LA GUERRA DE LAS MALVINAS, ¿QUÉ PASÓ CON NOSOTROS LOS LATINOAMERICANOS?- Agosto 17 de 1982
Me he quedado sorprendido. Yo salía por allí y preguntaba:
- ¿Usted cree que la Argentina ganará la guerra en Las Malvinas?
Y me respondían:
- Claro que no.
Y yo pensaba en los seis años de dictadura militar, en que los militares eran los únicos que podían, ya que ellos eran o se supone que son los amos de la guerra. Y de pronto pensaba en alguien que dijo: La guerra es una cosa muy seria para dejarla en manos sólo de los militares.
Yo confiaba en el triunfo argentino. Habían colocado doce mil hombres en las Malvinas. Tenían una aviación poderosa y sobre ello una propia fábrica de aviones y la marina más antigua de sudamérica.
Y de pronto todo resultó falso.
Los ingleses, con apoyo norteamericano (prestaron la Isla Santa Elena, reabastecieron aviones en el aire, prestaron cohetes que iban directos al avión sin necesidad de darse vuelta y atacar por detrás) y europeo. Yo, que creía en Francia, en Bélgica, en esos países democráticos, occidentales y de lengua latina.
Allí viví durante años, unos cuatro años en dos oportunidades. O cinco. (La última vez con una mujer que no se interesaba por gran cosa).
Pero yo estaba aquí angustiado, pensando en que podíamos abrir un segundo frente con el Esequibo. Porque Brasil es latino. Brasil habla lengua latina y don Pedro el Cruel mató y puso a reinar (después de muerta) a su concubina Inés de Castro. Yo aquí pensaba que el asunto no era enviar armas a la Argentina. Ni crear una nueva OEA. Ni crear otro TIAR. Yo aquí pensaba en otro frente. Y me pasaba las noches pensando qué puedo hacer yo. Qué puede hacer el gobierno. Qué puede hacer Venezuela. Y me decía: Crear otro frente. Distraer a los gringos y a los ingleses. Distraer a toda Europa. Hacerle ver a Reagan y a Europa que existe otro continente que no tiene que ver nada con ellos. Que no habla inglés. Que no es europeo y que mucho menos es occidental. Porque, de pronto, nos hemos quedado en las nebulosas, sin saber qué somos, ni por qué existimos y si alguna vez tendremos derecho a existir. Porque no más viene el presidente de Panamá, se pone de acuerdo con nosotros para inaugurar un Congreso Latinoamericano sin Estados Unidos y es derrocado.
Y me pregunto: ¿Podrán esas seis fragatas con el poderío inglés aupado por el poderío norteamericano?
No, me respondo, yo sé que no.
Pero hay otros medios. Y los norteamericanos no son tan burros para lanzar una bomba atómica en sus propias narices. Por eso no la han lanzado en Cuba. Ni en El Salvador. Ni en Nicaragua. Ni en ningún país centroamericano. Es por ahí por donde los vamos a agarrar. Los tenemos cogidos por el cuello.
Martes, Agosto 17 de 1982