Desde no hace mucho tiempo en el mundo, nada más desde que existe la civilización tal como la conocemos en occidente; es decir, «desde que el mundo es mundo», existe un tipo poderoso que quiere ver su ego reflejado en el espejo que siempre soñó tener en la cúspide elaborada por sí mismo. Nimrod o Nemrod, descendiente de Cam (el burlista hijo de Noé sobre el cual recayó la maldición de su padre), fue el primer poderoso del planeta, fundador de varias ciudades importantes de la más remota antigüedad, entre las cuales se contaron Nínive y Babel, ésta última donde ordenó construir una Torre que desafiara el tiempo y las circunstancias. Símbolo de la soberbia humana, la Torre de Babel quedó inconclusa por la imposibilidad de sus hacedores de comunicarse en un idioma universal. Vivir en ese rascacielos de los inicios de la civilización, tal vez implicaba, más que protección frente a invasores, una identidad de poder en sí misma. Imaginar la construcción de esa torre bajo el mando de los primeros arquitectos del mundo, sería incluir, no tanto los defectos de la luz insuficiente en su interior, sino la propagación inmediata de infecciones y enfermedades comunes producto de la permanente baja higiene en los pisos superiores. La idea de residenciarse en la Babel Tower no era algo tal vez muy llamativo para la época, y era preferible esperar por otro tipo de construcción monumental, aunque igualmente producto de la soberbia: las pirámides de Egipto.
Bien, la Torre de Babel, dada su condición de inconclusa, no pudo pasar a ser recordada como una de las maravillas arquitectónicas del mundo antiguo. Sin embargo, quedó como símbolo de la soberbia humana, como la obra proyectada de un Rey que sabía cómo caminar sobre los hombros de sus contemporáneos para disparar su flecha desde la cúspide que él mismo construyera para sí.
La actual Torre Trump también implica hablar el mismo idioma del dinero. Se asocia a la idea del poder y la fama sin límites. Si en la Europa de la edad media la torre fue un elemento de defensa y avance en territorio hostil, el esquema de Trump Tower actual es de ofensiva y avance comercial en territorio ganado (EEUU, Canadá, Hawaii, Turquía, Panamá, Filipinas, Dubai,Escocia, Uruguay,…). Un esquema comercial que cubre territorios clave de toda América: norte, sur y centroamérica; los Emiratos Árabes y la puerta de Asia. Las Torres de Trump no avanzan por cualquier lado; incluyen hasta los territorios familiares de Escocia, y los del recuerdo de vida en el Bronx de Nueva York. El Nemrod del mundo actual construyó las torres con las que subió a lo que es la cúspide del mundo para muchos: la Casa Blanca. Ahora Nemrod juega a disparar con su arco desde esas alturas, junto a sus escuderos franceses e ingleses, los pajecillos españoles e israelitas, los enanos argentinos y colombianos de la corte, además de los perros falderos. ¿Será el momento de ver sus soberbias palabras confundidas?