La profesora y antropóloga Petra Josefina Moreno (UCV) en una conversación informal señaló que los que estudian e investigan con metodología científica los asuntos sociales, deben hacerlo de forma sencilla para obtener resultados sencillos y agrego yo, de manera que la mayor cantidad de personas en el contexto nacional e internacional tengan conocimientos sobre esos hallazgos novedosos y que se produzca la fase fecunda de la democratización del conocimiento.
En un país como Venezuela que está agredido de manera continua por factores imperiales, no ha mermado la capacidad de producción de contenidos científicos, ni de incorporar nuevas categorías, epistemes y novedades con investigadores profesionales o estudiantes como generadores creativos para nuevos desafíos epistemológicos, poco de esto aparece públicamente y aunque se han afectado los presupuestos públicos para producir y financiar investigaciones y publicaciones del “saber” y el “hacer”, hay que reconocer algunos esfuerzos notables de algunas instituciones derivadas de líneas políticas del Estado venezolano con apoyo desde la presidencia y el ejecutivo venezolano que siguen haciendo aportes para reducir la desaceleración creativa, producida por las agresivas medidas coercitivas, que tampoco deben ser excusa para continuar produciendo conocimientos a través de investigaciones sociales y tecnológicas.
Así como algunos procesos judiciales que no terminan con una resolución en un tribunal para enunciar una sentencia, muchos contenidos teóricos científicos sociales se quedan en el manuscrito de los autores o en los archivos de universidades, peor aún se van del país de origen, hacia donde los depredadores internacionales se presentan y atrapan la “presa”, otros se asumen y venden como creativos editoriales, son “terminators” de autoayudas con cortes y pegas que pillan de las llamadas Inteligencias Artificiales justamente para producir “contenidos artificiales” para mercadear los conocimientos ajenos, es un fenómeno global y hasta histórico. Son especialistas en trampas y velan verdaderas emboscadas del conocimiento, asaltando las fuentes y el fondo de los asuntos epistemológicos, son unos misiles destructivos, donde saquean presupuestos cognoscentes no dejan rastros ni posibilidades de recuperación. Unos verdaderos desmadres epistemológicos.
No comulgo con las ideas políticas renegadas del profesor e historiador venezolano Germán Carrera Damas en lo absoluto, pero cuando él era comunista y se ocupaba de pensar en los años 60 y 70, caracterizó a los que hacían trabajos de investigación en historia de la ideas en dos grupos categoriales: los creativos y los reproductores, los primeros en el oficio del historiador auténtico ocupados de investigar y los segundos en el oficio de repetir lo que otros producen para su divulgación, pero ahora hay que agregar una tercera categoría, los depredadores, que generalmente no tiene ni son del oficio sino que se pegan como rémoras de los dos anteriores, sin fondo ético, desvestidos de dignidad, incapaces dar créditos a los autores, de generar hallazgos desde la agudeza y rigurosidad del conocimiento científico, es una práctica común y naturalizada en los grandes centros de pensamiento y una lucha entre investigadores de pueblos insurgentes y centros de dominación científica y tecnológica del capitalismo.
De esta historia hay una larga trayectoria de luchas que forjó conflictos comerciales mundiales que podemos sintetizar desde el anecdotario como la del fideo asiático, que algunos creen que los italianos lo plagiaron como «espaguetti», (pequeño spago, cinta o cordón) hasta la Guerra Cognitiva calco vulgar que hizo la OTAN de la invención de dos coroneles del Ejército Popular Chino: Qiao Liang y Wang Xiangsui en su trabajo titulado “La Guerra Irrestricta”.
En ese sentido, indicamos que los avances epistémicos que cada vez son más inmediatos y sorprendentes por no decir maravillosos si estos contribuyen al bien de la humanidad no importa quien los investiguen y encuentren, sino que tributen conocimientos positivos y democraticen sus alcances para la acción concreta en el bienestar humano.
Hemos digo que la categoría “Paz Cognitiva” no debe entenderse como un simple antónimo a la «Guerra Cognitiva», ni la simple concepción de la paz mental, sino que trasciende y alcanza la proyección de la felicidad posible, la tranquilidad creativa científica, la armonía entre el sujeto humano, la estabilidad política y el equilibrio con su entorno medioambiental, legados del pensamiento de Bolívar. A ello se agrega la razón ética de la verdad, por cuanto toda guerra se vale del engaño y la mentira para convencer al otro que su semejante es su enemigo, que es uno de los fundamentos de la llamada Guerra Cognitiva, que de cognitiva tiene poco o nada.
Si evocamos a Petra Josefina Moreno hoy, la profesora de la Escuela de Antropología de la Universidad Central de Venezuela de los años 80, recordada por sus lecciones de observación antropológica y su sencillez metodológica, aun mucho después de jubilarse y de alejarse con los espíritus de su memoria ancestral, ella sigue enseñando en reflexiones y categorías contundentes como la del «desmadre» que le he puesto apellido de epistemológico.
Estamos en este trance de las luchas que forjan conocimientos humanos para el buen vivir y hacer que estos tributen a objetivos sociales y que no se queden en el camino en manos cortas de dignidad para alimentar megalomanías antrópicas.
Aldemaro Barrios Romero

















