(Así se fraguó la otra guerra petrolera contra Venezuela, entre 1941 y 1945)
Al desnudo la guerra de las compañías petroleras a Medina Angarita
(Así se fraguó la otra guerra petrolera contra Venezuela, entre 1941 y 1945)
Un país es poseído y dominado por
el capital que en él se ha invertido.
WOODROW WILSON
- Acción Democrática fue fundada el 13 de mayo de 1941, y Medina Angarita asumió su Presidencia el 21 de mayo de ese mismo año. Y he aquí el grandísimo pecado capital con el que nace el nuevo gobierno, que no se lo perdonará ni la oligarquía criolla ni el Departamento de Estado norteamericano ni mucho menos Rómulo Betancourt: permitir que los comunistas puedan exponer libremente sus ideas.
- Betancourt no puede creer que cuando en todos los países de América Latina se están cuidando de no tener relación alguna con los “cagaleche de la Internacional marxista” como le llamaba a los comunistas, viniera un militar gocho y les diera cancha amplia para que escribieran lo que quisiesen, y manifestasen y para colmo de los colmos, se les considerase asesores del mismísimo gobierno; Medina Angarita aceptará una alianza con la fuerza comunista UPV y a éstos él les invitará para luchar unidos por la patria de Bolívar.
- Escamaba a Betancourt esa consigna que hacían vocear por las calles los comunistas: ¡Con Medina contra la reacción! Por este pecado original, Betancourt jura hacerle la más grande y encarnizada guerra al gobierno; no escuchará ningún tipo de razones para entablar un diálogo y luchará hasta ver totalmente destruido a Medina.
- Insidiosamente, a partir de entonces, las compañías petroleras pagarán remitidos, artículos de prensa e información en los que se afirmará que el gobierno cuenta con todo el apoyo de los comunistas.
- Todos estos materiales se remiten luego a la embajada norteamericana, y de aquí pasan al Departamento de Estado.
- Imagínense quién los recopilaba y enviaba a la embajada de Estados Unidos.
- Todas estas alarmas se iban a disparar al infinito, cuando Medina Angarita planteó la revisión de la política petrolera que las compañías querían más bien que las hiciera Betancourt. Considerando que Medina estaba siendo asesorado por los comunistas, el Departamento de Estado vio — como sostiene Nora Bustamante — en esta revisión el fantasma de la expropiación.
- Dice Juan Bautista Fuenmayor: «Los temores abrigados por el imperialismo se basaban en los cambios introducidos por Medina en la política venezolana, particularmente los relativos al permiso dado a los comunistas de poder actuar, aunque fuese bajo disfraces de apariencia democrático-burguesa, destinados a eludir la aplicación de Ley de Orden Público. Dado el carácter castrense del presidente y la influencia que ejercían los comunistas en el seno del pueblo, Mr. Arthur Proudfit (presidente de la Creole) temía que pudiera producirse una expropiación inmediata de las empresas petroleras, sin contemplaciones. Cuando él dijo: ‘-¡No creo que el gobierno esté interesado en la expropiación total, al menos por ahora!, estuvo expresando los temores de una posible expropiación en un plazo no muy largo, tan pronto como la fuerza política de Medina y los comunistas lo permitiera’. Este punto debe ser muy recalcado, porque él sirve, en parte, de explicación del golpe contra Medina para sustituirlo por un amigo del Nelson Rockefeller: Rómulo Betancourt».
- Esto era tremendamente preocupante, porque el 85% de los requerimientos petroleros de Inglaterra, por ejemplo, los tomaba de Venezuela. Ante las posibles acciones nacionalistas de Medina, la Standard Oil Co., declaró, que era de tal importancia para la defensa de las democracias el petróleo venezolano, que Estados Unidos estaba dispuesto a tomar cualquier medida, incluso la de enviar a nuestras costas barcos de guerra.
- Entraban a la palestra pública, periódicos como Últimas Noticias, El Morrocoy Azul, El Nacional, y el diario de los adecos, El País, que dirigía Valmore Rodríguez. En el único periódico en el que Betancourt no colaboraba era en La Esfera, porque desde allí se definía de comunista disfrazado. El director de La Esfera era, como hemos dicho, el ultrarecalcitrante derechista Ramón David León.
- Entonces, en los dominios de la Cámara de Diputados el más aplaudido y simpático de los parlamentarios era Andrés Eloy Blanco. Había algunos protoadecos, aplicados al estudio de la economía, como el diputado Juan Pablo Pérez Alfonzo, quien le prestó una gran ayuda a Betancourt en la documentación y organización de su libro Venezuela, política y petróleo. Pero hubo protoadecos que invadieron este hemiciclo, vulgares politiqueros como Ricardo Montilla, Pedro B. Pérez Salinas y Augusto Malavé Villalba.
- En 1942, las Asociaciones Cívicas Bolivarianas, que había fundado el general Eleazar López Contreras, seguían siendo dirigidas estratégicamente, en lo relativo a la propaganda por el doctor Franco Quijano. Betancourt acusaba a este personaje de estar reviviendo muertos para llevarlos a votar.
- En esa década terrible del cuarenta, los adecos no se durmieron en los laureles. Betancourt hacía cabriolas intelectuales con las frases; se extasiaba viendo a muchos jóvenes universitarios conmovidos por sus temblores retóricos, y se dejó de tonterías y se lanzó al ruedo electoral con muchos bríos. Cursis y horteras pudieron haber sido algunas de sus frases y pensamientos, pero calaban hondo en la gente lectora de su tiempo, la que tenía algún título profesional y generaba opinión.
- A partir de esta época, el líder fundamental de AD entiende que sin un medio de comunicación su partido no podrá dar la pelea en el terreno ideológico. Se entregó a montar un diario. Igualmente le planteó a la dirección de AD llevar a cabo la consigna «Ni un solo distrito ni un solo municipio, sin su organismo de partido»; había que ir de pueblo en pueblo, de caserío en caserío, mirar al pueblo de cerca, con viveza, dialogar con ellos sobre su destino, con hombres y mujeres de las montañas, de los llanos, de las selvas. Él fue el primero en asumir este trabajo, y entonces navegó el Orinoco, el Lago de Maracaibo, y el río Tuy; recorrió a pie, a lomo de mulas o burros, en camiones o jeeps, casi todo el Guárico, el Alto y Bajo Apure, conversando con la peonada, durmiendo en hamacas de moriche; convivió con los andinos en el páramo; estuvo en Cabimas, en Quiriquire y El Tigre, y con los pescadores del golfo de Cariaco; con los trabajadores del sisal en Lara, con los de la caña de azúcar en Aragua y Miranda; con los del cacao en Barlovento… En una gira que hizo en abril de 1942 por el Zulia y Los Andes, con Luis Beltrán Prieto, echaron en muchos lugares las bases del partido. En cada lugar, después de un sancocho y de algunas palabras, se nombraba a un encargado del partido que ponía su casa a la disposición para meterle el pecho al proyecto revolucionario.
- De vuelta a Caracas, Betancourt tiene un altercado con Ramón David León. Está otra vez en el candelero político de la capital, y anda en la lengua de todo el que lee la prensa. Ya no hacen falta montoneras ni caudillos a caballo para derrocar gobiernos y el primero que así lo entiende es el propio Betancourt. Los caudillos ahora andan en carro y pronto lo harán en aviones. Está este guatireño buscando peleas frontales, sobre todo con gente de poder, diciéndoles cosas que no hayan sido muy bien comprobadas aunque luego las tenga que desmentir. Lo que se recoge en cualquier periódico de gran tiraje, sea bueno o malo, le ayudará en su proyecto. Eso piensa. Lo importante, de momento, es dejar la herida, la duda, la estela de una inmensa duda, de una penetrante preocupación sobre el destino del país: hay que volcarlo todo, poner al sistema patas arriba, «problematizar los temas y las posiciones no muy bien aclaradas». Desafíos que implican serios riesgos. Se lanza a un experimento: escoge un día como cabeza de turco al director de La Esfera, don Ramón David León, que como sabemos no es fruta que coma mono, y habría que analizar si esta polémica no fue previamente ensayada por los contrincantes. Porque el pleito entre estos dos titanes del insulto pone a temblar al gobierno de Isaías Medina Angarita. Se les cita a los dos al despacho de Laureano Vallenilla Lanz.
- Para esta época de este gran pleito entre don Rómulo y don Ramón Vallenilla Lanz, hijo, era secretario general y encargado de la Gobernación de Caracas. Betancourt acusa a don Ramón David de haber sido secretario del general gomecista Silverio González y amigo íntimo de su suegra, doña Zoa Coupout. Se enfurece el señor León y llama marica a su atacante, tomando párrafos del libro que ha escrito Rafael Simón Urbina: “Vida, tragedia y dolor”, con el que se está ventilando otro caso en un tribunal de Caracas. Ante el descuido de un portero del despacho, ambos personajes entran en la oficina de Laureano. Don Ramón habla primero: “-¡Mientras el señor se empeñe en enrostrarme al general González y a doña Zoa como un crimen, yo no dejaré de llamarle marico. ¡Vamos a ver quién se cansa primero! Betancourt, «pálido y sudoroso, conviene en suspender la polémica. “-Es increíble —según Rómulo— que el señor Ramón David utilice armas semejantes, siendo que él es un padre de familia, tiene una hija. Ramón David alza los hombros y se marcha. Cuenta Vallenilla Lanz “-Betancourt permanece un rato conmigo […]. Sus labios están color cera, sin sangre. Siento que no me perdonará haber asistido a ese triste espectáculo”.
- A Betancourt lo llamaban sus amigos, como sabemos, «hermano hígado». Y ahora su bilis era negra, cada vez que veía que el presidente Medina le arrancaba banderas reivindicativas a los adecos. El 17 de enero de 1943, el gobierno consigue organizar una gran concentración en apoyo a su política petrolera: más de medio millón de personas asisten a la Plaza de los Museos, en Los Caobos. Como Medina, quizá, ha sido el presidente menos sectario de nuestra historia, invita a este acto a nuestro personaje. Rómulo no iba a perder esta especial oportunidad de mostrar sus grandes dotes de nacionalista y patriota. Con vena de malhumorado habla del signo de madurez cívica del pueblo. El gomecismo estaba realmente muerto porque esta convocatoria no se hacía desde que Bolívar visitara a Caracas en 1827. Gómez nunca le habló al pueblo en una manifestación popular. Contábamos con un presidente que quería mostrar de cara a los ciudadanos sus políticas en el delicado asunto petrolero, sus proyectos sobre la reforma agraria, sus programas en el terreno de la salud y educación.
- Cuán amargo debió resultarle a Rómulo aquel derroche de vitalidad moral y humana de Medina, sacándole entusiastas aplausos a los caraqueños; mostrándoles un camino de dignidad, de autodeterminación en los asuntos vitales de la economía y soberanía al país. La revolución que alguna vez Rómulo quiso para nuestro pueblo estaba en marcha y la hacía un hombre que nunca alardeó de comunista o de izquierdista. La hacía un hombre «reaccionario» a su parecer. Si aquel hombre continuaba con esta marcha, América Latina toda tomaría su ejemplo. El paso inmediato del Presidente fue convocar a una rueda de prensa para hacer entrega a los periodistas del proyecto de Ley de Hidrocarburos, para dar a conocer que la presentaría ante el Congreso. Este gesto no se había visto en toda nuestra historia republicana.
- Había hecho Rómulo esfuerzos tremendos por tratar de meterse en el bolsillo a las organizaciones de los trabajadores, pero Medina no se le había quedado atrás porque se fue al Zulia, invitado por la Unión Sindical Petrolera de Venezuela (que agrupaba a todos los obreros, empleados y marinos petroleros). Allí, por primera vez en el siglo XX un presidente de Venezuela hablaba de nación soberana y manifestaba que la revisión de la política petrolera la hacía solamente el gobierno sin interferencia de nadie.
- Escribe Harrison Sabin Howard que bajo Medina, los sindicatos comenzaron a tener más libertad de expresión y movimiento; se prometió a los partidos de la oposición actuar abiertamente. Por otra parte, estaba comenzando la mayor expansión petrolera de la historia, reflejada en los ingresos de 1944 de 149 millones y, en los ingresos de 276 millones de bolívares en 1945, más el ingreso del impuesto sobre la renta de las compañías de petróleo, por 52 millones de bolívares.
- Se estaba produciendo un cúmulo de acontecimientos que seguía exasperando a Betancourt, quien veía que el tiempo no le era favorable y que el enemigo a vencer contenía en sí la esencia de todos sus programas sociales. Le parecía que no podía jugar limpio porque todo bajo el sol tiene su hora. Es el momento mismo en que el gerente de la Creole, mister Arthur Proudfit recibe advertencias sobre la gravedad de la situación que las políticas de Medina pueden acarrear para la seguridad energética de Estados Unidos. Gloriosa coincidencia.
- En Washington se percibía muy claramente lo que podía desatarse producto de estas medidas nacionalistas: desbordarse, pasar a mayores exigencias como reclamar aumentar los impuestos y pedir más beneficios para el Estado venezolano. En esto las compañías debían andarse con mucho cuidado porque si se llegaban a endurecer estas exigencias, se verían obligados a aplicar operaciones «defensivas» que muy bien podían generar confusiones en los cuarteles, caos social, inestabilidad en algunos sindicatos e imprevisibles perturbaciones económicas, todas perturbadoras en fin, de la buena y disciplinada marcha que requiere el negocio petrolero.
- Con la muerte de Gómez se presentaba un panorama no muy despejado. Y había ahora que buscar con pinzas a un nuevo presidente de la República que le permitiera a las compañías petroleras una inversión y actividad seguras, confiables y altamente rentables, tal como siempre se había dado. Y qué casualidad que fuesen en estas preocupaciones de Washington donde se encontrase la tabla de salvación de Rómulo. Había realmente todo un mundo de horror detrás de lo que hacían las empresas petroleras con nuestro país, y era imprescindible que se mantuviera oculto. Betancourt sí conocía los intríngulis de estas aberraciones; por ejemplo, cómo se utilizaban métodos contables para evitar pagar millones de dólares al Estado venezolano. Nos refiere Harrison Sabin Howard que la Shell vendía su petróleo en Curazao a otra compañía (dependiente de la Shell) a precios muy bajos e incluso con «pérdidas», para luego pagar el mínimo de impuesto en Venezuela.
- Lo grave era que nuestro país debía emprender una inmediata investigación de este mafioso negocio de la Shell, pero el mismo procedimiento se empleaba con la «regalía» del petróleo (el gobierno tenía opción de vender esta «regalía» a las compañías petroleras o a un tercero). Las compañías comprarían la regalía y la «venderían» a un precio inferior al del mercado a una compañía que estuviera fuera de los límites de la nación. «Otras compañías declaraban la mitad de su ingreso bruto. Para los años 1943, 1944 y 1945, la concesión de Petróleos de Venezuela declaraba sólo el 20,74%, 25,51% y 33,76%, respectivamente. Si las acusaciones son exactas, la nación puede haber perdido un total de cuarenta o cincuenta millones de bolívares por la deshonestidad de los oligopolios».
- En 1938 se habían dado con la legislación de López Contreras unos leves adelantos para tener un muy pequeño control sobre lo que hacían las compañías petroleras. Pero aquello era demasiado complejo, y Medina, desesperado, buscaba la manera de conseguir una independencia en tecnología que fuese capaz de romper las ataduras y el manto de oscuridad con que se manejaba esta industria. Medina estaba convencido que si no se daban pasos agigantados en este sentido, su vida y la del país corrían peligro. ¿Cómo hacer? Medina sabía que Betancourt tenía conocimientos nada comunes y profundos sobre el tema, y con él tuvo algunos encuentros con la esperanza que le ayudara. Pero el líder adeco le dijo que para salir de ese marasmo era imprescindible hacer una revolución, salir del pasado y acabar con todo el sistema que habían dejado los gomecistas. El problema era harto complejo y por eso las compañías se sentían tranquilas, porque no había suficiente capacidad técnica para asumir el difícil entramado de la explotación petrolera. Rómulo, que recibía con frecuencia toda clase de informaciones de América Latina, le mostró a Medina un reporte de las acciones del gobierno mexicano de Lázaro Cárdenas para nacionalizar la industria del aceite mineral (la cual se había producido el 18 de marzo de 1938) por medio de un simple decreto. Es muy probable que Rómulo le pidiese a Isaías que procediese como don Lázaro Cárdenas, sin andarse mucho por las ramas. Claro, era para luego ver al presidente deslizarse hacia el caos de una guerra frontal con los países del norte, al tiempo que AD le quitaba todo apoyo. Medina en esta ocasión no mordió el anzuelo.
- Como de presidente de la Creole en Venezuela, se encontraba mister Arthur Proudfit, quien había venido a vengar las ofensas inferidas a su antecesor Henry J. Linam, expulsado del país por Medina, por grosero y entrometido en nuestros asuntos internos; mister Henry Linam, refiriéndose a Medina, había dicho: «Nosotros tenemos poder suficiente para tumbar a Medina179». Mister Arthur recibió órdenes expresas del Departamento de Estado para buscar entre los nuevos cuadros políticos y jóvenes oficiales, un acuerdo para salir de Medina. Les quería hacer saber a estos jóvenes que con un jefe de Estado que no escuchase a los que invierten en Venezuela (que son los que le aportan la mayor parte del presupuesto nacional); que con un nacionalista irracional que trata de la manera más déspota a sus mejores socios internacionales, las consecuencias políticas para el país serían terribles. Que él, Proudfit, traía la mejor disposición para que se lograra un acuerdo alrededor de la figura de Rómulo Betancourt.
- La historia de la Venezuela del siglo XX, huele a puro petróleo. Aquí todos los presidentes del pasado siglo fueron impuestos por las compañías petroleras. Incluso, en la muerte del presidente Carlos Delgado Chalbaud se verá involucrada la Shell con el concurso del magnate Antonio Aranguren. La situación comenzó a caldearse cuando en 1943 se hizo la reforma de la Ley de Hidrocarburos. No concebía Rómulo cómo no se le había consultado en un asunto en el que él evidentemente era un experto. Aquello era una afrenta que le hacía el gobierno de Medina. Ni siquiera una carta, un emisario para discutir el punto, una opinión. Era el ministro de Fomento para la época don Eugenio Mendoza quien, a pesar de ser un oligarca, se condujo con una posición digna y nacionalista frente a las presiones de las compañías petroleras. Una posición que no podrá seguir sosteniendo, so pena de perder los privilegios que las empresas norteamericanas le concedían para convertirse en el gran monopolista del cemento en Venezuela. Pérez Alfonzo en el tema de hidrocarburos compartía la misma tesis de Rómulo y era tajante: el petróleo debía ser nacionalizado, explotado y vendido por Venezuela.
- Los expertos económicos de AD de entonces, tenían mil veces mejores proyectos para hacer del país un paraíso, dándole un excelente uso político y económico a nuestro oro negro. Lástima que cuando tuvieron al Congreso en las manos y a un 80% del electorado a su favor, no se atrevieron a poner en práctica uno solo de los postulados que se exigía a Medina. Eso sí, usufructuarán con vileza y frenesí los beneficios de la Ley de Hidrocarburos de Medina, después del golpe del 45.
- En la tercera discusión en el Congreso sobre esta Ley de Hidrocarburos, el diputado Andrés Eloy Blanco propuso que no se debía andar por las ramas y que de una buena vez se aprobara la Ley de Nacionalización del Petróleo y la Ley de Expropiación de las Compañías Petroleras. Simples bravuconadas de Andrés Eloy, porque los expertos en la materia de AD, como Pérez Alfonzo y Betancourt, consideraban que eso era una locura; eso sí, se le hacían las exigencias a Medina para que ellos aparecieran como nacionalistas y que el presidente quedara como un cobarde. Esta ley acaba por ser promulgada el 13 de marzo de 1943 y se va a mantener vigente hasta el 1º de enero de 1976, fecha en que se nacionaliza nuestro petróleo. ¿Por qué durante 18 años los adecos no modificaron en una coma esa ley, elaborada por su acérrimo enemigo «antinacionalista», quien para ellos la había promulgado sólo para favorecer a las compañías extranjeras? Con esta ley se dio un paso muy significativo, que nunca se observó ni medianamente en todos los proyectos nacionalistas que los adecos pusieron en marcha en esta área, como fue la exigencia que se le hizo a las compañías americanas, holandesas y británicas para que de inmediato comenzasen a refinar nuestro petróleo en Venezuela. Esto provocó una enorme preocupación en el Departamento de Estado.
- Durante toda la dictadura de Gómez y el gobierno de López Contreras, las compañías habían mostrado una enorme resistencia a realizar este proceso en nuestra tierra, aduciendo que era muy riesgoso para ellos porque podía llegar al poder un gobierno que les confiscara toda la infraestructura instalada, y entonces el Estado venezolano podría apropiarse de esta industria en todas sus fases. Que nosotros debíamos limitarnos estrictamente a la función de entregarles el petróleo y no invadir áreas que eran de su estricta competencia. En un principio, mister Linam se había estado moviendo, prometiendo a los gerentes de las otras compañías (holandesas y británicas), que harían todos los esfuerzos necesarios para lograr un cambio en el gabinete de Medina e impedir la locura de refinar tal producto en nuestro país. Se comunica con Washington y es cuando mister Bonsal (director de la División Latinoamericana del Departamento de Estado), reacciona molesto y anuncia que los gobiernos de Estados Unidos y de Su Majestad hacen saber claramente al de Venezuela, que en caso de que se trate de ir más allá del proyecto de la nueva ley en su intento de obtener más concesiones de las petroleras, los dos gobiernos encararán el asunto muy seriamente.
- El artículo 105 del proyecto de Ley de Hidrocarburos contemplaba «tomar las medidas necesarias o convenientes a fin de fomentar en el país el desarrollo de las industrias de manufactura o refinación y transporte de las substancias a que se refiere esta Ley… a tales efectos, el Ejecutivo Federal podrá celebrar convenios especiales con los titulares de concesiones, tendentes a perfeccionar las plantas existentes o a aumentar su capacidad de refinación, a la instalación de plantas nuevas…» Otro de los objetivos que buscaba el gobierno de Medina con esa ley era resquebrajar, y lo consiguió en parte, el monopolio de las grandes compañías y el programa de licitaciones competitivas entre los diversos grupos. Dice la historiadora Nora Bustamante: «En 1939 las tres grandes compañías, Standard, Gulf y Shell producían más del 99%; en 1943 esa producción era de 97%. En los años posteriores observamos cómo ese porcentaje sigue cayendo hasta 88,4% en 1955. Medina fue derrocado en 1945, y en el régimen subsiguiente, como veremos, se trazó una orientación totalmente opuesta, de respaldo al monopolio y de obstrucción a las compañías recién llegadas».
- Entonces los norteamericanos, con su típica política de chantaje y amenaza, tratando de aparecer como los defensores de la humanidad y como tales con el derecho a exigir que países pobres como Venezuela no reclamaran lo justo por sus recursos, se dirigieron a nuestro gobierno para expresarle (informe 831.6363/10-2544) que esas estipulaciones para que se refine el petróleo en Venezuela «parecen no estar de acuerdo con los principios establecidos por la Naciones Unidas, como base para una reconstrucción de posguerra; es decir, que debe existir completa libertad de acceso de todas las naciones a las materias primas. Además, establecería un precedente que de ser seguido por otras naciones proveedoras de materias primas, podría provocar situaciones que retardarían seriamente los esfuerzos de la posguerra para la colaboración económica, colocando restricciones que separarían el comercio de los canales económicos normales».
- Medina no se amilana y en su mensaje al Congreso en las sesiones ordinarias del año siguiente, expone contundentemente que «la posición del Gobierno es firme para procurar la refinación en nuestro propio territorio; toda nueva concesión acarreará la obligación de refinar en Venezuela parte del material extraído de ella… por ningún respecto el mineral de las nuevas concesiones debe tener fuera del territorio venezolano estación de refinamiento para surtir otros mercados». Aún más, cuando Medina visita al presidente Roosevelt se lo dirá directamente: «es irritante para el pueblo de venezolano ver que una gran cantidad de su producción petrolera se refine en sus narices en islas que geográficamente complementan el territorio venezolano». Por lo que agregó: «…quiero que el presidente Roosevelt sepa que en caso de que haya de efectuarse un cambio en la soberanía de estas islas (Curazao, Aruba, Bonaire), Venezuela mantiene firme su aspiración de ejercer la soberanía en ellas».
- La ley imponía serias condiciones para el otorgamiento de más concesiones, lo que llevó al embajador Corrigan a decir a Medina que sobre este punto el tema debía pasar ya a un plano diplomático. Con razón, que en este estado de cosas, se hacía imprescindible para Washington que el gobierno que sucediese a Medina debía ser de un signo totalmente diferente para que las compañías «pudiesen recuperar la confianza gravemente dañada por estas decisiones». Dirá la historiadora Nora Bustamante que si para 1988 Venezuela contaba con una capacidad instalada para refinación de un millón quinientos mil barriles diarios, y además procesado en nuestro país, eso se debía al empeño que puso Medina. Para entonces ninguna otra nación de las que conformaban la OPEP poseía una capacidad igual. «El lector se preguntará cómo es posible que después de 33 años de haberse firmado la ley petrolera de Medina, todavía se estuviera refinando petróleo venezolano en Aruba y Curazao. La respuesta deben darla los gobiernos posteriores que abandonaron la lucha por la total refinación y procesamiento del petróleo en tierras venezolanas… Solamente se instalaron las refinerías de Amuay y Punta Cardón, en Paraguaná, en cumplimiento del principio de refinar en el país el 50% de nuestro petróleo186».
- Washington, ante las decisiones de Medina, se mantenía alerta; antes de tomar acciones más directas como corresponde a sus manipulaciones mediante perturbaciones por aproximación indirecta, se dedicó a echar mano de cuanta estratagema diplomática estaba a su alcance; sus expertos hablaban de leyes internacionales que no permitían la aplicación de esas decisiones a pocos años del final de una guerra tan pavorosa; hasta se apeló a la Carta del Atlántico, en la que según ellos, esa prohibición de refinar en el Caribe el petróleo de las nuevas concesiones, constituía una seria restricción del comercio y una discriminación contra un área específica. Con esta Carta, volvía a insistir y a amenazar que se estaba sentando un infortunado precedente. Como los comentarios, documentos e informes inundaban el despacho de Medina, citó a Corrigan para tratar directamente el asunto. Cuando Corrigan le habló de los principios liberales del comercio contenido en la Carta del Atlántico, un experto en estos temas que acompañaba a Medina, el doctor Gustavo Herrera, refutó a Corrigan diciéndole que en las resoluciones sólo se contemplaba un limitado número de contratos relacionados con un bloque definido de concesiones. Corrigan acabó aceptando las explicaciones del Gobierno sin dejar de insistir en lo referente al «desafortunado precedente y un mal ejemplo».
- Podemos imaginar las enormes presiones que desde Washington se ejercían contra el gobierno de Medina. Hay que decir que algunas surtieron efecto, porque Corrigan llegó a hablar de una «victoria parcial», pero que su mayor esperanza la pone en el futuro gobierno que se verá en la obligación de tener mucho más cuidado a la hora de redactar otros decretos. Algo se consiguió al menos, y fue que a partir de entonces las condiciones para refinación se aplicarían con el 10% de petróleo producido mediante las nuevas concesiones. Es importante decir que a partir de estas discusiones quedó la sensación en la Casa Blanca que los venezolanos estaban aprendiendo con bastante presteza y habilidad a reclamar lo suyo mediante sagaces movimientos de las reglas del juego diplomático, y aplicándolos con carácter y seguridad en los vitales aspectos de una economía propia. Pronto comenzaron a levantarse gigantes como la refinería de Cardón, de la Shell, que comenzó a funcionar en 1949, en cumplimiento de lo establecido en la Ley de Hidrocarburos de 1943. Ante todas estas propuestas, Betancourt malinterpretó totalmente la proposición de Medina, porque entonces dijo que para él era evidente que en los días críticos de la II Guerra Mundial resultaba una aspiración inalcanzable el traslado de las plantas del Caribe a Venezuela. A la luz de todo lo que se vivió en el siglo XX en relación con este tema, se puede decir que durante el gobierno de Medina, se hizo más por rescatar soberanamente nuestro petróleo y hacernos respetar por las grandes compañías explotadoras de este mineral que en el resto de los siguientes 55 años.
- Medina, en el mensaje que dirige al Congreso Nacional en abril de 1943, deja sin broches ni calzones teóricos o doctrinarios al partido Acción Democrática. No le queda pues otra alternativa al jefe adeco, que derrocar a este hombre, cargado de un patriotismo, de una fe y de una bondad que en lo moral y en lo justo no les dejaba espacio suficiente para imponer sus banderas y programas. Lo grave es que no se le pueda reelegir, y al buscar Medina quien le suceda, allí encontrarán los adecos el talón de Aquiles preciso, para destruirle y sacarle de circulación. Sólo un monstruo podía atacar y sentir odio hacia un hombre que decía: “Yo quiero que mi gobierno ampare la más amplia libertad de expresión del pensamiento, que los ciudadanos tengan la más absoluta seguridad de que la exposición de sus ideas, dentro de las normas legales, por más minoritarias que ellas sean, no les traerán represalias ni desasosiegos, porque estoy convencido de que así se irá reafirmando nuestra conciencia política […] Debemos perder el miedo al libre examen de los asuntos que a todos nos incumben […] estar atentos a la voz de la mayoría nacional, cuando ellas se manifiesten por sus órganos calificados, pues si no, sería un concepto vacío el que expresa la Carta Fundamental, al decir que nuestro gobierno es representativo y democrático […]”. Refiriéndose a los actos del Centenario del traslado de los restos del Libertador a Caracas, añade: «Hemos cerrado un ciclo contemplativo, desviado y estático, para partir la historia y abrir en su plenitud la época en la cual vamos, no a contemplar ni a comentar, sino a hacer, activa y dinámicamente, la historia que los tiempos presentes y la gloria y el ejemplo del Libertador reclaman”. Uno de los más graves errores que cometió Betancourt en su libro Venezuela, política y petróleo, fue considerar que las compañías petroleras y el Estado norteamericano constituían entidades distintas. Dice Richard Barnet que el lugar extraordinario de las compañías petroleras en la economía mundial y, la influencia dominante que tienen en muchos países productores, no podría haberse logrado sin una asociación estrecha y continua con el gobierno de los Estados Unidos. Las operaciones «públicas» del Departamento de Estado y las operaciones «privadas» de las compañías petroleras se mezclan en lo que Michael Tanzer, el mismo antiguo empleado de una compañía petrolera en el extranjero, llama una simbiosis. Simbiosis basada en la dependencia mutua. De tal modo que la intervención militar de los Estados Unidos ha sido considerada por las compañías petroleras como un elemento íntimamente ligado a sus operaciones. La productividad continua de las compañías es considerada por el gobierno norteamericano como un asunto de su seguridad nacional.
- Es por ello por lo que en el Medio Oriente los funcionarios norteamericanos del servicio exterior son transportados en la gran flota aérea de Aramco y el gobierno de Arabia Saudita ha advertido a los trabajadores nativos que una huelga contra Aramco sería una huelga contra su propio gobierno. La política exterior norteamericana no es sino el credo de la empresa privada y viene a ser ésta la que establece las leyes de la misma intervención militar en cualquier región del planeta. Son las corporaciones las que ejercen una influencia decisiva en la sociedad norteamericana. No en vano, Eugene Colman, quien llegó a ser presidente de la Jersey Standard declaró contundentemente que había sido el petróleo quien había derrotado a los nazis y a los japoneses. Enfatizaba así que el petróleo era el arma nacional más poderosa del imperio por ser propiedad privada. De modo que empresa privada y Estado constituyen una unidad esencial de los intereses económicos, políticos y estratégicos de Estados Unidos. ¿Sería posible que esto no lo supiera Rómulo Betancourt?
- No se crea, sin embargo, que todas estas medidas nacionalistas de Medina Angarita cayeron en saco roto. Tanto Carlos Delgado Chalbaud como Pérez Jiménez nunca las olvidarán. Y aunque acabaron siendo peones del imperio norteamericano siempre tendrán pendiente estas ejemplares decisiones, y como veremos en su momento, cuando traten de rectificar, atormentados y humillados por tener que gobernar bajo la horrible y despiadada férula de Washington, entonces el primero será asesinado y el segundo derrocado por el imperio (luego detenido en Miami y más tarde extraditado como un vil y degenerado delincuente). Medina no se había creado una aureola de héroe, ni le interesaba. Él estaba trabajando para estabilizar al país, para organizarlo, para darle trabajo y dignidad a la gente, por lo que al mismo tiempo no pudo atender el aspecto meramente partidista y clientelar, que sí estaban sabiendo utilizar sus opositores. Por puro pudor también, no supo conformar un grupo político-partidista que defendiera su gestión y que le sirviera de freno a la ambición de los militares. Tal vez porque Medina no concebía esa mimética hipocresía de los hombres de partido, lo adecos comenzaron a odiarle. Juan Pablo Pérez Alfonzo llegó a llamarle hombre bestial y consumado asesino. El único que lo trataba con aprecio era Andrés Eloy Blanco.