostración de abuso de poder (de amedrentar a los ciudadanos valiéndose de un poder judicial-policial en este caso, convertido en poder terrorista y ejecutado por leguleyos adecopeyanos -esto lo sé ahora porque varios camaradas y milicianos me han informado sobre la «tradicional» filiación política del ejecutor y los otros personajes que integraban el grupo terrorista judicial). Es más: fue peor que eso, pues ese mismo día mi esposa había ido -por enésima vez- al C.P.N.N.A a pedir protección para nuestras menores hijas porque los inquilinos (super escuálidos) se convirtieron desde el año 2019 en un peligro para la seguridad física, moral, psicológica y emocional de toda la nuestra familia, sobre todo para mis menores hijas. En su momento, mi esposa hizo la denuncia en la Prefectura Spinetti Dini y se sorprendió al enterarse que ya había otras denuncias contra la misma señora a la que le habíamos alquilado (de hecho fue desalojada de una casa en La Predregosa y en Santa Rosa -cerca de la Facultad de Ciencias donde estudia el hijo). El cuento, estimados poetas y camaradas, es largo, pero les haré un bosquejo ilustrador del asunto para que se evidencie lo que temo se está cirniendo detrás de todo sucedido: Sé que en el trasfondo la derecha opositora -que siempre ha «manejado y manipulado el Poder judicial en Mérida- esta vez pretende arrinconarnos porque mi esposa y yo somos Chavistas y Milicianos -eso en Mérida no es un secreto porque varias veces lo he expresado a través de prensa, en escritos (ver Aporrea) y durante el homenaje que como Escritor Merideño que recibí en la FILVEN-2019. Y también es cierto que los inquilinos son super escuálidos, adecos, y no faltan a las guarimbas ni a las «manifestaciones» guaidosistas.
Podría extenderme en detalles, pero en este momento necesito -imploro- una solidaridad concreta, pues estoy bajo asedio, intimidación y amenazado hasta con un juicio (ellos saben que carezco de recursos económicos para sostener una arremetida de esa todavía imperante «ley adeca» merideña (aquí en Merida, por muchos años, han imperado las «blancas tribus de David» encabezadas por Willian Dávila, y las tribus verdosas que lidera Chuy Copey (yo combatí, en los años 80, un gran fraude que afectó a muchos ciudadanos que adquirieron viviendas en La Campiña, un «guiso» encabezado por Chuy Copey y aprovechado políticamente por W. Dávila). Y todo esto me lleva a preguntarme hoy: ¿Es simple paranoia o -con cualquier excusa jurídica se prepara una arremetida contra antiguos cabezacalientes? ¿Los traidores y desertores (perdonen la redundancia) capturados reciéntemente con armas y organizando campamentos de narcoparacos en Río Hacha, no indica que la ultraderecha se está moviendo en tiempos de pandemia para sacarle provecho a la situación de emergencia mundial y asestar golpes de toda índole? Y en este caso que les comunico camaradas, me pregunto, ¿Cómo hizo un juez municipal -si los tribunales están en receso por pandemia del coronavirus-, para arremeter contra mi familia valiéndose del anuncio del Camarada Maduro y al que todos los días atacan aquí en Mérida? ¿Cómo es que esta camarilla leguleya e inquisitorial nos amenaza con cárcel a mi esposa y a mí y le dijo en la cara a mi hija Zuhé que las iba a «recluir en un refugio para menores? ¿Cuál es el delito cometido por mí, mi esposa y mis dos menores hijas? ¿Esta arremetida es legítima cuando tenemos tanto tiempo denunciando una situación irregular de terrorismo y agresión por parte de personas a las que solidaria, cordial y humanitariamente les dimos apoyo en un momento de necesidad habitacional? Digo esto porque el espacio que les cedimos -de palabra, de buena fe, por razones humanitarias- iba a estar un año desocupado pues allí vive Carlos Mario, mi hijo autista que pasa un año con la mamá y otro año con nosotros aquí en Mérida -yo les ofrecí albergue por un año, por un modesto costo, pues ellos dijeron que necesitaban vivienda por unos 8 ó 10 meses por cuanto estaban vendiendo un terreno para adquirir un apartamento (yo, incluso, de buena fe, les dije que solicitaran una casa a la Misión Vivienda, pues a muchas familias la Revolución Bolivariana les había otorgado un hogar digno (a lo mejor el consejo les desagradó por su posición escuálida). ¡Es más; en un acto de descarada ingratitud, al conocer nuestra condición de Chavistas y Milicianos, comenzaron a denigrar de nuestra filiación psuvista, de los planes de gobierno revolucionario: Carnet de la Patria, CLAP (aunque lo aprovechan), a criticar todo lo que el gobierno hace o planifica (pero ahora sus abogados -y no sé de dónde sacan el dinero para mover un tribunal en receso), etc. ¿Por qué ni el juez municipal ni el ejecutor tomaron en cuenta las ya antiguas denuncias nuestras y reiteradas solicitudes de protección familiar?
Disculpen el apuro estimados camaradas. Sólo quiero su apoyo moral Hace muchos días que no les escribo ni les envío textos ni Resumen Latinoamericano porque estoy sin internet (no sé si hackeado o por alguna «sanción de google). Y mi teléfono (0274-2459166) sólo recibe llamadas pero no puedo telefonear a nadie. Esto empeora mi situación (en este momento les escribo desde la casa de un camarada). Repito. ¡¡¡Las ya viejas denuncias y solicitud de protección familiar que hemos hecho por agresión y violación de LOPNA, Ley contra violencia doméstica y Ley de protección a la Mujer, de nada ha servido!!! Los camaradas que me han dado su apoyo moral me comentan lo «extraño» que les parece la maniobra, el viernazo de jueces adecos con tribunales en receso? ¿Acaso se trata de otra mafia opositora en acción? ¿Es una operación selectiva? ¿Es parte de las operaciones que se han ido sucediendo contra la Revolución y la estrategia es joder a los Chavistas? ¿De dónde sale tanto dinero para mover una parafernalia de personajes aterrorizando una familia carente de recursos económicos para contratar abogados defensores? ¿Van a aplastarme con mi familia? ¿Se justifica tanto aparataje amedrentador?
Lo peor es que toda esta tragedia ha afectado -sobre todo- a mis menores hijas, y mi esposa (que es maestra de preescolar) tiene meses deprimida, estresada, con los nervios alterados, sufriendo de insomnio. Ella y mis hijas, desde hace meses, sufren de psicosis (han mostrando signos de alteración emocional, paranoia, miedo constante, a veces se encierran a llorar en sus habitaciones. Siempre están como a la expectativa, como si algo inminente e inevitable les fuera a ocurrir. Yo ( aunque soy miliciano) me siento desarmado, vulnerable, indefenso y (lo peor) carente de recursos para enfrentar esta arremetida -que sospecho es otra cosa muy peor y distinta a lo hemos presenciado frente a nuestra casa. Y repito una vez más: Hemos ido a todas las instancias habidas y por haber en relación con este terrible caso, y muy poco ha surtido efecto ante el avasallante imperio de la ley arremetiendo contra mi familia en manos de un juez ejecutor superadeco y todo un aparato represivo -como en los peores tiempos de la era adecopeyana.
Así es camaradas… ¡Estoy acorralado, asediado, rodeado! Les pido disculpas pues no quiero ser un vulgar alarmista, pero mi temor va más allá de lo sucedido -en realidad temo que en las próximas horas -en los días sucesivos, aunque los tribunales están en receso por pandemia, están cocinando no sé que fatalidad… (Cuando se me amenazó con cárcel yo bloqueé el golpe diciendo que ya tengo 70 años; pero entonces el ejecutor amenazó a mi esposa con mandarla a no sé donde (presa se entiende) y que a mis dos menores hijas las mandaría a un «refugio para menores!!! Y es que, en una especie de componenda leguleya, el viernes 27 en la tarde se presentó un juez ejecutor para reincidirle el «derecho» a una señora, su hijo y la pareja de éste, quienes viven en un anexito que construí en la parte superior de la casa (previamente, procedieron con segueta a romper la cadena y el juez ejecutor de apellido Maldonado) le decía a uno de los policías que abriera rápido o llamaran al cerrajero. Yo estaba trabajando agricultura en un microconuco que está detrás de mi casa y cuando oí los gritos del juez salí y me aferré a la reja del portón para impedirles el ingreso. Argumentaron de todo, y manejaron todo justificación del atropello terrorista, un asunto de inquilinato, sin considerar siquiera que desde junio del año 2019 les habíamos pedido desocupación por el alto nivel de agresividad del hijo de quien tramitó el arriendo. Y es que yo no le alquilé por usurero, le cedí el anexito porque la señora me dijo que trabajaba en el centro de Mérida, que era odontóloga asignada por el IPASME al Liceo Carnevalli de Santa Ana, y que ella vivía en La Hechicera, y que por la total paralización del transporte en esos días, ella tenía que subir y bajar a pie aquel largo trayecto. Ya les dije camaradas que alquilé ese espacio de mi casa de buena fe, de palabra -sin contrato escrito- sino por un acto de solidaridad, por razones de humanidad, porque conozco Mérida y sé lo que significaban las razones expuestas por la dicha señora. Al poco tiempo de haberse mudado ella se fue a Caracas a resolver un asunto urgente respecto de un hermano suyo -médico- que acababa de fallecer y parecía que querían quitarle una casa. El lunes 20, en una decisión irrevocable, mi esposa Delia y mis dos hijas adolescentes (12 y 16 años), decidimos irrevocablemente mudarles los muebles y enseres y ponérselos abajo, en el patio techado que está frente a la biblioteca. Pero esta medida no fue para infringir el anuncio del Camarada Maduro respecto a exoneración de alquileres y prohibición de desalojo. En este sentido, estimados camaradas, la mayoría de ustedes me conocen bien desde hace mucho tiempo y saben que siempre trato de proceder apegado a lo justo y a la verdad (incluso, en este caso, me siento pendejo, pues creí en personas que después resultaron una amenaza para mi familia). De hecho les dije al tal juez ejecutor que la decisión adoptada por mí, mi esposa y mis dos hijas no fue una evasión flagrante del anuncio presidencial sino una manera -quizá desesperada- de frenar de una vez por todas el terrorismo psicológico a que nos han sometido dichos inquilinos.
Los saludo, entrañables camaradas y amigos. Espero su apoyo -informándole a Tarek Saab Williams y a Tarek El Aisami, Poeta Crespo, Numa Molina, Ministro de Cultura y a Jheyson Guzmán (Protector de Mérida) sobre la terrible tragedia que estamos padeciendo.
Con un gran abrazo me despido -por ahora- y espero que este mensaje les ponga en alerta.
Millones de gracias por anticipado.
Aparte de amigos los considero hermanos míos.
Espero hagan por mi y mi familia los contactos que les he suplicado.
Puedo decir que estoy en sus manos.
Atentamente:
Amable Fernández