Cuando los distintos voceros de los Estados Unidos hablaron de imponer sanciones a Venezuela, cuando hablaron de asfixiar al país, la clase media antichavista aplaudió fascinada, imaginando al chavismo sufriendo, pidiendo perdón de rodillas, entregándole el país a los gringos, suplicándoles que nos convirtieran en su otro Puerto Rico. Y ellos con su Green Card.
El sentido de no pertenencia llevó a la clase media antichavista a creer que cualquier acción contra Venezuela sería solo contra el chavismo; que ellos, la sociedad civil decente y pensante, serían simples espectadores de una guerra que verían cómodamente desde su balcón. A pesar de que los gringos se cansaron de decir que las sanciones están diseñadas para asfixiarnos, la gente decente y pensante pensó que la asfixia del países permitiría respirar.
Cuando Guaidó se les presentó de la nada como su presidente, el antichavismo lo adoptó a él y a su discurso de guerra. ¿Le tienen miedo a una guerra civil? –preguntó con los ojos y los barros brotados– ¡Nooooooooooo! –gritó emocionada la clase media, con sus franelas le Capitán América, con sus banderas de barras y estrellas, imaginando que la guerra civil se la iban a hacer, por allá lejos, en sus barrios hurriblis, la misma gente que les hace las camas, las comidas y el jardín.
Una guerra supone muchas cosas horrendas, amiguis. Además de la muerte indiscriminada, tal como se detalla en el contrato de guerra que firmó Guaidó con los mercenarios de Trump. La guerra supone el colapso total de la cotidianidad.
Tuvimos una probadita el año pasado, cuando sabotearon el sistema eléctrico del país. Y no importa cuantas veces digas que no fue un sabotaje, que fue el gobierno ineficiente; no importa cuántas veces niegues la imposibilidad que imponen las sanciones al gobierno para comprar repuestos, para mantener la infraestructura, no importa cuánto te burles, tú también te quedaste tres días sin luz. Como te quedas sin agua, sin gas, sin gasolina…
La guerra impone el caos, de eso se trata. El bloqueo es un acto de guerra. Pero tú querías bloqueo ¿no? Tú no le tenías miedo a una guerra civil…
Como evitamos a pulso la guerra civil, la dirigencia antichavista contrató mercenarios para sembrarnos esa guerra que tanto necesitan y que no cuaja.
¡Shit! Fallaron los mercenarios. Arrecia la asfixia gringa gestionada por Guaidó y sus perritos, para ver si alguien se anima y hace algo de una buena vez. ¿Te gusta la gasolina? En eso están, pero, vamos por partes…¿Qué tal si los dejamos sin tele? Ayer cerró Direct TV, obligada por las sanciones gringas a violar la ley venezolana, y como eso no se puede hacer, Direct TV se fue y la guerra entró por una pantalla vacía a millones de casas en el este del Este y en el oeste también.
En cuarentena y sin TV, toda una incitación al caos, pero el caos no salió de las redes sociales, donde los afectados se desahogaban, cada quien a su modo, aunque los quejidos más dolorosos eran de la oposición desorientada, que no entendía porqué las sanciones los estaban afectando, si ellos no son Nicolás, Diosdado, Padrino o Delcy… si ellos ni siquiera son chavistas comelentejas.
Así sería que Isnardo Bravo, aquel que tuiteó hace un año el ultimátun de “24 a 72, el que entendió entendió”, ahora descargaba su arrechera porque se quedó si poder ver Mi Gran Boda Gitana por Direct TV.
Fue tal el bofetón de realidad en la oposición que los operadores mediáticos, los infomercenarios que no olvidaron, como olvidó Isnardo, su rol en esta guerra, hacían imposibles piruetas para endosarle a tú sabes quién la responsabilidad de las sanciones gringas que gestiona Guaidó y que sí te afectan a ti.
Así, inteligentísimo, Victor Amaya se lanzó un tuit arrastrado que dejaba hasta un hilito de baba: “Queda claro que si Conatel hubiese permitido a Directv operar excluyendo de su parrilla de canales a Globovisión y Pdvsa TV, los únicos dos sancionados, no estaríamos viendo el cese de operaciones de todo el servicio en el país. Para cuando se estén evaluando responsabilidades”.
O sea, que la culpa no es de Guaidó, señora del El Cafetal, que el culpable, como siempre el gobierno chavista, que no quizo obedecer a los gringos y sus sanciones que dicen que Globovisión va fuera del aire. ¡Agárrate Vladimir!
Y como nadie salió a incendiar la calle, los infomercenarios desesperaron y se acabó el disimulo. Así a golpe de tardecita sin golpe de Estado, Emmanuel Rincón, uno que no vive aquí, mandaba a hacer la faena a larga distancia tuitera: “Con tan solo Maduro firmar la renuncia se levantan las sanciones, ¿por qué no exigen eso?”.
El nefasto Daniel Lara Farías, desbocado desde Alemania tuiteó: “Si quieren que quiten las sanciones, derroquen al chavismo”.
“Exijan, derroquen, hagan algo”, siempre en tercera persona, siempre cobardes, siempre tratando a sus seguidores como imbéciles.
Al carajo el mantra negacionista de todos estos años, que las sanciones sí te afectan a ti, idiota, que sí son una forma de extorsión para tumben a Maduro. ¿Te vas a dejar asfixiar?. Así de vueltos locos, Wilfrido, están.
A todas estas, y como aquí no hay descanso, cinco súper tanqueros iraníes, cargados de gasolina, con su orgullosa bandera izada, navegan rumbo al Caribe nuestro. Así, sin CNÑ en Direct TV, la oposición se debate entre el soldado Ryan o el tanque lleno de gasolina con burundanga iraní; entre el “bueno” de la película que no se mide para joderlos o el “malvado” que se la pasa rescatándolos de su propia necedad.
¿Quieren gasolina?
¡Nosotros venceremos!
CAROLA CHÁVEZ@tongorocho
Un Comentario
Tartufo
Carola, soy de la «cuarta edad», mi profesión me dió la oportunidad de conocer geográficamente medio planeta, con las consabidas ideologías, dictaduras, invasiones, revoluciones, avances, tecnologías, etc. Leyendo «Bofetadas a la realidad», activó de nuevo en mi neocórtex la invasión a Panamá, el cual pude entrar cuando activaron el tráfico marítimo; ese día conocí lo que hace el imperio bárbaro decadente en nombre de «la libertad y la democracia». Muchas de las veces que he tratado de corregir a esos «valientes opositores» que piden invasiones o sanciones, refutan mi experiencia, porque ellos se comportan como perros pavlovianos, sus mentes están colonizadas y la vacuna para esa «pandemia», todavía ningún científico ha podido preparar. Todo lo que hace mal los Estados Unidos, automáticamente de su pensamiento es borrado, inclusive los crímenes más atroces.
Las verdades las condimentas con un poco de humor, pero ni con eso entienden el mensaje; la disociación o condicionamiento no cree en doctorados, científicos, sacerdotes, genios, ni pueblo en general. Cuando el hijo de engendro Guaidó se autoproclamó, todas todas»las especies» estaban alborozadas con él, se dejaron llevar como borregos por un mentecato; y aunque ahora esté debilitado, y el gobierno lo mantenga «cocinando en su salsa», sigue jodiendo y haciendo daño a la nación.Tiene pocos seguidores, pero cuando las aguas bajan, estos contaminan.
Siguiendo con Panamá, hasta a familiares «opositores, les he informado que unos cuantos que portaban pancartas dando bienvenidas al invasor, estas sirvieron de mortajas bajo las orugas de los tanques, y los que ondeaban las banderas yanquis, el movimiento lo utilizaban los pilotos de los helicópteros para ajustar la mira. Murieron miles de personas para capturar al «dictador» que ellos mismos crearon; pero el epílogo es que Panamá sigue siendo el mismo de siempre, «la poceta de los gringos». El resultado de la información ha sido infructuoso.
Respecto a los valientes del teclado, autoexiliados son pura basura, esos no tienen patria. Si Trump les pide que subasten la progenitoras a los proxenetas que él indique, no les importaría. Aunque algunas deben de estar ejerciendo el oficio. Porque permanecer en USA autoexiliado tiene un precio. El imperio no tiene amigos, ni enemigos, sino intereses.