(EN LA GRÁFICA VEMOS A ARGENIS EN UN BAR DE CARACAS, CON EL ESCRITOR MANUEL BERMÚDEZ)
¿Quién es usted?
¿Por qué tiene usted los ojos tan claros?
¿Cómo se llama usted?
¿Cuántas veces a la semana viene usted a este lugar para yo venir también?
Me convertiría en su esclavo,
en el hombre atormentado de hoy,
en un neurótico.
Yo la miro a usted desde mi posición y la encuentro hermosa.
¿Cuál es el número de su teléfono?
¿Dónde vive usted? (Le enviaré un ramo de flores)
¿Dónde trabaja?
¿Cuánto gana? (Esto es esencial)
¿Está dispuesta a casarse con un poeta?
¿Qué edad tiene usted?
Perdone la indiscreción, ¿pero quién es usted?
¿Por qué se va?
¿Huye acaso?
Nadie la está corriendo.
¿Yo?
¿Soy tan monstruoso? ¿Así de viejo? ¿Repelente?
¿Un borracho? ¿Un impertinente?
– Yo pago otra ronda. ¡Camarero! Yo, para que se entere, trabajé en un barco como camarero. Recogía vasos, botellas, platos, cubiertos, manchados manteles y colas inmundas de cigarrillos.
Ella se ha quejado y se ha ido. Mientras tanto al camarero le sudan las manos y habla de boxeo al mismo tiempo que coge el hielo, lo mete en un vaso y sirve el whisky.
– Esas peleas de pesos pesados no me gustan – dice -. Yo estoy con los pesos gallos.
2
Tengo que vivir con una mujer de un modo muy distinto a como viví con las anteriores.
Las anteriores fueron mi aprendizaje para vivir en compañía.
Había muchas complicaciones, todas inventadas o imaginadas por mí.
De ahora en adelante (cuando conviva o me case de nuevo) no inventaré ni imaginaré nada.
Tal vez así todo resulte.
3
El más gritón, el más audaz, el más cínico, el más suicida, ese ganará, triunfará en todo.
– El lobo tenía eso y desapareció de la fauna animal.
– También es verdad.
– Y el zorro está por desaparecer.
15/01/1981