Diario de un perro callejero
José Sant Roz
Un perro callejero no es cualquier cosa. Un perro de esta categoría no le cae mal a nadie, no es molestia para nadie, y se ha acostumbrado a vivir entre carros y motos, entre estruendos de gritos y espasmos de locos y mal-entretenidos que aturden por las calles. El perro callejero jamás ensucia una acera ni deja sus gracias en plena calle; eso lo hacen los perros frívolos, los que tienen amas o amos delicadillos, y que los alimentan con la lujosa perrarina (que hoy vale más que un ojo de la cara).
El perro callejero hurga en la basura y mira a los lados sonreído y conforme.
Es el ser que más se conforma con lo poco que consigue.
Un perro callejero es un ser común que no interrumpe la conversación de otro perro por más bulldog que sea, que no opina y que silenciosamente se filtra en cualquier negocio, por cualquier calleja, que huele sediento de fe, que va cabizbajo y que mira con ese cristal tan profundo de su ingrimitud, el mundo plagado de ambiciones miserables. A un perro callejero nunca le falta en su momento una compañera (no es la perra que muchos imaginan…, aunque él mismo provenga de una “cualquiera”). A él lo echaron sin pedir venir a este mundo (ni a otro), como les ocurre a los humanos-hienas (que ven en este mundo el infierno de otro planeta). Por ahí va el perro callejero buscando su alimento (pacientemente), buscándose un espacio en medio del sol y de la lluvia, un rincón dónde pasar cada noche: un ser que sabe más de amor que esos bípedos petulantes y soberbios clones de las hienas (insultantes y humanos).
El perro callejero no le pide nada a nadie. Sólo mira, contempla la faz de los seres preñados de culpas y remordimientos. Ve a las humanas-hienas comer y si no le paran, sigue su camino. Algo encontrará en algún lado. El perro callejero es el ser más compresivo, silencioso y amable que existe.
Es un ser conmovedoramente triste.
Un perro callejero anda buscando un amo, pero no se hace ilusiones. A veces adopta por un rato a una hiena-solitaria (jubilada), pero luego la abandona porque sabe que su rumbo bajo está en el cielo arrebolados de dudas y en la cazuela de las estrellas por la noche. Ha sido tantas veces pateado, ha sido tantas veces apaleado, traicionado, olvidado, desconocido, que es otro Cristo. Es el mismo Cristo. Es todo amor por naturaleza. Nunca deja de querer, nunca deja de creer en el amor. Nunca deja de confiar, y va por el mundo tan escépticamente convencido de que sin amor es imposible la existencia.
Esa es la conclusión definitiva de este corto relato: Por lo menos un perro callejero no puede vivir sin amor, y eso lo vitorea él con el movimiento de su cola. Cualquiera le pone la mano en la cabeza y él mueve sabiamente su cola, que es la sonrisa más sublime que hay en la tierra; y espera que le digan palabras amorosas, pero en cuanto le dan la espalda él se va silenciosamente sin pedir nada a cambio. Es una delicia de ser solitario. Es el ideal del ser silencioso y apacible.
Gloria al perro callejero, gloria a Dios y gloria al espíritu de todos los guardianes peludos que nos aman y que siguen poblando las calles, y que sin duda ya se tienen el cielo ganado aunque ya saben que eso tampoco sirve de nada…
(CONTINUARÁ…)
@jsantroz
Diario de un perro callejero. Nº 1. Cosas raras
- Hay una espantosa alarma de inseguridad en toda Mérida. Por todas partes hablan de gente apuñalada. Mi hija Adriana dice que cunden rumores de un estudiante de la ULA apuñalado, y que otros dos más fueron acuchillados en la UCV. En el edificio donde vivo hay avisos por los ascensores recomendándole a la gente que no salga a pie por los alrededores porque van tres vecinos apuñalados.
- Se está desatando nuevamente una paranoia sobre la inseguridad impulsada desde las redes sociales. Por todas partes hay cuentos de robos y asesinatos.
- Llama la atención que en plena “crisis” por doquier estén abriendo comercios de exquisiteces.
- Van dos supermercados chinos cerrados desde principios de esta semana. Creí que por alguna rara estrategia los chinos estaban cerrando estos comercios. Me dicen ahora que han sido cerrados por el SENIAT. Los chinos son los que más violan la ley de precios justos, y a veces no entregan factura.
- La económica sigue su marcha indetenible: He visto diferencias de precios del 100% de un local a otro. Fui a comprar un mouse pad y en local me pedían Bs 5.000.000 y dos cuadras más adelante encontré la misma en Bs 7.000.000
- A los únicos que veo en la calle con franelas y gorras de Chávez son a algunos pobres, a mendigos o barrenderos. En cambio, muchos hijos de papi lucen con patológico orgullo la gorrita que usa el Majunche y que le robaron al movimiento bolivariano. El otro día salí con una gorra con los ojos del Comandante, y se percibía que la agresividad en algunos escuálidos era catatónica Y BIEN RABIOSA.