1 de Enero. Viernes- 1970…
El 30 DE DICIEMBRE DE 1970, a las 3 y media de la tarde me fui a San Juan de los Morros con mi hermano José y un familiar. Me tomé unas cervezas en compañía de algunos tipos de allá, que por la sola razón de tener un título de profesor se creían con derecho a opinar de todo. Uno decía: “Tengo dos casas en Caracas y un carro”. Y allí resumían la grandeza de lo que son.
El 31 por el día repetí las bebidas, esta vez whisky, en compañía de German Alvarado y Néstor Bolívar. El año nuevo lo recibí en casa de mi hermana Idilia. No dormí por el escándalo de la música y cuando me levanté lo que pensé fue regresar a Caracas. De San Juan de los Morros la única gente que vale son los Torrealba. Es la única gente con la que se puede hablar algo que valga la pena allá. Por algo deben vivir apartados, sin mantener roces con nadie en ese pueblo.
Son como las 2 p.m. y yo estoy en Caracas. Llamé a M y aquí la estoy esperando en el apartamento.
2 de Enero. Sábado.
M y yo planeamos viajar a Bélgica. El Inciba me ha renovado la beca por un año más. Todo, gracias a Carlos Díaz Sosa. M por la mañana, sugiere Líeja como lugar de residencia. A mí no me importa. Pienso que en cualquier otro país podría organizar mejor mi obra, de momento.
El saboteo se me ha hecho en mi país.
Y en San Juan de los Morros vi que mis ex-compañeros no me pasan. Es un delito destacarse en este pueblo. Los que me conocieron de joven están contra mí por la sencilla razón de que he escrito libros que más o menos han sido aceptados. Hablan mal de mí a mis espaldas. Fui a saludar a uno que tenía como ocho años que no veía y apenas si me saludó.
Creo que lo sorprendí en el momento en que pronunciaba mi nombre. Para algo bueno no sería.
Me di cuenta de que para la gente de San Juan de los Morros no me he destacado “como es debido”, porque aún no he adquirido un automóvil.
- ¿De todos esos carros cuál es el tuyo? -me preguntó alguien.
El éxito intelectual, según se colige, debe ir con el éxito material. Emparentado.
3 de Enero. Domingo.
Yo al pasear, hacía cada día el mismo trayecto. Y en aquel momento iba en compañía de mi hija C y dos conocidos míos. Y en el camino me tropecé con un militar con el que hablé, se me despidió y se metió en un bar. Yo proseguí. Pero me volví y divisé al militar. Caí en la cuenta de que me vigilaba. Y le comunicaba eso a mis acompañantes. “Ocúpate de mi hija”, le dije a uno de ellos. Y yo me adelanto. La calle estaba obstruida y había que escalar. Pero en eso cerraron el bar y salieron otros hombres. El militar habló con cuatro de ellos. Entonces dos se adelantaron, quitaron los obstáculos de la calle y pasaron. Yo también proseguí. Ahora me sentía vigilado y perseguido, y sin salida, porque había perdido toda orientación. A mi mujer le pregunté: “-¿Hacía allá se va hacia la ciudad, no?”. “Sí”, respondió.
“-¿Ha visto dos hombres por aquí?” “Sí -respondió, dos están delante y otros detrás”-, dijo como si supiera que la cosa era conmigo. Y en ese instante un hombre se me acercó, pero antes de que pudiera hablarme, le pregunte qué quería y lo amenace con unas tijeras. Me desvié y me sentí acorralado.
4 de Enero. Lunes.
Habíamos llegado a tal estado de corrupción que vivíamos asqueados. “Olvídalo todo para que puedas vivir” -me decía ella. Aunque teníamos todas las comodidades no nos sentíamos bien después de aquel desastre de los días anteriores. Ella iba con un negro que dejaba los preservativos en la poceta sin bajar el agua. Y yo no olvidaba eso. Y a ella la veía con asco. Y a mí me veía con lástima. “-Desvergonzado” me decía a mí mismo. Y ella que me respondía: “¡y entonces porque no te vas y me dejas!”.
-Porque no puedo, le respondí. He perdido toda vergüenza. Puedo soportarte.
5 de Enero. Martes.
Paso el día en casa leyendo las memorias de Voltaire y unos cuantos relatos policiales o de misterio de Fipling, Lovecralt, R.C. Coak, etc.
Por la noche voy donde el comandante Aquiles López, quien me regaló un abrigo. He leído en los periódicos que el invierno de Europa ha sido de los más fuertes.
Casi listo, aunque me faltan la solvencia de las ventas y el pasaje ¡lo más importante!
M, que me acompaña con C, también carece de pasaje. (¡!)
Estamos decididos a irnos este mismo mes.
Aquí no puedo trabajar; definitivamente.
6 de Enero. Miércoles.
Con la idea de que debo irme con el solo propósito de escribir mis memorias de la infancia y de la primera Juventud.
La literatura sin humor o sin misterio no se justifica.
El sufrimiento impuesto, ¿Es sufrimiento?
Humor o misterio uno suple al otro.
La literatura debe tener sentido. ¿Y qué es eso de que hay literatura sin sentido?
Yo no concibo la literatura sin chismografía o sin bajeza. ¿De dónde me vino esto?
(Hacer lista de autores)
7 de Enero Jueves.
Puedo decir que ya casi estoy listo para volver a Europa. Sólo me falta el pasaje y Adel Muhamad me lo está gestionando a través de la O.C.I, donde trabaja. M quien dice que me acompañará, salió a renovar su pasaporte. La otra vez M me hizo falta en Barcelona y por eso no me quedé allá. Con ella a mi lado podré trabajar con más ganas. Recuerdo que gracias a su compañía escribí como un condenado en Bruselas “Gritando su Agonía”, “La Fiesta del Embajador” nueva versión de “Entre las Breñas”, “La Segunda Vida”, “Diario Onírico” y “Diario de Bruselas”. De estos han aparecido “Gritando su Agonía” y “Entre las Breñas” y según parece si hay que creerle a Díaz Sosa, “La Segunda Vida Sera” publicado por Monte Ávila.
Mis personajes ocupan cargos relevantes: el General Francisco Sánchez Olivares, era coronel cuando lo conocí en Bruselas y cuando lo metí en “La Fiesta del Embajador”, ha sido encargado del C.D.O. (Comando de Operaciones Conjuntas del Ejercito). Ahí le pagan a Sánchez Olivares por haberse apropiado de un dinero en Bélgica y por haber ultimado en Cocollar al estudiante Rene Hernández. ¿Pero por qué escribo esta nota? Sánchez Olivares el típico hombre que en vida lo consigue todo, pero que apenas muere desaparece definitivamente. Es de la clase de gente que se lleva el viento.
Me informa Moisés, el dueño de la Librería Centro, que Aníbal González, agente del SIFA, le había preguntado por mí.
- No me gustó la manera como lo hizo, prosiguió Moisés.
Fue el 2, apenas abrí el negocio. (¿?)
No me gusta que tipos de la calaña de Aníbal González pregunten por mí. Aníbal González está implicado en el asesinato de Alberto Lovera.
Estamos rodeados de asesinos.
8 de Enero. Viernes.
Mi hermano Adolfo, a sus 33 años, no sabe qué hacer. Ayer vino de Calabozo, donde trabaja como profesor. Desde hace unos cuantos años es licenciado en Letras. Pero no sabe qué hacer, aun cuando se gana bien su vida. Me asoma el asunto de fundar un partido político y se lo rebato. ¡Ya hay demasiados aquí y él carece de fortuna o de padrinos! Es ingenuo en este aspecto mi hermano Adolfo. Entonces me asoma la probabilidad de fundar un periódico en Zaraza. En un pueblo de Guárico no se ganaría nada con eso. Entonces se irá al exterior, me dice. Cosa que no lo creo.
- Lo que tienes que hacer -le digo-, es dedicarse a leer y a escribir. Pero a escribir en serio. A trabajar, mejor dicho. Escribir es un duro trabajo, no escribir poemita o un cuentico cada tres años. ¡No!
9 de Enero Sábado.
M se fue a Valencia a una fiesta que dan unos familiares suyos.
Yo deambulo por la ciudad y compro un ejemplar de la revista Eco dedicada a Hölderlin. También compré un ejemplar de Eco con unos poemas de Hölderlin cuando viajé con M a Bélgica. ¿Se repite el caso?
¡Qué ironia! ¡Calzadilla no tiene libros en prosa y yo dije que era un gran prosista! ¿Cómo lo justifico a él y como me justifico a mí? La gente no entiende las cosas. Todo lo toma en serio. El mundo va mal.
¿Cómo vivir con una mujer como M? Me rompió y destruyó quince cuartillas de mi Diario de Barcelona. Se lo reclamé y me contestó:
- Hablabas exclusivamente de mí. Eso es.
10 de Enero. Domingo.
Día perdido.
Encuentro con Armando Díaz Lovera, un médico que conocí cuando niño en Calabozo. Díaz Lovera ha publicado una novela, “Doña Cándida”, donde narra las vicisitudes de una familia pobre que se hace rica de la noche a la mañana jugando a los caballos. El hecho es cierto y ocurrió en San Juan de los Morros. A los 4 meses de ganarse un millón de bolívares, la familia los derrocho. De condición ínfima todos los miembros se creyeron “gente rica”. La vieja se buscaba soldados a los que les pagaba para que se acostaran con ella. Y cada uno de sus hijos se compró un automóvil. Al final dos de los muchachos terminaron en la cárcel por la vida de ricos que llevaron y la vieja volvió a su rancho. Juan, el mayor, mató a un hombre con un carro. Y el que le seguía se volcó en un camión y también causó desgracias.
Soñé que M, Alice y yo llegamos a una isla. Íbamos a vivir o a pasar unos días en un campo. A la isla llegamos por aire. En una especie de planeador. Nos introdujeron en una oficina y allí nos dieron las llaves de un camión que M conducía. Salimos. Creo que M en presencia de otros hombres se olvida de mí, y así parece mandar ya que entra en el camión con su hermana Alice y arranca. Yo corro y me agarro de las barandas. El camión corre por una carretera de tierra. Hay matorrales y ramas que me golpean. M conduce sin reparar mi ausencia. “Mejor me dejo caer”, me digo. “Tal vez se acuerde más adelante, o cuando llegue al destino se acuerde de mí”. Pero no me vuelvo. Voy convencido de que no le importo nada.
¿Tendré que irme solo?
11 de Enero. Lunes.
He peleado con M. Creo que volveré solo a Europa. Regresaré, es casi seguro, a Barcelona. Allí al menos conozco gente.
Me siento solo. Ni un amigo. Nada. Salgo a la calle y la gente me saca el cuerpo. Y todo se debe a la literatura que hago.
- A ti te tienen miedo -me dijo Rafael Cadenas y se fue.
La sinceridad es un problema. Pero yo no concibo la literatura sin sinceridad. Cada día, a lo que veo me quedaré más solo. Aunque yo no tengo quien me deje. Regreso al apartamento y ahí veo que M me tenía la maleta con mis pertenencias en la puerta.
- ¡Vamos te vas de aquí! -me grito.
Luego salí a caminar. Divisé a Uslar Pietri, quien me saludó de esta forma:
- ¿Y a usted no le habían asignado más personajes?
En la medida de mis fuerzas he procurado escribir verdades, ser sincero. Y es esto lo que me ha restado el contacto, lo que llaman. Amistad y el roce de los humanos de este país.
Idea: editar el Diario de Barcelona. Hoy buenas observaciones allí.
Deberé aplicar mis fuerzas morales para imponerme un trabajo serio y ordenado en mi nuevo viaje europeo. En los nueve meses que pasé en Barcelona solo escribí mi Diario Intimo. (Unas 200 cuartillas) un relato (muy corto = 4 cuartillas) en fin que no hice nada.
Idea: reescribir “El Tumulto”.
Si las cosas siguen como van aquí con M es más que probable que viaje este misma semana. Hoy es lunes 11.
12 de Enero. Martes.
A las once me reuní con Domingo Fuentes, me propone que le escriba un “buen prólogo” para la 3era edición de “Entre las Breñas”. Tomamos y comemos juntos.
M se apropió de casi la mitad de mi Diario de Barcelona. Esto es irreparable.
Como he tenido una violenta pelea con M en presencia de C, ésta a sus 4 años, ha empezado a odiarme.
Pierdo mi tiempo. Callejeo. M me ha corrido de su apartamento. Sólo tengo una idea: viajes a España y residenciarme en Barcelona o en Palma de Mallorca, donde, pienso, aun me quedan amigos.
Debo reescribir “El Tumulto”. Hoy un buen esquema.
13 de Enero. Miércoles.
Pensando incesantemente en mi nuevo viaje a Europa, a España; pero aun no tengo el pasaje.
M me hace falta, la necesitaré más para los trabajos que tengo en mente realizar: un tomo de memorias, un ensayo que verse sobre “Entre las Breñas” y una nueva novela basada en el esqueleto de “El Tumulto”. Además, debo pasar en limpio y poner en orden el “Diario Onirico” que escribí en Bruselas. Hoy declaré para Imagen sobre todos estos proyectos. Hice mal en declarar sobre esto porque considero que el trabajo creativo debe permanecer en secreto. Muchas veces regalamos ideas. Y uno debe ser misterioso y egoísta. El egoísmo, después de todo, es un placer.
Los hombres odian a las mujeres que aman por amor propio. Por amor a ellos mismos. Se horrorizan sentirse esclavizados. Los hombres que se aman a si mismo son los que más sufren.
El hombre que se conoce a sí mismo no tiene problemas. Siempre se dice: “Es irremediable soy así”.
Se sufre por amor propio. Por orgullo.
El suicida es orgulloso. Un hombre que siente mucho aprecio hacia sí mismo o que ha perdido todo el aprecio hacia sí mismo. Hay quien se cree demasiado y por eso se suicida. Por lo general el opacado no se suicida. No, este opacado vive hasta el final.
Más dura será la caída.
El sexo, ese enemigo.
14 de Enero.
Esta mañana, cuando me dirigía a la Biblioteca Nacional a devolver un libro, me crucé con Aníbal González, el tipo ese que era comunista y que ahora trabaja para el SIFA y me preguntó que cuando me iba.
- ¿No será que hay un auto de detención contra ti y piensan agarrarte en el aeropuerto? – comentó M.
Sólo por mis libros podrían atacarme. Y estoy consciente de que no es para menos. Considero que el enemigo más peligroso que tengo en estos momentos es el General Sánchez Olivares, a quien ridiculicé en “La Fiesta del Embajador”. Los adecos también siguen poderosos y no quedaron muy bien parados en “Gritando su Agonía”. Entre asesinos anda el juego.
Sánchez Olivares, y los adecos son expertos en eso de hacer desaparecer a la gente. Sánchez Olivares “desapareció” a Luis Hernández y además desaparecieron entre otros, a Malave, a Lovera, etc.
Aunque la gente me saluda bien y se levanta para estrecharme las manos me doy cuenta de que desconfían de mí y que pocos, muy pocos son amigos míos. Y lo peor de todo es que me he ganado a mis enemigos a fuerza de escribir. Unos me odian porque los metí en mis libros y otros por la envidia que despierta mi talento. Sin embargo, M me dice que hay gente que me quiere y empieza a enumerar. “Te quiere don Julio Garmendia, Bermúdez, Díaz Sosa, Tablante, Julio Barroeta, Dorante, Consalvi, etc. En fin un gentio que ni tú mismo podrías imaginarte”.
La impaciencia por viajar me impide leer.
No me abandona la idea de escribir un relato autobiográfico en el que me trate mal que se titule “Primer arreglo de cuentas conmigo mismo”. Seré sincero. Sacaré todas mis bajezas para afuera. Nadie se portará peor conmigo que yo mismo.
Anoche soñé con Thomás Wolfe. Estábamos en una mesa. Al principio no lo reconocía. Pero de pronto le dije: “Sí, ahora recuerdo. Tu moriste a los 38 años. Venias con el siglo. Moriste un 1938”. Se levantó como enfadado y negó que hubiera muerto. Pero era él, y yo sabía que había muerto.
15 de Enero. Viernes.
A lo que parece, la sinceridad radica en declarar las bajezas de los otro o de uno mismo.
Ya no puedo salir a la calle sin que me tropiece con algunos de mis personajes de mis libros. Anoche vi a Juan Liscano, quien apenas me saluda. Antier vi a Salvador Garmendia, quien “no me reconoció” y esta mañana vi a Rotondaro, es cónsul en Amberes; tampoco Rotondaro me saludó. A mí estos personajes me incomodan. Con razón Uslar cada vez que me ve me pregunta si aún no me han matado mis personajes. En mis libros no hay ningún personaje digno o noble.
Al parecer la sinceridad del escritor radica en la confesión de sus bajezas. Rousseau se hizo famoso por confesar una que otra travesura.
El cínico es sincero.
Nadie es sincero del todo. Nadie es cínico del todo. El cínico es un pesimista.
Nadie está interesado en revelarse del todo.
Algunos, hasta en su intimidad, se desnudan a medias.
El que conoce sus defectos no los olvida nunca. No puede.
El mayor egoísmo en el hombre es el de no reconocer nada de valor en los otros hombres. Todos padecemos este egoísmo.
Desconfía del que se dice sincero. Desconfía del que dice las verdades en la cara: es un cobarde disfrazado.
Cristo era pesimista. Sabía que su reino no era de este mundo. Por eso era pesimista. “Mientras viva, se diría, no creerán en mí. Por lo tanto, es mejor morir”.
Y murió para que creyeran en Él. Ese fue su fin y ese su comienzo. En mi fin está mi comienzo.
Los escritores debieron ser exterminados. Son bichos peligrosos.
Con sólo un pensamiento: irme a Palma y pasar un año allá para escribir: “Infancia”, “Historia de Entre las Breñas”, y otra cosa que se me ocurra.
Necesito a M y me la llevaré.
Lo doloroso va a ser el regreso. No he podido reintegrarme a mi país.
No he conseguido nuevos pasajes. Las cosas se me dificultan.
¡Fuera las responsabilidades! Cuando muera, que será pronto, me iré con las manos vacías. No quiero nada. No deseo nada.
17 de Enero. Domingo.
Los llamados grandes hombres son modelos de crudeza sin límites: Cesar, Napoleón, Bolívar, Stalin, Hitler, Che Guevara, Franco, Fidel Castro, ¿Cómo se hicieron grandes si no fue, mandando?
Los llamados grandes escritores no hurgan si no en lo bajo de los hombres porque descubrieron que el hombre es muy negativo o positivo. Sólo los tontos, los idiotas los engañados creen en la bondad.
El progreso es producto de la brutalidad.
La inteligencia es nociva.
Consejo: “estudie para que destruya a los demás”
“O estudie para evitar ser destruido”.
Solo el tiempo, que es el que en definitiva decide los correctivos, acoge como a héroes a los cultores de lo que aun llaman espíritus. Y entonces destaca a hijos como Sófocles, Hölderlin, Beethoven, Velázquez, Homero, etc.
18 de Enero. Lunes.
Siempre he admirado a la gente práctica porque yo no soy nada semejante. No sé hacer nada. Mis manos son sutiles. Carezco de toda habilidad. Escribir es una desgracia. Quiroga al menos era químico. ¡Pero es que yo no soy nada! Por lo tanto, me considero un inútil.
Me asombra la gente que sabe hacer algo práctico.
Por sobre el pensador pongo al que sabe hacer algo práctico.
¡Pensar no es nada! Decir o escribir sus pensamientos una tontería Al fin y al cabo todos pensamos. ¡Para colmo el que piensa quisiera ser piedra, no pensar! ¿Entonces?
Epitafio: gran título.
19 de Enero. Martes.
Como un loco, porque la verdad es que creo que no estoy en mis cabales, he arreglado lo del nuevo viaje a España: parto el jueves 21.
Luis Herrera Campins me invita a desayunar. Es interesante este hombre: Bueno como seguro candidato a la Presidencia de la República por el partido del gobierno.
20 de Enero Miércoles.
Estoy listo para viajar.
Mi hermano José me llevará al aeropuerto[1].
M y yo llevamos un documento a una notaría. Yo me casaría con ella por poder. Luego ella se me reuniría. Pero una cosa hemos discutido y ella me ha dicho que me vaya solo y que no firme nada. Son las 9 de la noche.
Sale una nota mía en “El Nacional”. Será la última mientras me encuentre aquí.
Recibo carta de Molina. Le gustó mi entrevista a Cela. Apareció un relato mío en “Papeles de Son Armandans”.
Mañana o pasado estaré en España. ¿En qué ciudad? No lo sé.
Definitivamente, me he divorciado de J.
Ahora a escribir mis escrúpulos. Los escrúpulos son un estorbo.
21 de Enero. Jueves.
A las 2 mi hermano José ha ido por mí al apartamento que comparto con M y a las 3 ya he arreglado todo lo concerniente al viaje[2]. Ahora son las 4 y media y el avión está por partir, rumbo Madrid sin escalas según parece. Será la séptima vez que pise Madrid. M se me sincera me ha dicho, el mismo día que se casa por poder que firme esta mañana en una notaría. Pienso que M me será de gran utilidad en este periodo. Ojalá así sea. Amén.
El avión despega a las 5.
Cada vez paso menos tiempo en mi país. En esta oportunidad apenas si me detuve 4 meses.
Me duele haber despotricado tanto de mi país.
Bueno, después de todo parece que M y yo nos llevamos lentamente bien. Ella hace lo que yo quiero, está dispuesta para la aventura.
El viaje es sin escalas y viajamos pocos en este avión, tampoco esta noche dormiré.
He escrito sobre gente a la que no he leído. No es que haya querido confiar en mi intuición, si no que quiero imaginar o imaginé sobre lo que los otros escribieron o han podido escribir. Hubo un tiempo en que creí que la literatura era un juego. Pero ahora creo que es una condenación o un tormento por lo que tiene de auténtico. Toda ella (la literatura) es o pretende ser verdad. Y hay que tomarla en serio. O mejor dicho: es lo único serio que existe en este mundo. Fue un error de apreciación aquel juicio mío de creer que la literatura era un juego.
Angustiado y temeroso por lo que pueda realizar ahora en adelante en ese campo, que es mi cierta pasión y la vida que vivo.
22 de Enero. Viernes.
Las notas del 21 de enero fueron escritas en pleno vuelo.
A las 5 y media a.m. llegada a Madrid.
A las 10 en punto a Barcelona.
Alegría de encontrarme en mi antiguo hotel. Pero el frío me decepciona.
Almuerzo solo, y por la noche ceno con Ramón Hervás.
A mi regreso al hotel he chismeado con el señor Claudio, el recepcionista, de toda la gente que habita aquí.
Con la idea de establecerme en Palma, porque con lo que dispongo no podría vivir en Barcelona con M y C.
Me desalienta ver tantos libros publicados, tantas editoriales. Será por mi impotencia y mi falta de método y el hecho de que no tengo obras listas para dar a una editorial.
A Sergio, el guitarrista, le han pegado una gonorrea, que lo ha dejado loco. No duerme, se pasea en zapatillas de goma. Maldice. Se queja de todo. La dueña del hotel lo ha echado por rezongón y Sergio no se va.
Esa gonorrea le ha afectado la cabeza, – comenta la señora.
23 de Enero. Sábado.
Soñé con tranvías, autos y metros y muchas mujeres.
Dormí largo y tendido hasta las dos de la tarde, hora en que me despertó el teléfono. Era Tomeo que me esperaba en la recepción. Salimos y almorzamos y pagó él. Estuvo muy atento. Pero su conversación, como siempre giro en torno a las mujeres. Y yo le hice ver que debía casarse con una mujer que lo ayudara. De mis planes no le dije nada. Y mis planes son los de establecerme en Mallorca junto con M.
Recorrí las librerías. En ninguna vi mi libro. “Entre las Breñas”. Supongo que se ha vendido. En “El Corte Ingles” ni vi “Gritando su Agonía”, la novela que me editó Tomás Salvador. Con éste me veré a las 9 de la noche. Tampoco le diré nada a Tomás de mis planes, los cuales debo mantener en secreto.
Por lo general me siento tranquilo o más seguro de mí mismo.
Le mandé un telegrama a Molina anunciando que estoy aquí.
No soy un escritor. Me siento pleno, lleno, satisfecho.
24 de Enero. Domingo.
A las 10 a.m. Aníbal vino con una novia brasileña y Tomeo y yo nos fuimos a Sitges. Allí estaba el mismo grupo pichirre y con pocas ganas de pagar.
Xavier Carles locamente enamorado de la María Rosa y la María Rosa por detrás haciéndole perradas con Tomeo. Tomeo me dijo que la María Rosa no quería nada a Carles, pero era mujer que pensaba en una comodidad y el Carles tiene dinero, dos autos y dos casas. Además de que el Carles le permite acostarse con quien ella quiere. “-¡Oh!, no hay problemas”, y que comenta el Carles.
¡Ah! Tengo que alejarme de esta gentuza.
Soñé que intentaba beber agua y no me dejaban. Llenaba el vaso de una pila y entonces llegaba uno y en broma metía mi dedo dentro de mi vaso de agua y por arco tiraba el agua.
25 de Enero. Lunes.
Vino el poeta Victor Pzancoyalba a traerme su libro “Sonia Pura” pero yo no estaba en casa y me lo dejó. Nos veremos a las 10 y media de la noche.
Salí a comprar el Nº de “Papeles de Son Armandans” de diciembre y allí aparece mi relato “José soy yo”.
Debo irme. Palma. Me están cobrando demasiado por el hotel. Esta semana me voy. Decidido.
He llamado a Edisven. “-Lo que sucede me ha dicho Borrell, el director, es que mi libro es el único de la colección que se ha vendido”.
Todo ha venido porque le he dicho a Borrell que “Entre las Breñas” no aparece en ningún puesto ni en ninguna librería.
¡Ah! Que tonterías, el diario íntimo no es creación.
26 de Enero. Martes.
Hasta las dos de la madrugada con Víctor Pzancoyalba, Ángel O. (escultor) y el pintor Cardena. Pzanconyalba se irá a Madrid a reeditar “Entre las Breñas”. A las dos de la tarde me llama José Ignacio Cabrujas. Pzancoyalba le ha dicho que he regresado. Me da noticias de Beneyto: éste sigue en Valencia y ha hecho una exposición de sus cuadros por allá.
Soñé con un tren y muchas mujeres. Dos de esas mujeres se desnudaron ante mí y me decían: “- Lo harás con las dos. Primero con una y después con otra”. Pero ya aquello no era el comportamiento de un tren si no una sala de baile y las mujeres estaban detrás de una puerta.
Bueno, creo que me iré a Palma mañana. Estoy tranquilo. No tengo complicaciones. Y las mujeres no me molestan. Me molesta cuando abandoné a M. Y me sentía desamparado.
Compré el “Derrumbe” de Scott Fitzgerald.
No hay una cosa que me fascine más que el derrumbe de una persona.
Un hombre no es hombre hasta que no se derrumbe. O un hombre no adquiere su categoría de hombre hasta que no se derrumbe. Es fácil levantarse o mantenerse en un nivel, pero derrumbarse no. ¡Cuántos esfuerzos no hace el hombre por no derrumbarse!
27 de Enero. Miércoles.
Volví a soñar con mujeres desnudas que dormían a mi lado. Soñé que M me esquivaba. Soñé que salía al patio detrás de una mujer y un gran resplandor crecía en el cielo. Soñé que luego volvía a una habitación y veía en la puerta a una hermana mía allí desnuda.
Dormí poco y mal. Me dormía y me despertaba. Y otra vez me dormí soñando que mi mamá me decía: “no quiero que esa mujer me haga mal” y se refería a M. Mi mamá temblaba. “No quiero que sepa –continuaba-, que hablé con López, quien me dijo que te hundiera, que esa mujer te hundirá.. no debe saber nada…”. Yo la calmaba abrazándola y diciéndole que M no nos haría ningún mal.
A la 1 p.m. pero yo no estaba aquí ha llamado A. F. Molina. Luego me acuesto y me duermo por unos instantes y sueños con lagunas artificiales donde concurre la genta a bañarse.
A las 4 salgo y en una librería de viejos: compro un volumen titulado “Los mejores cuentos venezolanos” selección de Valentín de Pedro, a quien desconozco. Del sello “Editorial amantes”, Rambla de Cataluña, 72, Barcelona 1923. “Los mejores cuentos venezolanos” prometen ser una curiosa e importante selección. El librero vio mi interés por esta obra y me arrancó doscientas pesetas.
Aquí, solo en Barcelona estoy tranquilo por los momentos, pero en mis 35 años me siento avejentado.
28 de Enero. Jueves.
Hoy hace una semana que salí de Caracas, y anoche soñé que un avión se incendiaba. Nosotros lo vimos: Adolfo, Alirio y yo y corrimos hacia donde caía. Una mujer se lanzó en paracaídas y cayó al mar y nosotros corrimos a socorrerla. Pero nos extraviamos. Y yo le dije a Adolfo que se pusiera delante, ya que él conocería el camino. Y nos extraviamos y llegamos a una prisión, y vimos un policía. Y vimos a un prisionero muy robusto y agresivo, y de allí salimos con el policía que nos condujo en auto al sitio donde cayeron los pasajeros del avión. Y eran un hombre y una mujer y ambos habían muerto. Y yo que había pensado hacer algo, no hice nada, me di cuenta de mi impotencia. Los cuerpos yacían por tierra, una multitud los rodeaba, les prestaba auxilio.
29 de Enero. Viernes.
Soñé que vivía en un apartamento que se inundaba. Corría el agua por las escaleras. Yo vivía allí con M y era una incomodidad, porque la gente lavaba sus trapos y entonces el agua corría y lo inundaba todo.
Con mala noche, volví a soñar que escribía un relato que titulaba “El Filo de la Mañana” o algo por el estilo. Y el título lo extraía de un texto de Novalis.
A las once fui a la Compañía Transmediterranea a sacar un pasaje para Mallorca. Viajo esta noche a las 10 p.m. Viajaré en el “Juan Norch”.
Carta de M. Que hace preparativos para venirse.
A las 5 he ido donde el Editor de “Entre las Breñas” y éste me ha dicho: “-Por ahí acaba de salir Los Chicos Salvajes de Beneyto, todo gracias a usted porque mi libro es el único de Tábano que se ha vendido… Porque los otros…” y saca una relación, según la cual del mío se vendieron cinco mil ejemplares en las dos primeras semanas. Sin contar a Venezuela porque allá la casa no tiene distribuidor.
30 de Enero Sábado.
Llegada a Palma, a casa de Molina por supuesto, muy temprano.
Muy mala noche y sueño con artistas de cine mexicanos.
Pesimismo porque aquí todo se ha encarecido (informaciones de Molina).
Almuerzo con Molina y Cristóbal Serna. Pasamos todo el día juntos. Ya no puedo más con mi cuerpo. Me aterroriza el saber lo caro que es esto, la vida que M, C y yo llevaríamos aquí. Pero estoy dispuesto a traerlas conmigo. Todo sea por las memorias que debo escribir.
- Vienes a pasar hambre -me dice Molina cuando me dan los precios de los hoteles y apartamentos por alquilar.
Llego a la casa cansado. Pero no me duermo. Me levanto. Me da hambre. Salgo a comer y llueve. Entro en un restaurant donde me tomo una botella de vino. Trabaja la cabeza. Molina y Serna me han dicho que no podré vivir con lo que tengo. Pienso en el suicidio. O dedico este año a escribir ese libro de memorias y luego morir. Pienso en mi primera mujer y en las dos hijas que tuve en ella, y luego en M, que se vendrá, y que está enferma y aun no podrá comer como yo. Y me echa todas las culpas. He sido un aventurero. Un fracasado. Como y regreso al hotel bajo la lluvia. Leo “Péndulo” de Cristóbal Serna. El sueño, el cansancio, esos amigos me han abandonado. La soledad es mi enemiga, la que me ha perseguido, la que me acecha. ¿Cuántas veces, cuántas noches la soledad no me ha desvelado, tiempo tras tiempo? ¡Cómo le temo y cómo la busco! O es ella la que me atrae. Lo que sería peor. Hoy leí: “Los Inmortales. Es la muerte”. O algo parecido.
El suicida es un culpable.
31 de Enero Domingo.
¡Cuánta falta me hace M! ¡Cuánto quisiera que esté aquí para ver si me aquieto! Llego cansado y aun así no puedo reposar. No duermo. Nada me abate. Paso el día entero donde Molina. Allí almuerzo, allí bebo vino, anís, coñac. Vienen unos tipos argentinos, mallorquines, colombianos. Hablan entre sí, hacen chistes. El todo es pasarla, y luego nada. La soledad es a la que yo mismo me someto. Es de noche, tarde de la noche, ya el día de mañana, Primero de Febrero y yo leo. Leo a Fitzgerald. Fui a Génova con Molina. Vuelta a comer. A hablar de Beneyto. Que qué decía de éste y su mujer. Y si en verdad, Teresa era la mujer de Beneyto. Y yo soy el que insiste más en el tema. Molina resiste. Dice que no beberá y bebe. Dice que no comerá y come. Estoy fatigado. Me duele la cabeza. Pero sé que no dormiré, que la mente trabajará. Que pensaré mal de M que me auto-destruiré. Ya llegará la época en que habré de retirarme de todo. Serna que tiene 40 años de noviazgo y no se casa. Que compró un lino para casarse y lo que hizo fue revenderlo y ganarse un dinero. Y su novia ha envejecido junto con él. Han envejecido los dos y se ven cada tanto para comer. Pero cada uno se paga lo suyo. Las pequeñas intrigas.
[1] NOTA DE JOSÉ: Recuerdo bien esa tarde. Argenis estaba nervioso. Decía que llevaba muchas cosas en la cabeza, y que tenía que hacer algo importante. Lo invité a comer algo, y pidió un bisteck. “Tengo que comer bien. Requeriré de mucha energía.”
[2] NOTA DE JOSÉ: Por cierto, en esa oportunidad tuve un encontronazo con M. No recuerdo bien, le quise reclamar unos libros y unos diarios, y se negó molesta.